POESIA PALMERIANA

Los poetas somos como los leones, después de que nos disparen podemos lanzar nuestras garras. Página administrada por el poeta Ramón Palmeral, Alicante (España). Publicamos gratis portadas de los libros que nos envían. El mejor portal de poetas hispanoamericanos seleccionados. Ramón Palmeral poeta de Ciudad Real, nacido en Piedrabuena.
Contacto: ramon.palmeral@gmail.com.
La mayor satifacción que tengo al escribir es saber que alguien me lea cuando yo esté muerto.

domingo, 15 de julio de 2018

Fragmento de "La llamada de la tribu" de Marío Vargas Llosa

 

                  Editado por Algaguara

LA LLAMADA DE LA TRIBU

Mario Vargas Llosa (Premio Nobel de Literatura)

5 (pág)  Libro recomenado para la higiene del pensamiento político

Fragmento

La llamada de la tribu

Nunca habría escrito este libro si no hubiera leído, hace más de veinte años, To the Finland Station, de Edmund Wilson. Este fascinante ensayo relata la evolución de la idea socialista desde el instante en que el historiador francés Jules Michelet, intrigado por una cita, se puso a aprender italiano para leer a Giambattista Vico, hasta la llegada de Lenin a la estación de Finlandia, en San Petersburgo, el 3 de abril de 1917, para dirigir la Revolución rusa. Me vino entonces la idea de un libro que hiciera por el liberalismo lo que había hecho el crítico norteamericano por el socialismo: un ensayo que, arrancando en el pueblecito escocés de Kirkcaldy con el nacimiento de Adam Smith en 1723, relatara la evolución de las ideas liberales a través de sus principales exponentes y los acontecimientos históricos y sociales que las hicieron expandirse por el mundo. Aunque lejos de aquel modelo, éste es el remoto origen de La llamada de la tribu.

No lo parece, pero se trata de un libro autobiográfico. Describe mi propia historia intelectual y política, el recorrido que me fue llevando, desde mi juventud impregnada de marxismo y existencialismo sartreano, al liberalismo de mi madurez, pasando por la revalorización de la democracia a la que me ayudaron las lecturas de escritores como Albert Camus, George Orwell y Arthur Koestler. Me fueron empujando luego, hacia el liberalismo, ciertas experiencias políticas y, sobre todo, las ideas de los siete autores a los que están dedicadas estas páginas: Adam Smith, José Ortega y Gasset, Friedrich von Hayek, Karl Popper, Isaiah Berlin, Raymond Aron y Jean-François Revel.

Descubrí la política a mis doce años, en octubre de 1948, cuando el golpe militar en el Perú del general Manuel Apolinario Odría derrocó al presidente José Luis Bustamante y Rivero, pariente de mi familia materna. Creo que durante el ochenio odriísta nació en mí el odio a los dictadores de cualquier género, una de las pocas constantes invariables de mi conducta política. Pero sólo fui consciente del problema social, es decir, de que el Perú era un país cargado de injusticias donde una minoría de privilegiados explotaba abusivamente a la inmensa mayoría, en 1952, cuando leí La noche quedó atrás, de Jan Valtin, en mi último año de colegio. Ese libro me llevó a contrariar a mi familia, que quería que entrara a la Universidad Católica —entonces, la de los niños bien peruanos—, postulando a la Universidad de San Marcos, pública, popular e insumisa a la dictadura militar, donde, estaba seguro, podría afiliarme al partido comunista. La represión odriísta lo había casi desaparecido cuando entré a San Marcos, en 1953, para estudiar Letras y Derecho, encarcelando, matando o mandando al exilio a sus dirigentes; y el partido trataba de reconstruirse con el Grupo Cahuide, del que fui militante por un año.
Fue allí donde recibí mis primeras lecciones de marxismo, en unos grupos de estudio clandestinos, en los que leíamos a José Carlos Mariátegui, Georges Politzer, Marx, Engels, Lenin, y teníamos intensas discusiones sobre el realismo socialista y el izquierdismo, «la enfermedad infantil del comunismo». La gran admiración que sentía por Sartre, a quien leía devotamente, me defendía contra el dogma —los comunistas peruanos de ese tiempo éramos, para decirlo con una expresión de Salvador Garmendia, «pocos pero bien sectarios»— y me llevaba a sostener, en mi célula, la tesis sartreana de que creía en el materialismo histórico y la lucha de clases, pero no en el materialismo dialéctico, lo que motivó que, en una de aquellas discusiones, mi camarada Félix Arias Schreiber me calificara de «subhombre».

