POESIA PALMERIANA

Los poetas somos como los leones, después de que nos disparen podemos lanzar nuestras garras. Página administrada por el poeta Ramón Palmeral, Alicante (España). Publicamos gratis portadas de los libros que nos envían. El mejor portal de poetas hispanoamericanos seleccionados. Ramón Palmeral poeta de Ciudad Real, nacido en Piedrabuena.
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La mayor satifacción que tengo al escribir es saber que alguien me lea cuando yo esté muerto.

viernes, 22 de enero de 2010

Hojas quebradizas de tu olvido



por Ramón Fernández Palmeral




I

Camino entre rrrrrrrrrrayos que el sol domó

las hojas quebradizas duermen en el otoño y

en el antiguo dolor,

recuerdos alegres de un nombre de mujer,

fecundo naranjo, esperanza verde que perdí.

Recorro el camino,

el último camino de ovejas ciegas,

perezosas y elipsoides en su tornaluna de lana y luna,

estallan en el tiempo infinito, viejo, una mirada

errrrrrrrrrrrrática hacia dentro, hallé un círculo

de cítaras y de cavernas silenciosas, astrágalo varado,

condición servil del tiempo y de la muerte...





II

... víscera de la placenta detenida en la estética plástica

contrata lirios y espadas de juncos sin hojas,

juncos contra las espadas

contra espadas y juncos indomables

vientos contra la Albacete escarcha de acero, hambrienta,

alegre de iras, víscera animal que llevo dentro...

...y el violeta en las jarcias del trébol Mediterráneo

enjaulado en su angustia primitiva de peces y dátiles

marinos, oro en los labios, de un beso que perdí

la vida y el primer verso..., y el tiempo del tiempo,

la vida y el primer navegar y en la huida.



III

Compañera de viajes y lechos de pedernales

entre las esquivas e incólumes pisadas de tu adiós

con la pupila órfica y el remate de tu látigo

en el beso que ya no me corresponde olvidó la suavidad del

[pétalo enano,

corrompido el arrugado de tu Beatriz pura conífera ausencia

ovejas ciegas y gallos ciegos en danzarinas veletas, impasibles y

sigilosas al cuidado del vapor sin viento. Aquel humo

amoroso en el hogar de altas chimeneas con aroma

a huida al norte de azahares de seis pétalos limonados

que el polo norte robó del sur y de mi sur.



IV

...recuerdo palabras lapidadas en la mentira,

en los versos falsos de tu mirada promesa

naufragios de árboles descalzos

desbocados de hojas y de olas. La imagen auditiva herida

en la yugular de tus labios, desata la puerta de tu cripta boca

besos quebradizos no quiero,

ausencias prolongadas, arrojadas del folio parapléjico de tinta

sin cartas blancas inhóspitas y frías...

...destripado y desollado me hallo en este sur

aquí solo,

aquí triste,

aquí ofendido por la zarpa de tu partida,

de tu boca efímera del beso que el ojo no vio ni el labio

se dolió de su arruga. Santuarios marianos en la verde loma

que el arcángel desplumado, esquinas del aire y sombras,

lagunas de web sin tu nombre, poemas que alcanzan deseos....



V

El hierrrrrrrrrrro breve de tu abismo, sombra en la sombra

de aquellos árboles desplumados que un día

fueron palmeras besuconas, y

el lirio fantasma de tus manos, alas de hojas renacidas alegran

la coraza de mi espada sedienta de tu recuerdo,

ausente, destrozado, lánguido de hijos,

caída de un escalofrío que reclaman besos

sagrados, secreta resurrección en tu alegría.

Alcanzado por el sueño existencial de la despedida.

manos que no recogen el fruto de mi huerto

que no recoooooooren el rostro animado de caricias

de oveja ciegas al ocaso de tu hoja quebradiza

de una palabra que es un adiós definitivo,

alcancía de recuerdos que el viento quema aquelarres

en mí, como en tus relinchos salvajes de desprecios.

Lejos la villa arde y el elefante del pico largo

resuena entre rascacielos, en que se ha convertido, sábana,

la esperanza de recuperarte. Y la villa arde,

arde sin ti,

arde sin llamas en el páramo de mi soledad.

Se fue tu boca y con ella el beso lilial que no me diste

con las aladas almas de las rosas del infierno,

donde yo, gris, quieto, ya sin dolor,

emerjo a la verdad real

encarcelo tu tiranía,

émula de toda desesperación.



VI

Cerámico ya mi recuerdo, ya gordos fósiles,

rajados en lomos y enriquecidos olvidos,

guardan sangre y resignación, trabajo solo.

Romper el cristal de tu cuerpo, luna y cuarto,

en ronco metal de contadas monedas calientes,

no gastaré mi huerto de pasiones, todo ahorro,

gasto de energía, acumulado adiós, solo.

En el malecón rompían las olas de tu vestido,

y el filo de tus labios ya olvido, ya menudo,

ya angosto y herido,

se clavará en el monstruo de la escritura de mi mente,

ya ausente, no resucito.

Ramón Palmeral