Autopublicación, el último recurso de los malos escritores (y otras mentiras que no debes creer)
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El problema al que se enfrentan muchos escritores noveles es encontrar una editorial que quiera publicar su obra. Las puertas no se abren fácilmente para ellos y, si realmente quieren dar a conocer sus libros, tienen que buscar otras salidas. La autopublicación es una de ellas.
PREJUICIOS
Lo primero con lo que se topan estos escritores es con un prejuicio. ¿Autopublicación? ¿Pero ese no es el recurso de los malos escritores? Son muchos, tanto profesionales de la edición como lectores y escritores, quienes creen que si una obra no es publicada por los canales habituales es porque no tiene la calidad suficiente. Que es una mierda. Un ñordo. No vale nada.
«Desgraciadamente, la autopublicación tiene ciertas connotaciones negativas en el mundo del libro», confirma Javier Celaya, editor y socio fundador de Dosdoce, [Catálogo de ECU] editora de libros electrónicos. Pero él cree que es una idea errónea. De hecho, muchos grandes escritores, como Jorge Luis Borges, Virginia Woolf y Benito Pérez Galdós, recurrieron en algún momento de su carrera a autopublicar sus obras. ¿Acaso son ellos sospechosos de escribir mala literatura?
Tampoco lo cree Paco Melero, editor en Hebras de Tinta. «Igual que en la autopublicación está el mito de que todo lo que se publica es de segunda división, también está el mito de que todo lo que se publica por la convencional es bueno, y eso no es así en absoluto. Autopublicar o publicar de forma tradicional no es garantía de que tu obra sea mejor o peor. Simplemente estás utilizando distinto canal».
Y lo corrobora Clara C. Scribá, escritora, correctora, profesora de Escritura Creativa en la Universidad Antonio de Nebrija y fundadora de la empresa de servicios editoriales Letropía. «No hay un camino malo y otro bueno. Los dos métodos de publicación son válidos, ambos te permiten, de una u otra manera, poner ante los ojos de tu lector tus palabras. Ese tiene que ser el objetivo. A día de hoy, un libro no es mejor o peor porque haya una editorial detrás. Lo sé porque he corregido muchos libros dignos de completar las estanterías de cualquier librería de prestigio que, sin embargo, ninguna editorial ha querido apoyar, y eso no hace ni al escritor ni al libro menos digno de la atención de los lectores».
«Ese prejuicio ha hecho que muchísimos editores no se hayan beneficiado de todo lo que ofrece la autoedición». Y con esta afirmación, Javier Celaya apunta a otra cuestión. Las plataformas digitales, que es a donde mayoritariamente se sube la mayor parte de contenidos autopublicados, podrían funcionar ahora como tradicionalmente han hecho las ferias del libro en el sector convencional: como escaparates en los que poder descubrir nuevos escritores.
«Hay plataformas de autoedición, como Bubok en España, o a nivel internacional Wattpad, Lulu [Amazon en español] y demás, que, si los editores hubieran tenido una mayor sensibilidad por esta manera de publicarse, hubieran detectado una gran cantera de posible talento», explica el editor. ¿En qué sentido? Visitando esas plataformas, comenta, es posible saber qué temática o qué obra, por los motivos que sean, está teniendo muchísima atención en el mercado. «Y en el mundo de los contenidos, que ya sabemos lo difícil que es dar con ese contenido que, de repente, se convierta en un best seller, estas plataformas de autoedición, debidamente bien entendidas, pueden dar muchas claves al sector».
Otro prejuicio está en pensar que solo los autores de novela o cuentos tendrán más éxito en la autopublicación, pero no es así. Según comenta Paco Melero, existe una gran diversidad de contenido en este canal, y por ende, de géneros, algo similar a lo que ocurre en la edición convencional. «La diferencia no estriba en el tipo de género en el que el autor delimita su obra, sino en el tipo de catálogo que tenga la editorial. Por ejemplo, hay editoriales convencionales que solo publican poesía o teatro y ese es el tipo de autor que publican. Planeta publica de todo o Destino ensayo… En la autopublicación no hay un contexto específico de catálogo, es por ello que encuentras mucha diversidad, diversidad que proviene del imaginario creativo del autor que solicita nuestro trabajo de edición. Lo que sí creo es que funciona muy bien el género novela y relato, pues son los más literarios y mejor adaptados al ocio cultural de la lectura».
En eso último coincide también Clara C. Scribá. «La novela y los libros de no ficción son los que más éxito tienen en las plataformas de autopublicación. Los lectores están empezando a asumir que hay escritores buenos que han decidido autopublicarse y que sus libros se encuentran en internet y no en una librería». Aunque matiza: «Los lectores de poesía creo que todavía confían mucho en las editoriales tradicionales».