Me aparté del Grupo Cahuide a fines de 1954, pero seguí siendo, creo, socialista, por lo menos en mis lecturas, algo que, luego, con la lucha de Fidel Castro y sus barbudos en la Sierra Maestra y la victoria de la Revolución cubana en los días finales de 1958, se reavivaría notablemente. Para mi generación, y no sólo en América Latina, lo ocurrido en Cuba fue decisivo, un antes y un después ideológico. Muchos, como yo, vimos en la gesta fidelista no sólo una aventura heroica y generosa, de luchadores idealistas que querían acabar con una dictadura corrupta como la de Batista, sino también un socialismo no sectario, que permitiría la crítica, la diversidad y hasta la disidencia. Eso creíamos muchos y eso hizo que la Revolución cubana tuviera en sus primeros años un respaldo tan grande en el mundo entero.

En noviembre de 1962 estaba en México, enviado por la Radiotelevisión Francesa en la que trabajaba como periodista, para cubrir una exposición que Francia había organizado en el Bosque de Chapultepec, cuando estalló la crisis de los cohetes en Cuba. Me enviaron a cubrir la noticia y viajé a La Habana en el último avión de Cubana de Aviación que salió de México, antes del bloqueo. Cuba vivía una movilización generalizada temiendo un desembarque inminente de los marines. El espectáculo era impresionante. En el Malecón, los pequeños cañones antiaéreos llamados bocachicas eran manejados por jóvenes casi niños que aguantaban sin disparar los vuelos rasantes de los Sabres norteamericanos y la radio y la televisión daban instrucciones a la población sobre lo que debía hacer cuando comenzaran los bombardeos. Se vivía algo que me recordaba la emoción y el entusiasmo de un pueblo libre y esperanzado que describe Orwell en Homenaje a Cataluña cuando llegó a Barcelona com... (Comprar el libro)...........................
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Descripción del producto

Reseña del editor

La autobiografía intelectual del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.
«La doctrina liberal ha representado desde sus orígenes las formas más avanzadas de la cultura democrática y lo que más nos ha ido defendiendo de la inextinguible "llamada de la tribu". Este libro quisiera contribuir con un granito de arena a esa indispensable tarea.»
La diferencia entre La llamada de la tribu y otros libros como El pez en el agua es que aquí el protagonismo no lo tienen las vivencias del autor, sino las lecturas que moldearon su forma de pensar y de ver el mundo en los últimos cincuenta años. En Nobel peruano ha hecho una cartografía de los pensadores liberales que le ayudaron a desarrollar un nuevo cuerpo de ideas después del gran trauma ideológico que supuso, por un lado, el desencanto con la Revolución Cubana y, por otro, el distanciamiento de las ideas de Jean-Paul Sartre, el autor que más lo había inspirado en su juventud.
Adam Smith, José Ortega y Gasset, Friedrich Hayek, Karl Popper, Raymond Aron, Isaiah Berlin, Jean-François Revel, le fueron al autor de enorme ayuda durante aquellos años de desazón, mostrándole otra tradición de pensamiento que privilegiaba al individuo frente a la tribu, la nación, la clase o el partido, y que defendía la libertad de expresión como valor fundamental para el ejercicio de la democracia.
Reseña:
«Estamos ante un ensayo sin pretensiones de intensidad académica, que se lee como una novela y que proporciona a todos aquellos que están muy alejados del liberalismo una interesante hoja de ruta de lecturas.»
José Ángel López, Que Leer

Biografía del autor

Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, nació en Arequipa, Perú, en 1936. Aunque había estrenado un drama en Piura y publicado un libro de relatos, Los jefes, que obtuvo el Premio Leopoldo Alas, su carrera literaria cobró notoriedad con la publicación de La ciudad y los perros, Premio Biblioteca Breve (1962) y Premio de la Crítica (1963). En 1965 apareció su segunda novela, La casa verde, que obtuvo el Premio de la Crítica y el Premio Internacional Rómulo Gallegos. Posteriormente ha publicado piezas teatrales (La señorita de Tacna, Kathie y el hipopótamo, La Chunga, El loco de los balcones, Ojos bonitos, cuadros feos, Las mil noches y una noche y Los cuentos de la peste), estudios y ensayos (La orgía perpetua, La verdad de las mentiras, La tentación de lo imposible, El viaje a la ficción y La civilización del espectáculo), memorias (El pez en el agua), relatos (Los cachorros) y, sobre todo, novelas: Conversación en La Catedral, Pantaleón y las visitadoras, La tía Julia y el escribidor, La guerra del fin del mundo, Historia de Mayta, ¿Quién mató a Palomino Molero?, El hablador, Elogio de la madrastra, Lituma en los Andes, Los cuadernos de don Rigoberto, La Fiesta del Chivo, El Paraíso en la otra esquina, Travesuras de la niña mala, El sueño del celta, El héroe discreto y Cinc

martes, 10 de julio de 2018

"Dorada ingravidez del tiempo". A Manuel Molina en el I Centenario de su nacimiento

