(Dibujo a lápiz de Antonio Machado por Ramón Palmeral, 2013. Homenaje)
1
Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.
Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.
¡Eran
tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!...
en sueños, tan verdaderas!...
Vive,
esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!
lo que se traga la tierra!
2
Allá, en las tierras
altas,
por donde traza el Duero
su curva de ballesta en torno a Soria,
por donde traza el Duero
su curva de ballesta en torno a Soria,
entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños...
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños...
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y
blanco;
dame tu mano y paseemos
por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo, triste, cansado, pensativo y viejo.
por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo, triste, cansado, pensativo y viejo.
3
Una noche de
verano
—estaba abierto el balcón y la puerta de casa—
la muerte en mi casa entró.
Se fue acercando a su lecho
—ni siquiera me miró—,
con unos dedos muy finos,
algo muy tenue rompió.
—estaba abierto el balcón y la puerta de casa—
la muerte en mi casa entró.
Se fue acercando a su lecho
—ni siquiera me miró—,
con unos dedos muy finos,
algo muy tenue rompió.
Silenciosa y sin mirarme,
la muerte otra vez pasó
delante de mí. ¿Qué has hecho?
La muerte no respondió.
Mi niña quedó tranquila,
dolido mi corazón,
¡Ay, lo que la muerte ha roto
era un hilo entre los dos!
la muerte otra vez pasó
delante de mí. ¿Qué has hecho?
La muerte no respondió.
Mi niña quedó tranquila,
dolido mi corazón,
¡Ay, lo que la muerte ha roto
era un hilo entre los dos!
4
He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del
camino en la ribera del Duero,
entre San Polo y San Saturio,
tras las murallas viejas de Soria
tras las murallas viejas de Soria
—barbacana hacia Aragón, en castellana
tierra—.
Estos
chopos del río, que acompañan con el sonido de sus hojas secas
el son del agua, cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres de enamorados,
cifras que son fechas.
ANTONIO MACHADO EN
SORIA