Una manera de entender el mundo
Manuel Parra recrea en "Suma y sigue" la obra de sus maestros más queridos: un homenaje a la literatura desde la literatura
27-10-2011
POR JOAQUÍN JUAN PENALVA
Poesía
Manuel Parra Pozuelo (Socuéllamos, 1942) es uno de los nombres de referencia dentro de la cultura alicantina, entre otras razones, por sus trabajos sobre Miguel Hernández -de reciente aparición es Miguel Hernández: nueva visión- y por el papel fundamental que juega dentro de la Asociación Cultural Auca de las Letras. A su labor de crítico y profesor de literatura ha sumado siempre la de poeta, y ahora acaba de salir de las prensas una recopilación de sus poemas de los últimos años, que aparecen bajo el sugerente título de Suma y sigue, un extenso volumen que reúne un total de ochenta composiciones, repartidas en ocho partes o secciones, todas ellas con título.
Suma y sigue es, en realidad, un cancionero variado en el que se dan citas distintos metros y temas, pero que tiene como hilo conductor el amor por la literatura, y especialmente por la lírica. Como afirma Pablo Méndez en el prólogo, Manuel Parra "homenajea la literatura desde la misma literatura". En este sentido, el autor ha escrito la autobiografía de un lector de poesía, pero no de un lector cualquiera, sino de un lector excepcional, capaz de recrear en sus versos la obra de sus maestros más queridos.
La primera parte, Proemio, consta de tres piezas que destilan amor por la escritura lírica. Entre ellas, destaca Preguntas y respuestas, una suerte de autoentrevista en la que Parra trata de buscar el origen de la poesía en su propia vida: "La poesía es un mensaje que se encierra en una botella y nadie sabe quién recogerá ese despojo en los mares del tiempo". En Mimesis y homenajes, la segunda parte, encontramos veintiséis composiciones, la mayoría de ellas dedicadas a poetas. No faltan en esa convocatoria Juan Ruiz, Garcilaso, Fray Luis de León, San Juan, Góngora, Quevedo, Bécquer, Unamuno, Rubén Darío, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez e incluso Mario Benedetti, por citar solo algunos. De esta serie, sobresalen las piezas dedicadas a Cervantes y a sus personajes, pero también La desnudez escapa de la púdica Oleza -homenaje a Gabriel Miró- y, sobre todo, el poema en seis tiempos que le dedica a Miguel Hernández. Sin duda, lo mejor de esta parte es que el autor trata de recrear el estilo de cada poeta y los motivos que predominan en su poesía.
La tercera parte de Suma y sigue, Íntimas evocaciones, agrupa diecinueve piezas que giran en torno a la escritura y la palabra, pero también hablan sobre la vida y los recuerdos. "¿Dónde fue tanta lumbre? / ¿Por qué pasó y aún sigue / vibrando en nuestra sangre?", dicen los últimos versos de Crepúsculos. Más adelante, Parra escribe sobre lo efímero de de cuanto nos rodea en Así la gloria del mundo pasa: "Todo se inicia y muere a nuestros ojos, / que averiguan lo oculto, el arquitrabe / sosteniendo techumbres y tejados". Aunque la segunda y la tercera parte concentran más de la mitad de composiciones de todo el volumen, Donde crecí ofrece cinco magníficas piezas en las que Manuel Parra rinde un homenaje a su tierra natal, lugar de vides y vinos. Así, en Y donde yo, por siempre, los recuerdo, presenta un recorrido por la historia familiar: "Estoy llorando porque el tiempo pasa / y los que tanto quise ya no están. / Solo queda el solar donde vivieron / y donde yo por siempre los recuerdo".
En la quinta parte, Amorosos efluvios, descubrimos un pequeño cancionero amoroso compuesto por ocho piezas, mientras que Entornos, la sexta parte, ofrece al lector una decena de poemas con aire muy cotidiano, aunque no falta en ellos la alusión a la poesía, al pasado y a un tú que pronto se convierte en nosotros. La séptima parte, De uno mismo y de prójimos tan próximos, en cambio, incorpora un tono socialrealista al conjunto, pues las siete composiciones tratan la realidad circundante desde un punto de vista social. Destaca, sin duda, No en mi nombre, Bagdad, con la guerra de Irak como telón de fondo: "No en mi nombre, Bagdad: yo te lo digo; / en mi nombre, Bagdad, la primavera; / mi corazón, Bagdad, está contigo".
Al final de la lectura, ya solo aguardan los dos poemas de Colofón. El primero, Mientras el tiempo huye, es una reelaboración deltópico grecolatino, mientras que el segundo, ¿Qué diré en el silencio?, supone un excelente broche para todo el volumen: "Cuando se apague el viento y cesen mis latidos / que sea solo el silencio el que mis labios selle". Suma y sigue no es solo un libro de poesía más, sino una suerte de testamento lírico, una manera de entender la literatura y, por tanto, el mundo.