5.- DORADA INGRAVIDEZ DEL TIEMPO


               A Manuel Molina en el I centenario de su nacimiento

Como “Hombres a la deriva” de un sueño imposible
de un navío que navegara lleno de las piedras,
de un navío cargado de esperanzas
con mástiles de versos vuelan como las hachas
veloces que los pinos derriban.

Tu amigo Miguel -guadaña 1942-
hacia las ocho orillas brillantes de las cuevas
donde habitan laa almas de los ruiseñores
que cantaron sobre sus fusiles azules.
En un charco dormido como un sueño leve
siguen escribiendo las  canciones
                               que
se revuelcan en la tierra deshecha en surcos
dominados por un arado de plata hiriente
sin “espadas como labios” de tu amigo epistolar
Aleixandre, que se fue tras la sombra transparente
para dormir bajo el cetro de cal y piedra viva.

Tu centenario no parece desprenderse
de las alas marchitas. Los relojes se ajustan
a sus horas, minutos y segundo,
Caminas ligero entre el palmeral oriolano
con fiebre de los besos que son rojos
         como Domingos de Pasión
                             bajo:
          “El viento una llama enamorada”
que hasta el farragoso silencio del martirio
huyen  como una libre loca
      que se refugia en tu herida de poeta grande.
Y tú Manolo  recordarás al poeta enjaulado tras las rejas
           –la de la pantera Rilkeana–
 que la mirada torturada, apretado el corazón que galopa
en el anhelo por ser poeta del pueblo.
 Dolor sonoro de las olas en el estío
 del este mar de Ulises que nos ahoga entre las boyas
que flotan de un puerto amigo salvajemente
 olvidado en una bahía de Leuka.

Compras un salvoconducto de un argonauta
para el fin del mundo entre los sargazos y los atunes
dibujados en una crátera griega.
    “Me sé todo el lenguaje de los ángeles” hablo contigo
entre
 enturbiados  tracios y troyanos personaje:
                         de la tierra era en el surco de la vida.
camina sin descanso a hacia los 100 años,
 con magnolios temblando en el agua fría.

Ramón Palmera
De su libro "Lágrimas ebrias de melacnolía" de venta en Amazon y LULU 


Ir al blog de Manuel Molina. Leer Biografía

lunes, 9 de julio de 2018

Breve currículum poético de Ramón Palmeral



   Ramón Fernández «Palmeral» (Ciudad Real –España, 1947),  hizo estudios de Geografía e Historia en Castellón de la Plana, y estudios de Derecho en Granada. Es autor de 35 libros de diferentes temas publicados en Amazon, Lulu y en varios Ayuntamientos como el de Orihuela. Fue director de las revistas Palmeral y Perito (Literario Artístico). Ha publicado en varias revistas como Auca, Numen o El Eco Hernandiano. Ha publicado los poemarios: Antología abierta (Amazon), 2016, La cólera de Aquiles (Amazon) 2017, Bocadillo de Balas (Lulu), 2017 y Lágrimas ebrias de melancolía (Lulu) 2017 y el ensayo sobre poesía De la creación poética (Amazon) 2017.      Son de destacar  los siguientes eventos:
  - Durante tres años fue presidente del certamen  de poesía Emilio Victoria del Grupo Numen.
  - En 2014 fue seleccionado en Toledo con un poema sobre El Greco en su centenario.
   -En 2016 ganó el Primer Premio de Poesía del Colegio de Enfermería de Alicante.
  - Forma parte de la antología Cántiga: poetas de la provincia de Ciudad Real. Primer cuarto del siglo XXI,   Editorial Ledoria, Toledo, 2016.
   -Ha participado en los Encuentros Nacionales de Poseía de Espejo de Alicante y en todas la publicaciones de Hablan los poetas, de dicha Asociación de la es socio.
   Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

domingo, 8 de julio de 2018

Recital homenaje a Nicolás del Hierro en Almagro, 11 de julio 2018





Hola, cantigueros, en esta II edición de Almagro íntimo os invito al recital- homenaje a Nicolás del Hierro que con la colaboración de Francisco Caro y su selección de poemas  

Para un examen íntimo: Doce poemas de Nicolás del Hierro, 

tendrá lugar el miércoles, 11 de julio de 2018, con los poetas que vienen en el cartel que os envío. 

