Cien años de soledad. Novela que dio origen al reliasmo mágico.
Publicada en 1967, Cien años de soledad, escrita en México,
relata el origen, la evolución y la ruina de Macondo, una aldea
imaginaria que había hecho su aparición en las tres novelas cortas que
su autor había publicado con anterioridad. Estructurada como una saga
familiar, la historia de la estirpe de los Buendía se extiende por más
de cien años, y cuenta con seis generaciones para hacerlo.
La
crónica de los Buendía, que acumula una gran cantidad de episodios
fantásticos, divertidos y violentos, y la de Macondo, desde su fundación
hasta su fin, representan el ciclo completo de una cultura y un mundo.
El clima de violencia en el que se desarrollan sus personajes es el que
marca la soledad que los caracteriza, provocada más por las condiciones
de vida que por las angustias existenciales del individuo.
El
realismo mágico (también llamado lo real maravilloso) hace posible que
la objetividad de la vida material se vea matizada por la subjetividad
de la fantasía. Lo insólito (situaciones parecidas a los cuentos de
hadas, levitaciones, premoniciones, la extrasensorialidad presente) da
lugar a una atmósfera mágica que atenúa la miseria social y humana, de
forma que lo mágico subraya la dureza y desajuste de la realidad, la
violencia que domina la vida cotidiana.
Argumento
Dos
familias, la de los Buendía y los Iguarán, han acabado por dar luz a un
muchacho con cola de iguana a fuerza de casarse entre sí. Úrsula
Iguarán, recién casada con José Arcadio Buendía, se niega a que el
matrimonio se consume por temor a que también les nazca un hijo con
cola. Ello da pie a que Prudencio Aguilar eche en cara José Arcadio su
poco valor. José Arcadio acaba matándole por su provocación, pero el
muerto se le aparece constantemente.
Huyendo del
fantasma del muerto, y al frente de un grupo de compañeros, José Arcadio
llega a una aldea de apenas "veinte casas de barro y cañabrava
construida a la orilla de un río" y se queda a vivir en ella. Esta aldea
se llama Macondo, mítico escenario de ésta y otras obras del autor. El
único contacto que sus habitantes tienen con el exterior lo constituyen
las periódicas visitas de unos gitanos capitaneados por un tal
Melquíades, que, además de conocer el sánscrito, introducen en Macondo
el hielo y el imán.
El libro se inicia, precisamente cuando Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía, hijo de José Arcadio, recuerda aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
Así comienza el libro, pero no la historia, que abarca, en realidad,
cuatrocientos años y nos informa acerca de innumerables antepasados de
José Arcadio y de su esposa Úrsula, revelando en su construcción, como
gran parte de la narrativa hispanoamericana del momento, la influencia
de Faulkner: su acción no avanza de manera cronológica, sino a brincos,
por flashes que nos permiten conocer fragmentos de ella y sólo luego, al
final, proporcionamos una visión global.
(Gabriel García Márquez, retrato de Palmeral)
En el primer trato José Arcadio Buendia (padre de Aureliano Buendía) le cambia un mulo y un apartida de chivo al gitano Melquiades por dos barras iman, en al creencia de que serviría para encontrar oro. Descubre por su propia cuenta que la tierra es redonda como uan naranja, sin saber que eso ya lo habían descubierto sabios europeos, en embargo era un proeza intelectuale sde investigación astronómica, lo que eidencia el espiritu emprendedor e intelectual de José Aureliano Buendía. En otra ocasión el compra al gitano Melquiades una lupa grande, con la que piensa que pude convertirse en un arma y matar a sus enemigos. Toda la herencia de monedas coloniales de su esposa Úrsula, las convierte en un chicharón como consecuencia de una mezcla química a moso de alquimia para hallar la piedra filosofal. En una expedición por la selva descubre un galeón español a catorce kilómetros de la costas, y se da cuenta que Macondo es una isla. De este modo va relando prodigios y el realimos mágico aflora por todas las anécotas de la novela.
El
suceso más antiguo relatado en la obra ocurre en 1573, en una casa de
Riohacha asaltada por Francis Drake. Después del asalto del inglés, una
antepasada de Úrsula, casada con un aragonés trasplantado a Colombia, se
asusta tanto que comienza a sufrir pesadillas protagonizadas por el
pirata penetrando con sus perros por las ventanas del dormitorio. Para
ahuyentar las pesadillas, el matrimonio se traslade a una ranchería del
interior, donde conocen a los Buendía, unos criollos cultivadores de
tabaco.
Un tataranieto del criollo se casa con una
tataranieta del aragonés, y a partir de entonces las familias no dejarán
de mezclar su sangre a lo largo de los tres siglos siguientes, hasta
llegar a los ya citados José Arcadio y Úrsula, que tienen tres hijos:
José Arcadio, Aureliano y Amaranta. El viejo José Arcadio muere loco de
tanto estudiar, atado a un árbol del patio, y tras su muerte cae lluvia
de flores. No es éste el único momento mágico de la novela.
José
Arcadio hijo se casa con Rebeca, una prima lejana, por lo que su madre,
encolerizada por que teme que puedan tener hijos con cola de iguana, la
echa de casa. Cuando José Arcadio aparece muerto, Rebeca se encierra en
la casa donde vivirá con Arcadio, un hijo bastardo que José Arcadio ha
tenido con Pilar Ternera, una mujer del pueblo que también le ha dado un
hijo (José Aureliano) a su hermano Aureliano.
