POESIA PALMERIANA
Los poetas somos como los leones, después de que nos disparen podemos lanzar nuestras garras. Página administrada por el poeta Ramón Palmeral, Alicante (España). Publicamos gratis portadas de los libros que nos envían. El mejor portal de poetas hispanoamericanos seleccionados. Ramón Palmeral poeta de Ciudad Real, nacido en Piedrabuena.
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La mayor satifacción que tengo al escribir es saber que alguien me lea cuando yo esté muerto.
sábado, 5 de noviembre de 2011
Garita del castillo de Sant Bárbara
11.- CASTILLO DE SANTA BÁRBARA
Alicante, mía amada, mía eres, ciudad acogedora que recibe a la gente bajo palio con olor a incienso y aire marino, paraíso de manos abierta, corazón de piano, y tu alma mora prisionera en el castillo de Santa Bárbara a 166 metros de altitud. Desde lo alto del vértigo de este castillo flotante y enfermo de luz levantina, podría arrancar el volar, tú vuelas, y yo te sigo y deseo lanzarme en suave parapente sobre el barrio de Santa Cruz, la Catedral de San Nicolás de Bari, sobre el barroco entramado de edificios, sobre los tejados de los dos edificios del Ayuntamiento y aterrizar con garras de paloma en la explanada del puerto, atento, comercial, esa herida abierta de mar escoltada de barcos que son emperadores pidiendo asilo político de otros mares a los que nunca he ido, de otros lugares a los que no volaré. Y como si el águila de mis ojos quisiera fotografiar todo el panorama imposible y certero, cielos grises, montañas azules en bruma, más de almíbar y ambrosía, escalo el pináculo de la garita colgante apretada de piedras por la coracha y doy el triple salto mortal del trapecistas sin red, deseando que me salven los rojos y acolchonados tejados de la ciudad. Una vez abajo, veo la misteriosa y gigantesca esfinge natural que yo llamo San Juan Bautista. Mi amigo Algazel exclama: ¿Qué diría el geógrafo Al-drisi (s.XII) que llama a esta roca Banu-lQatil, o «Laqanti» de los árabes, para ser conquistada en 1247 por el infante Alfonso (futuro Alfonso X el Sabio) para Castilla, y luego incorporada a la Corona de Aragón y al reino de Valencia en 1296 por Jaime II el Justo, si te viera ahora con el ascensor que taladra la piedra para comodidad de los visitante y está en perfecto uso a pesar de que tienen ya más de treinta años Al castillo le circunda un lazo de carretera que, escondida entre un ejército de pinos carrascos y duros que resisten al fuego a y a las sequías, nos conduce a la puerta del viejo resistente castillo, puedes aparcar en su interior junto a las almenas, visitar el salón de Felipe II, lugar de encuentros culturales y conmemorativos, donde los poderosos muros te hacen sentir seguro de los ataques del Borbón Felipe V en la Guerra de Sucesión (1706-1706), pues estabas en poder de los ingleses. Y luego la el acorazado «Numancia», en poder de los cantonalistas te derribó en 1873. Fuiste una lo que se una plaza fuerte con vistas al mar, ahora eres historia de las piedras y una tienda de souvenir, salón noble y sobre todo la inolvidable foto para el recuerdo. Y sobre todos los oxidados cañones de un pasado histórico olvidado pero cercano entre los siglos que nos contemplan.
Por Ramón Fernández Palmeral