Y ya que estamos descartando prejuicios, tampoco parece acertado creer que la autopublicación es un canal minoritario por el que optan los autores noveles. «Según el estudio El sector del libro en España del Observatorio de la Lectura y el Libro del Ministerio de Cultura (de abril de 2018), un 25% de las obras publicadas son autopublicadas, y creo que es un porcentaje que va a aumentar con los años», aporta Scribá, dato que confirma Javier Celaya, de Dosdoce. [Catálogo de ECU]
Según este editor, ese mercado de la autopublicación está liderado por Amazon, la principal plataforma que ha apostado por ello a través de su Kindle Direct Publishing y otras herramientas. Aunque no es posible registrar ese dato en informes anuales como el que ofrece la Federación de Gremios de Editores de España porque este organismo solo incluye datos de sus representados y la plataforma americana no lo es. «Esto hace que los datos del informe de la Federación sean incompletos, y siempre minimizan el impacto de la autopublicación en nuestro país diciendo que es vanity publishing, publicación de ego».
Y sentencia: «Hay una gran cantidad de público que consume contenido autopublicado, pero el sector no lo reconoce (y nunca lo reconocerá)».
PROS Y CONTRAS DE LA AUTOPUBLICACIÓN
La mayor ventaja que ofrece a un autor este sistema de edición es que él controlará completamente todo el proceso de edición de su obra. Tú pagas, tú decides.
Por otro lado, el beneficio económico que se obtiene por la venta de la obra es mayor. Todo lo ganado va a parar al bolsillo del escritor, que conserva todos los derechos de comercialización y no solo los de autor. «La gran diferencia entre la autopublicación y la publicación tradicional es que, en la tradicional, la editorial paga la obra, por tanto, quiere beneficio. Si ese beneficio no llega, tu obra muere porque tienes un contrato en el que la editorial tiene los derechos de comercialización. Sin embargo, en la autopublicación no».
Y lo de conservar los derechos de comercialización no es baladí. Si publicas en una editorial convencional y tu libro no da los beneficios esperados, muere ahí. No volverá a publicarse ni en esa ni en ninguna otra editorial porque los derechos para comercializarlo no pertenecen al autor. Eso, como bien apunta el editor de Hebras de Tinta, no ocurre con la autopublicación. «Tú puedes publicar conmigo, y si no te funciona, te vas a otra editorial. Tienes los derechos libres, para ti».
«Algunas de las ventajas de la autopublicación son que puedes conseguir una rentabilidad económica si lo haces bien, que los tiempos los controlas tú y que los profesionales en los que te apoyes te van a aconsejar, pero eres tú quien tiene la última palabra. Además, autopublicar es un proceso en el que se aprende mucho y del que el autor suele salir reforzado», opina Clara C. Scribá.
En el lado de los contras, explica la escritora y fundadora de Letropía, está «una mayor dificultad para promocionar el libro y encontrar lectores; la inversión económica inicial y que autopublicar un libro tiene muchísimos pequeños detalles que hay que conocer bien, así que lo normal es que la primera vez no salga perfecto (excepto si das con las fuentes de información y los profesionales correctos)».
¿QUÉ HACEN LAS EDITORIALES DE AUTOPUBLICACIÓN POR UN AUTOR?
Aquí, como ocurre con todo en el mercado, hay mucha variedad.
«Tanto las empresas de servicios editoriales como Letropía y las editoriales de autopublicación ofrecemos corrección, maquetación, diseño de cubiertas y gestión de algunos trámites necesarios (ISBN, Depósito Legal, subida del libro a plataformas, etc.)», detalla Scribá. Esos serían los servicios básicos. A partir de ahí, cada empresa es un mundo. «Otros servicios complementarios están relacionados con la promoción del libro y con el asesoramiento a autores (con respecto a su obra y al sector). En Letropía ofrecemos formación porque tenemos claro que para un autor novel no es fácil encontrar la información necesaria para evitar ciertos errores de novato», señala la escritora.
