De dos brazos en cruz,
al horizonte llamaste,
tu corazón enterraste,
caíste adolorido,
tras lágrimas de sangre,
en tu muerte, escocido,
apaleado sin sentido,
sensación de dormido,
más muerto que vivo.
Apuntalado, brazos,
pies y manos.
Corona de espinas.
Barbas de solsticio,
alumbrando tú camino.
Reencuentro en los cielos.
A Dios Salve.
A los limbos un estandarte.
Blancos cancioneros,
con espadas; rastreros,
llevándole, a merced,
entierro de alforja y vidrio,
saqueado tras miles de siglos.
Plebeyos arrodíllense.
Ante su Dios, de todos,
más de nadie, o ninguno.
Sólo existe uno. Humillado.
Arrinconado, apedreado.
Sufridor de las carnes.
Las gentes lloran,
Sin motivo alguno.
Es emotivo el instante.
Dios ha resucitado.
El pasaje es allanado,
sus pies aún descalzos.
La gloria ha resurgido.
FRANK - 02/04/2010 - DRO