Francisca Aguirre: "La poesía es el paño de lágrimas de las personas con sensibilidad"
Valencia | 17/11/2011 - 15:41h
MADRID, 17 (EUROPA PRESS) LA VANGUARDIA
Jovial y entusiasta Francisca Aguirre (Alicante, 1930) reconoce que "ama la vida" y todos los días recuerda los versos de Violeta Parra en agradecimiento a una existencia dichosa que le ha llevado a compartir experiencias con poetas como José Hierro, Luis Rosales, Juan Rulfo o Ernesto Sábato.
Junto a ellos aprendió a amar la poesía hasta identificarla con un "paño de lágrimas". "La poesía es el paño de lágrimas de las personas con cierta sensibilidad" explica a Europa Press, tras conocer la concesión del Premio Nacional de Poesía, que le ha otorgado este jueves el Ministerio de Cultura.
"En mi caso, la poesía ha sido la gran consoladora, yo me he hinchado a leer a César Vallejo o a Garcilaso y a llorar a tumbos con ellos", confiesa esta escritora alicantina, que imprime sus versos con un lenguaje desenfadado a veces, y otras tantas, sencillo y directo, como herencia de Machado, explica.
Su libro 'Historia de una anatomía' (Hiperion) obtuvo también el premio Internacional de Poesía Miguel Hernández. Esta obra es para Francisca Aguirre entrañable porque está dedicada a la memoria de su padre, y sobre todo, a la importancia de nuestro cuerpo.
EL CUERPO QUE GRITA LA VERDAD
En este sentido, subraya el sentido del cuerpo y sus implicaciones con el alma. "El cuerpo siempre dice la verdad; cuando se enferma el cuerpo se enferma el alma", reconoce esta autora, y recuerda cómo para Octavio Paz, el cuerpo era el inventor del alma.
No obstante, Francisca Aguirre considera que la poesía va "ganando terreno" en estos últimos tiempos donde "nos venden a todos cosas imposibles". "De pronto te das cuentas de que el poema maneja lo intangible y el mundo de la emoción, y esto es un invento mucho más grande. Es mucho más misterioso que se te acerque un ser humano y por el mero hecho de estar cerca de ti, notes que el mundo es otro".
En este sentido, Aguirre venera el poder de la comunicación, el roce entre los cuerpos, o el poder de una sonrisa, y recuerda la alegría de Luis Rosales al entrar cada día en la oficina o el "milagro" de conocer a Pepe Hierro, a quien describe como una "zarza ardiendo" capaz de arriesgar la vida para coger un helecho que prende en lo alto de una montaña.
En sus nómina de grandes maestros con los que ha tratado, Paca Aguirre también sitúa a Ernesto Sábato o a Julio Cortázar, cuyos dos metros de largo, dice, escondían a un adolescente de quince años capaz de asombrarse por cualquier cosa.
Pero advierte de que sus poetas de cabecera siempre han sido los grandes clásicos, sin olvidar la poesía de Rimbaud o Mallarmé, o los más cercanos como Neruda, Miguel Hernández, Federico García Lorca o Vallejo, a quien describe como el "espíritu santo" de su hogar.
LOS LIBROS, SU GRAN UNIVERSIDAD
"Mi única universidad fueron los libros y los libros de viejo", confiesa Paca Aguirre, e insiste en que los libros son un "abrigo" capaz de resguardar a cualquier cuerpo del frío.
En homenaje a todos ellos, escribió el libro 'Los maestros cantores' reeditado ahora por Calambur, donde deja testimonio de los "maestros" de su corazón. "Soy una defensora empedernida de la memoria histórica, creo que sin memoria estaríamos todos perdidos".
Y preguntada por el hombre que comparte su corazón, Félix Grande, poeta y escritor, también galardonado con el Premio Nacional de Poesía, Paca Aguirre asegura que se intercambian todos sus libros y no sienten ningún tipo de competitividad. "Es importante que venga una mirada que te conoce a tí y que además escribe y vea los poemas desde otra perspectiva", alega.
Francisca Aguirre, de formación autodidacta, ha ganado numerosos premios literarios entre los que se encuentra el premio de poesía Leopoldo Panero por su libro 'Ítaca', obtenido en los 70; el Premio Galiana, ganado en 1994, por su libro de relatos 'Que planche Rosa Luxemburgo', el Premio María Isabel Fernández Simal por 'Pavana del desasosiego', que consiguió en 1998 o su libro 'Nanas para dormir desperdicios' que obtuvo el Premio Ciudad de Valencia.
Fue premio de poesía Miguel Hernández
POESIA PALMERIANA
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La mayor satifacción que tengo al escribir es saber que alguien me lea cuando yo esté muerto.