¡Al oeste, al oeste, la hora apura!
Europa cruje y gruñe, encerrojada.
El Turco ha aprisionado, como nada,
de la antigua Bizancio, su cordura.
¡Al oeste, al oeste! Alucinadas
las carabelas surcan, con premura
el colosal Atlántico, en la pura
mañana de un agosto, empecinadas.
Sirenas mitológicas, barreras
junto a monstruos alados que vigilan
narrados por las sagas marineras
oprimen a los bravos que cavilan
navegando a unas Indias de quimera
¡que en aquel mes de octubre se perfilan!
De mi libro: Mirador de Dos Mundos. Quinientos luego (1492-1992).
Irene Mercedes Aguirre