Elegía a Rosario Salinas
Mi seno se abre y te
entrego
mi corazón vivo para que
en tus manos palpiten mi
dolor y mi sentir.
Recuerdo los momentos de
poesía,
charlas y reuniones que
compartimos,
en tu casa y en los
escenarios y aulas
de Alicante y su provincia,
con nuestros
compañeros los poetas
alicantinos.
Eras torbellino de poemas y
canciones
remolino de amistas y de corazón
abierto a las galaxias de
la verdad.
Tu decisión y tu alegría
eran contagiosas,
difícil de olvidar, amiga
de la poesía
recuerdo cuando nos reunimos
en
El Café Español para habla
de poesía,
siempre de poesía y de proyectos
y de la revista PERITO, que tú dirigías.
Hemos de retomar el camino
sin ti,
sin tu empuje y tu saber decir de
la palabra exacta y el
sentir de
tu sonrisa inteligente.
Era bondadosa y siempre
estabas dispuesta
a salir a recitar y a dar
consejos,
tú fundantes el Grupo Miguel
Hernández
de Alicante
porque le tenía mucho amor
al pastor-poeta
de Orihuela, a quien tu tío
Paco Salinas,
–poeta de Callosa del Segura-, había conoció al
rayo que no cesa.
Siempre de admiré por sabiduría
y tu facilidad para
componer poemas
en tu máquina de escribir:
tú eras rayo y relámpago.
No te olvidaremos, amiga Rosario,
amiga y compañera del alma, y aunque
te hayas ido en cuerpo
dolorido
te regresaremos en el
recuerdo.
Porque lo poetas nunca
mueren
porque somos polvo de estrellas
porque somos viento del
pueblo
que pasamos dejando su
semilla
para que crezca y fructifique
en buena tierra,
en tu tierra y en la que
algún día será
también la mía.
¡Hasta pronto, donde nos
veremos
ente las blancas rosas de los almendros!
Ramón Palmeral, 7 de
diciembre 2015