En realidad, el autor que recurre a la autopublicación debería buscar algo más que convertir en un PDF su texto en Word y colgarlo en alguna plataforma digital a la espera de que alguien lo lea. Al fin y al cabo, como recuerda Javier Celaya, «si quieres tener un retorno y poder vivir de tu obra, te tienes que profesionalizar en tu tarea de editor»: que tenga una cubierta llamativa, una buena edición, saber promocionarlo, distribuirlo, comercializarlo… Y esos son los servicios que ofrece una editorial de autopublicación o una empresa de servicios editoriales. [Catálogo de ECU]
«Como ese autor que se autopublica no tiene las herramientas ni la profesionalidad para hacerlo con calidad, contrata a gente que sí sabe hacer eso para que le haga la parte de edición. Esa parte de edición es lo que hacemos nosotros. Es decir, ayudamos al autor que quiere autopublicarse su libro a que lo haga de forma cualificada, con profesionales y con calidad», resume Melero.
Es en esos servicios adicionales donde se encuentra la diferencia entre unas editoras y otras. Las hay que buscan cuidar más de su cliente, y le exigen pasar por ciertos criterios de calidad, y las hay que solo viven de editar esas obras y no hacen ascos a ningún texto, les llegue como les llegue.
«El autor elige lo que quiere pagar y lo que no. Por eso a veces ha tenido muy mala fama la autopublicación», señala Paco Melero. «La editorial de autopublicación, con tal de abaratar el precio y que el autor se quede con sus servicios, restaba muchos de esos servicios. Sin embargo, otras editoriales de autopublicación, como Hebras de Tinta, preferimos no publicar, no coger un cliente si no pasa por todos los filtros de calidad que necesita ese manuscrito para ser publicado».
Y esos filtros son una edición de estilo u ortotipográfica (o ambas) y un texto que, al menos, presente cierta coherencia. A cambio, asegura el editor de Hebras de Tinta, ellos mimarán el proceso de edición y aconsejarán al autor sobre tirada y otros aspectos para ayudarle a poner a la venta una obra de calidad. «El éxito del autor es mi éxito, al fin y al cabo», afirma Melero.
Sin embargo, la fundadora de Letropía no está de acuerdo con que haya un proceso de cribado. En su opinión, esas obras autopublicadas «no pasan por ninguna criba porque ellos están contratando un servicio. Desde mi punto de vista, hacer esa criba sería como si en un salón de belleza no permiten entrar a personas que no cumplen con unos requisitos estéticos. Sin embargo, es normal que esa selección se haga en una agencia de modelos. Este caso es muy parecido. En edición tradicional es la editorial la que pone el dinero, por lo tanto, es normal que decida en quién va a invertirlo: en quien le vaya a dar un beneficio mayor o cumpla con unos parámetros concretos. Una empresa de servicios editoriales lo que hace es mejorar todo lo posible la obra (según el presupuesto que haya) y apoyar al autor. Es un concepto diferente».
La primera pregunta que hace un autor que quiere autopublicar sus obras es cuánto le va a costar. Obviamente, todo dependerá de los servicios adicionales que contrate con esa empresa, así como de la extensión de la obra, la tirada, la calidad de la edición… Pero podría decirse que sería a partir de unos 400 o 600 euros. «Siempre digo que en este sector hay distintas calidades como las hay en otros sectores. No cuesta lo mismo un bolso de tela que uno de piel de una marca reputada. Pues según qué profesionales busques, su experiencia y la calidad del servicio y de los materiales del libro final, el precio cambiará. Tampoco es comparable la edición de una novela con la de un libro ilustrado», aclara Scribá.
Una vez que el libro ya tiene forma, toca comercializarlo. «Ya no necesitamos el acceso a librerías. Nosotros donde más libros vendemos es en nuestra página web. Lo que el lector tiene que tener claro es, en diez segundos, dónde comprarlo, pero no necesita que esté a la venta en mil librerías», afirma Paco Melero.
Conviene, por tanto, desterrar el mito de que un libro se vende mejor en una librería física. «Hay gente que piensa que, si su libro no está en La Casa del Libro, no existe a nivel comercial. Sin embargo, si tu libro está ahí, en una librería que tiene, a lo mejor, un millón de ejemplares, tu libro estaría ocupando los 4 mm de lomo en un anaquel detrás de otro anaquel. Eso y no existir es lo mismo». La clave, en opinión de Melero, está en encontrar el hecho diferenciador de tu producto.
SATURACIÓN DEL MERCADO EDITORIAL
Se lleva tiempo diciendo que el mercado editorial español está saturado. Que se publican más libros que lectores existen [no hay compradores de libros, por culpa de Guasap y la TV]. Según datos del Informe sobre el Sector Editorial Español de la Federación de Gremios de Editores de España, en 2018 en este país se editaron 76.202 títulos, con una tirada media de 3.762 ejemplares por título. El catálogo editorial español en comercialización asciende a 677.241 títulos; y se vendieron 160.852 millones de ejemplares. ¿Contribuye la autopublicación a saturar aún más el mercado? [Catálogo de ECU]
Según el editor de Hebras de Tinta, sí en cuanto a cantidad, pero no en cuanto a calidad. «Con la autopublicación, al haber más cantidad, lo que ha ocurrido es que más personas tienen el acceso a publicar su obra, pero eso no es malo». Para Melero eso es «democratizar la cultura».