Antes
de morir fusilado por liberal, este Arcadio tendrá tres hijos con Santa
Sofía de la Piedad: Remedios, José Arcadio Segundo y su gemelo
Aureliano Segundo. A Remedios, que es muy bonita pero no brilla por su
inteligencia, le pasa lo mismo que a su tía abuela Amaranta: los hombres
que a ella le gustan no la quieren, y los que la quieren no le gustan.
Cuando muere, después de habérsele muerto todos los novios, sube al
cielo.
Respecto a Aureliano, se casó con una hermosa
niña llamada también Remedios, la cual muere de un mal embarazo antes de
cumplir un año. Aureliano organiza un ejército del que se nombra
coronel y se marcha a luchar contra los conservadores. En el transcurso
de veinte años participará en treinta y dos guerras civiles, que perderá
indefectiblemente debido a la tristeza que le embarga, por lo que al
final, cansado, firma la paz y regresa a Macondo, donde pasa el tiempo
confeccionando pescaditos de oro, lo mismo que hacía antes de casarse,
que luego deshace como Penélope hacía con su tela. Ello no le impide
tener diecisiete hijos, uno de los cuales, llamado también Aureliano,
será quien lleve el tren a Macondo.
Aureliano Segundo
se enamora de Fernanda, una mujer muy hermosa, reina de Madagascar,
emparentada con los Duques de Alba, que aparece en Macondo durante el
carnaval. A pesar de que ignora donde vive, Aureliano Segundo sale en su
busca, la encuentra, se casan y viven felices en la casa de Úrsula, a
pesar de que el matrimonio corre peligro de naufragar porque Aureliano
mantiene relaciones extraconyugales con Petra Cocer; pero como ésta les
abastece de ganado, Fernanda acepta el hecho sin pestañear. El
matrimonio tiene tres hijos: Meme, José Arcadio Tercero (al que la vieja
Ursula manda a estudiar a Roma para que llegue a ser Papa), y Amaranta
Úrsula.
José Arcadio Segundo es nombrado capataz de
una compañía platanera dirigida por extranjeros, e interviene en una
huelga con tres mil compañeros que morirán ametrallados en la plaza de
la estación de Macondo. Único superviviente de la matanza, hasta la
muerte de su hermano gemelo vivirá encerrado en una habitación donde se
encuentran varias docenas de bacinillas.
Comienza a
llover, una lluvia que ha de durar cuatro años, y cuando deja de hacerlo
el ganado proporcionado por Petra ha muerto y la casa se ha
reblandecido. Lo poco que aún queda de ella lo derriba Aureliano Segundo
buscando la hipotética fortuna de la vieja Úrsula. Los únicos a quienes
el temporal no ha afectado son Aureliano Babilonia, bastardo de Meme, y
Amaranta Úrsula, la hija menor de Fernanda. Al poco tiempo, muere
Amaranta, que ha hecho un pacto con la muerte durante un concierto de
Meme; después muere Rebeca y después Arcadio Segundo. El mismo día, su
madre, tal como le había prometido, degüella a su gemelo, para evitar
que le entierren vivo.
En la casa sólo quedan
Aureliano Babilonia, el bastardo de Meme, al que Fernanda, avergonzada,
ha ocultado, y Fernanda, que pasa el tiempo escribiendo a sus hijos
todas las fantasías que se le ocurren. Sintiendo próxima la muerte, se
viste de reina y muere con toda dignidad, tras haber escrito unas
memorias que lega al estudiante de papa, que vuelve meses después a
Macondo sin haber aprobado los estudios. Éste encuentra la fortuna de
Úrsula y la gasta con un grupo de chiquillos, pero un día se enfada, los
azota y los echa de la casa. Después de una supuesta reconciliación,
los chiquillos lo ahogan en la bañera durante una de sus fiestas.
Aureliano
Babilonia, que lee cuanto cae en sus manos, queda solo en la casa con
Amaranta Úrsula, abandonada por su marido, un belga que sueña con el
correo aéreo y que, aunque va a todos lados atado por un hilo de seda a
la muñeca de su mujer, la deja para ir en busca de un avión perdido. Al
quedar solos, Aureliano Babilonia y Amaranta Úrsula, que ignoran su
parentesco, se enamoran y tienen un hijo, que nace con la consabida
cola. Amaranta muere de una hemorragia y Aureliano se emborracha y es
recogido en la calle por una antigua amante.
Cuando
regresa por la mañana a su casa, las hormigas se han comido al niño. Al
final, un ciclón se lleva la casa por los aires, mientras Aureliano lee
en unos pergaminos del gitano Melquíades la historia de la familia y la
profecía de que no durará más que el tiempo de su lectura: "antes de
llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese
cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o espejismos)
sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres
en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los
pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde
siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían
una segunda oportunidad sobre la tierra".
Macondo
quiere ser sin duda un espejo de la realidad de cuanto ocurre no
solamente en Colombia, sino en toda Sudamérica, que ha vivido en su
soledad, aislada del resto del mundo, con el que sólo ha mantenido
esporádicos contactos (los gitanos de Melquíades, que la conquistan a
base de maravillas perfectamente comparables con los abalorios y
chucherías de que siempre se sirvieron misioneros y conquistadores),
pero todo esto tendría escaso valor si no contara con su extraordinaria
fabulación, con toda esa magia que se confunde de continuo con la
realidad, dando lugar a un mundo mítico creado mediante un lenguaje de
gran fuerza expresiva.