Rilke,
viajó a España por una sección de espiritismo
Por Lieselott Delfiner-Leopold “Rilke, ese desconocido”, págs 125 y 126 de
Obras de Rilke, Plaza & Janes de 1967
«Pascha, el hijo de la princesa [Maria Turn und Taxis-Hohenlohe], practicaba el
ocultismo, y su madre solía tomar parte en aquellas sesiones en las que, con
ayuda de una tablilla provista de un lápiz [mesa güija], que podía manejarse
automáticamente, se pretendía establecer contacto con el más allá por
invocaciones espiritistas. Rilke se interesaba mucho por estos experimentos y
quiso también presenciarlos. En el curso de una de las sesiones se le indicó
que debía marcharse a España y más concretamente a Toledo, situarse
debajo de un puente en un punto donde había unas peñas y ponerse a cantar... Y
decidió emprender el viaje. Toledo le fascinó de forma
tan irresistible que le costaba trabajo expresar a la princesa lo que sentía.
Estaba como hechizado. Por fin, el 2 de noviembre de 1912, escribe: «Jamás
sabría decir cómo es esto, mi querida amiga (es obra de ángeles cuando ayudan a
los hombres); pero sea como fuere, vais a tener que fiar en mi palabra. No es
posible describirlo; es la gran ley, sí, ahora comprendo la leyenda. Dicen
que Dios, el cuarto día, tomó el Sol y lo puso exactamente encima de
Toledo.» Y en su carta del 13 de noviembre de 1912: «Esta ciudad
incomparable apenas puede contener en sus muros este paisaje árido, indómito,
todo montaña pura, la montaña de la visión; prodigiosamente, la Tierra se
separa de ella y delante de cada portal se convierte en mundo, creación, montaña,
precipicio, génesis. Ante este paisaje, me veo obligado, una y otra vez, a
pensar en el profeta, que se levanta de la mesa hospitalaria, se retira de la
sociedad y apenas cruzado el umbral de la puerta le asalta la profecía, a la
vista de estos agrestes parajes; así se manifiesta la naturaleza en los
contornos de la ciudad y hasta en su mismo centro; aquí y allá levanta ésta la
mirada, no la reconoce y tiene una visión.». A continuación, Rilke
se trasladó [desde Toledo a Córdoba y Sevilla y desde aquí a Ronda por
recomendación] a Ronda donde se agravó su dolencia, y el 17 de diciembre
de 1912 escribe de nuevo explicando que necesitaba cambiar de ambiente pues, de
otro modo, todos los milagros del. mundo de nada servirían. Sentía Rilke cierto
paralelismo con santa Ángela, que dijo: «Aunque todos los sabios del mundo y
todos los santos del paraíso me abrumaran con consuelos y promesas y el mismo
Dios con sus dones, si Él no me cambiaba, si no iniciaba en los más hondo de
mí una nueva operación, en lugar de hacerme un bien, los sabios, los santos y
Dios exacerbarían hasta lo indecible mi desesperación, mi furor, mi tristeza,
mi dolor y mi ceguera.¡Ay de mí! Todavía no he podido renunciar a esta nueva
operación esperada de un gesto humano y no obstante, ¿para qué? Si es mi
destino que superando las cosas humanas llegue por último al fin supremo, al
postrer límite de la Tierra...»
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Notas
ampliatoria de Ramón Palmeral
En Ronda se alojó Rainier María Rilke en el Hotel Victoria, un edificio
regentado por ingleses, construido en 1908, esta cadena tenía otro Hotel
Cristina en Algeciras. Permaneció en Ronda del 9 de diciembre de 1912 al 19 de
febrero de 1913, y desde allí machó a París y llegó el 17 de febrero. Admiró el
paisaje y el tajo de Ronda con una dulzura de poeta inigualable. Escribió entre
otro poemas la Elegía VI Sexta de Elegías de Duino, el soneto XXI de Sonetos
de Orfeo, donde le dice a su editor que es una canción de primavera al «oír
cantar a la escolanía del pequeño convento de monjas de Ronda». Ronda
llegó como una sorpresa: «Aquí corre un aire fuerte y magnífico, las montañas
se abren para entonar salmos por sus vertientes y, apilada sobre una meseta, se
levanta una de las más antiguas y extrañas ciudades españolas», escribió el
poeta.
En
carta a su amiga Lou Andreas-Salomé de fecha 19 de diciembre 1912 le dice que
está leyendo el Corán. La princesa temió se Rilke se volviera anticlericar. No
lo hizo en el ángel de las Elegías a Duino no es un ángel cristiano de
la Biblia, sino un ángel del Islam, tal y como se lo dijo a Witold Hulewicz
(1895-1941 en Palmiry Polonia) fue un escritor, traductor, editor y
crítico literario polaco), en
1925, «El ángel de las Elegías no tiene nada que ver con el ángel del cielo
cristiano (más bien con la figura angélicas del Islam).
Desde
el hotel Reina Victoria de Ronda, en una habitación hoy convertida en museo,
Rilke fue escribiendo extensísimas cartas, recogidas en El epistolario
español, que son un homenaje de amor y admiración a a la España de la que
afirmó: "Éste es el lugar en donde al arte le ha sido dado implantar su
hegemonía".
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Cesar
Antonio Molina escribe en El País. De 24 de mayo de 2013
«En 1912 la escritura de Rilke se había
aletargado al comienzo de Las
elegías de Duino. En Ronda reanudó esta empresa titánica escribiendo
gran parte de la VI elegía.
En Ronda, además de un buen puñado de cartas y alguna prosa, escribió los
poemas La trilogía española
con un sentimiento de separación del mundo y una necesidad de buscar o
encontrar el lado más oculto de la vida. La
asunción de María se refiere a un cuadro de El Greco. Al ángel, Ronda fue
esencial en su relación con el espíritu angélico. “Tú recibes tu gloria de todo
lo sublime; / nosotros nos tratamos con lo ínfimo…”. Resurrección de Lázaro expresa el deseo de
estar ya al margen de todo sin tener que volver de nuevo al dolor de la tierra.
El espíritu de Ariel
y La sexta elegía
son dos poemas muy cercanos. Ariel, Próspero, la cercanía con el fenómeno
mágico, el poeta como magister, un mago que renuncia a su arte y se desprende
de la poesía. ¿Rilke sintió en Ronda que la poesía le podría abandonar? Por el
contrario, aquí la recuperó. Caen
rodando las perlas, un poema maravilloso ¿de amor a su amiga Sidonie
Nádherný?, donde entre otras cosas dice: “… si tú no vienes, / serpentea mi
camino hacia el fin. / Sólo te anhelo a ti…”.»