LA ADULTERA Y EL LIBRO DE JESUS*
Sn. Juan, 8, 1-11.-
A José Antonio German , Profesor en Letras.-
Lo imagino –diría que lo veo-
prodigando a los pobres la cadencia
de la parábola por toda ciencia,
en el Templo, ignorando el ajetreo
y los afanes. Pero el fariseo
lo interrumpe sin pizca de inocencia.
“Maestro, que me ilustre tu sapiencia;
esta mujer, ¿merece el apedreo?
(El Nazareno agacha la cabeza
reposando en un puño la barbilla
y con la diestra, hincando la rodilla,
escribe aparentando ligereza)
“Quien no pecó, que arroje la primera
piedra”, dice a la turba justiciera
incorporándose. Después se inclina
en silencio, cual si estuviera ausente,
volviendo a su escritura ante la gente
que, anonadada, no se determina
a cumplir con la ley. Una cortina
se ha rasgado ante todos. Mansamente,
uno a uno, con gesto penitente,
dejan caer la lápida asesina.
El dedo de Jesús trazó en el suelo
palabras, sílabas o letra arcana,
en día de furor y desenfreno.
Para nos, la esperanza y el consuelo
de que por Su naturaleza humana
haya escrito: “Ni juzgo, ni condeno”.
Gustavo Rubén Giorgi, en Zárate, a 8 de febrero y 15 de marzo de 2011.-
*Con su habitual agudeza Borges ha observado que Jesús, como el Buda, fue un maestro oral. Este poema es una glosa a la única escritura Suya de que tengamos noticia, según cuenta el Evangelio de Juan.