FILOSOFÍA DEL ANHELO (ENSAYOS) por José Antonio Suárez
Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 2001
Alicante
Estos breves ensayos de José Antonio Suárez tienen su origen en su libro Mortal Eterno, publicado en Oviedo por los años cincuenta bajo el seudónimo de Antonio Víctor, que la crítica consideró como una metafísica personal dimanante de una poesía fenomenològica.
Constituyen, pues, incisivos intentos de penetrar en el misterio existencial partiendo de una interrogación ontològica: ¿por qué el hombre se pregunta por algo que llamamos ser? La respuesta la encontró en el anhelo que, como órgano intencional, queda definido como una aspiración al ser y al valor.
Más allá del amor a la verdad en que consiste la filosofía, el anhelo se extiende al universo platónico de la belleza, del bien, del ideal, de la vida, de la inmortalidad, de Dios. Por el anhelo, el hombre se abre al infinito.
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La actitud poética
La actitud filosófica se muestra en la búsqueda de la verdad, mientras la actitud poética solo liene en cuenta los estados de sentimiento que la realidad produce en el hombre como consecuencia de su estar en el mundo. Así, cuando el filósofo trata de comunicarnos algo, lo hace, pensando en la veracidad de su aserción, ante la que el poeta se inhibe, ajeno al carácter existencial de su testimonio y preocupado tan solo en comunicarnos su auténtica vivencia. Por ello la poesía desprecia el tópico, se evade al prejuicio, crea imágenes y renueva vocablos, porque tiene muy en cuenta la situación singular de cada hombre. Su contacto con las cosas se verifica en forma distinta y, como si se realizase por vez primera. La actitud poética es profundamente vital, comprometida y colmada por una pasión básica y un anhelo infinito. Sobre el estado de contemplación filosófica, priva en el poeta la simpatía y la compenetración con la realidad. Mientras el filósofo busca deliberadamente la distancia entre el objeto y él, el poeta ama los objetos hasta el punto de una aproximación sensual. En filosofía es necesario una actitud sosegada, meditativa, mientras la poesía surge como de un ímpetu que se adscribe al estro o fuego lírico. Por lo que su estilo es emocional e imaginativo. Muy distinto de la expresión filosófica, convincente y racional. Ello tiene su fundamento en el hecho de que la filosofía se basa en la razón y en la objetividad, mientras la poesía, se cosfisa en libertad y la subjetividad.
Fenomenológicamente cabe hacer esta distinción. Los hechos pueden ser considerados desde el punto de vista de la sensación, del pensamiento o del sentimiento. En el caso de la poesía se confunden los fenómenos externos e internos como propios, fuera de la objetividad y la subjetividad, del espacio y del tiempo, en una especie de comunión cósmica. El poeta participará de los fenómenos mismos, los hará suyos en impresiones rápidas. No le importará romper el orden espacio-temporal en que se anclan los objetos. Hablará del río —que en el filósofo y el físico se encontrará a distancia mensurable— como si estuviera fuera o dentro de él, según los estados de su ánimo. Heráclito se fijará en el devenir. Jorge Manrique en el fluir de nuestra vida. Hay siempre en el poeta una actitud de aventura y de riesgo en su salida hacia las cosas, una constante memoria para el futuro y el olvido, para lo fugaz y perentorio. Recordar, añorar, desear, son los verbos que se conjugan en la gramática lírica, mientras en la filosofía, que toca las entrañas de la necesidad racional, busca la sustantivación de todo. El mundo del poeta surge como un puro hecho de la libertad, más que la razón vale en él la pasión y la gracia, el impulso anhelante.
pp-40-41
...........................concluisones.
Distingue Suárez entre la filosofía como búsqueda de la verdad desnuda por medio de la razón objetiva del pensamiento; y la Poesía como libertad creativa, subjetiva, como sentimientos y emociones. Sin embargo, las dos mitades del pensamiento (filosofía y poesia) como ya dijera también María Zambrano, forman el ser.
PALABRAS CLAVES:
filosofía
poesía
verdad dsnuda
liberdad
subjetividad
pasíon
impulso anhelante
POESIA PALMERIANA
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La mayor satifacción que tengo al escribir es saber que alguien me lea cuando yo esté muerto.