«La culpa de esta sobreabundancia no la tiene la autopublicación, sino el sector editorial, que no para de producir», advierte Celaya, muy crítico con esto. «Y esto es así porque tiene un sistema vicioso; el sector tiene que estar constantemente publicando novedades con el fin de ocupar la mesa de novedades de las librerías y dinamizar el mercado. Hay muchísimos artículos sectoriales que hablan de la burbuja inmobiliaria en el mundo del libro».
El
editor ve también una sobreabundancia de contenidos en el libro
digital, sector en el que él y su editorial, Dosdoce, están
especializados. El problema se agrava si se admite que en España no hay
tantos lectores. Según el estudio Hábitos de lectura y compra de libros en España que la Federación de Gremios de Editores realizó en 2019, casi el 40% de españoles (37,8%) no son lectores. [Dónde guardas tanto libros, lo mejor, barato y práctico es digital -de usar y tirar].
«España fue en 2017 (Bookmap, how big is global publishing) el país con mayor publicación de libros por habitante en la Unión Europea, solo por detrás de Reino Unido», aporta Clara C. Scribá, por su parte. «Pero la autopublicación no es responsable de ese dato, ya hemos dicho que solo supone un 25%. En mi opinión, la autopublicación es un signo de la pasión de los españoles por la escritura [somos mas creadores que lectores], que en estos años ha crecido».
«Quizá lo que hay que intentar es fomentar el interés por la lectura, de forma que esa saturación no sea tal porque nos sobren ganas para leer», propone la escritora y fundadora de Letropía. «No oigo a nadie decir que las plataformas de series y películas estén saturando el mercado. ¿Por qué? ¿Acaso hay pocas producciones? No, porque hay interés y los espectadores, por ahora, las consumen todas en mayor o en menor medida».
«La sobreabundancia es algo con lo que el sector editorial va a tener que convivir, porque no solo hay sobreabundancia de libros en papel, sino sobreabundancia de libros digitales y de otros formatos como los audiolibros y los podcasts», advierte Javier Celaya. «Y a mí me parece maravilloso que yo, como lector y consumidor de contenidos culturales, en este caso digitales, tenga más oferta. Luego, que tenga más criterio para seleccionar bien ya es otra cosa. Nos tienen que enseñar a cribar, como consumidores; no depender de un algoritmo que te ofrece continuamente lo mismo».
«En el mundo del libro, nunca hemos tenido acceso a tanto contenido, a tantas historias, y esto yo creo que es positivo. Humanamente, es una de las cosas mejores que nos han pasado en la vida. Independientemente luego del grado de calidades».
ESCRITORES QUE SE AUTOPUBLICARON
JANE AUSTEN – La escritora británica tuvo que financiar de su propio bolsillo los costes de edición de su primera novela, Sentido y sensibilidad.
VIRGINIA WOOLF – Creó su propia editorial, Hogarth Press, junto a su marido para publicar sus obras.
E.L. JAMES – Publicó la primera parte de su trilogía 50 sombras de Grey en una editorial australiana de autopublicación llamada The Writer’s Coffee Shop. Fue en el año 2011, en formato e-book y de bolsillo, y bajo demanda.
MARGARET ATWOOD – El poemario Double Persephone (1961) fue la primera obra de la autora de El cuento de la criada. Ella misma hizo 220 copias y diseñó su propia portada.
FEDERICO MOCCIA – El escritor italiano optó por la autopublicación de su primera obra, A tres metros sobre el cielo, a través de una pequeña editorial de este sector. El boca a boca consigue aumentar la demanda del libro y Moccia se vio obligado a reeditarlo al agotarse los ejemplares.
BEATRIX POTTER – Ningún editor quiso publicar el cuento de esta escritora británica, The Tale of Peter Rabbit. Ella misma realizó 250 copias de su manuscrito.
ELENA FAVILLI Y FRANCESCA CAVALLO – Para poder publicar Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes, sus autoras recurrieron al crowdfunding.
RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN. El autor de Luces de bohemia y de tantas otras obras no se fiaba de ningún editor para publicar su obra. Él mismo se publicó sus libros, encargándose también de la distribución y venta de cada ejemplar.
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