Este año tiene la novedad de que forma parte de la programación del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro. La entrada es gratis.

Es mi deseo que el acto se pueda celebrar cada año o bienalmente al menos con poetas, distintos o no, y un poeta homenajeado que no siempre será de la tierra. Por supuesto recitaremos a los clásicos y puede ser una nueva cita veraniega con la poesía.


Estáis invitados/os.
Un abrazo,
Nieves Fernández



Intervienen los poetas:
Francisco Caro
Natividad Cepeda
Antonio Daganzo
Dyso
Juan José Guardia Polaino
Fernando López Guisado
Cristobal L. de la Manzanara
Carmen Manzaneque
Davina Pazo
María Pizarro
Nieves Fernández
Homenaje a Nicolás del Hierro por Ramón Palmeral

viernes, 6 de julio de 2018

En el centenario de El Greco



En el centenario de El Greco

Audaz y osado pintor, el cretense.
Al que llamaban despectivamente “El Griego”
 nos trajo el arte modernismo, las vanguardias,
cambió Venecia y Roma por Toledo la del Imperio español
sin mirar atrás, sin soltar los pinceles bajo el brazo.

El Tajo le sedujo con su mano fresca y fría
bajo los tilos y el choperal de ruidosas hojas.
Tuvo como amante a la bella Jerónima de la Cueva
decían de ella las mala lenguas que era morisca,
tuvieron un hijo, al que ante el clero llamaba sobrino.

Todos sucumbieron ante su arte, yo también cuando
hace ya 40 años contemplé “El entierro del Conde de Orgaz” en la
antigua iglesia de Santo Tomé, donde ocurrió otro milagro:
Mi inamovible admiración por El Greco me hace poner la pluma
esta del teclado moderno de un ordenado ciego.

No es caso una maravilla envuelta en túnicas doradas
como las hoja de los chopos del Tajo y el puente de Alcántara.


Ramón Palmeral
Marzo 2014

Leído en Toledo por la Asoicación de Poetas

jueves, 5 de julio de 2018

"Alta traición", poema del mexicano José Emilio Pacheco

 
No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
      es inasible.
Pero (aunque suene mal)
      daría la vida
por diez lugares suyos,
      cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
      fortalezas,
una ciudad deshecha,
     gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
      montañas
—y tres o cuatro ríos
 
 
Las flores del mar
A la memoria de Jaime García Terrés
Danza sobre las olas, vuelo flotante,
ductilidad, perfección, acorde absoluto
con el ritmo de las mareas,
la insondable música
que nace allá en el fondo y es retenida
en el santuario de las caracolas.
La medusa no oculta nada,
más bien despliega
su dicha de estar viva por un instante.
Parece la disponible, la acogedora
que sólo busca la fecundación,
no el placer ni el famoso amor,
para sentir: ­Ya cumplí,
ya ha pasado todo.
Puedo morir tranquila en la arena
donde me arrojarán las olas que no perdonan.
Medusa, flor del mar. La comparan
con la que petrifica a quien se atreve a mirarla.
Medusa blanca como la X’Tabay de los mayas
y la Desconocida que sale al paso y acecha
desde el Eclesiastés al pobre deseo.
Flores del mar y el mal las Medusas.
Cuando eres niño te advierten:
Limítate a contemplarlas.
Si las tocas, las espectrales
te dejarán su quemadura,
la marca a fuego, el estigma
de quien codicia lo prohibido.
Quizá dijiste en silencio:
­Pretendo asir la marea,
acariciar lo imposible.
Nunca lo harás: las medusas
no son de nadie celestial o terrestre.
Son de la mar que no es ni mujer ni prójimo.
Son peces de la nada, plantas del viento,
quizá espejismos,
gasas de espuma ponzoñosa
En Veracruz las llaman aguas malas.


Lluvia de sol
La muchacha desnuda toma el sol
apenas cubierta
por la presencia de las frondas.
Abre su cuerpo al sol
que en lluvia de fuego
la llena de luz.
Entre sus ojos cerrados
la eternidad se vuelve instante de oro.
La luz nació para que el resplandor de este cuerpo
le diera vida.
Un día más
sobrevive la tierra gracias a ella
que sin saberlo
es el sol
entre el rumor de las frondas.


Presencia
¿Qué va a quedar de mí cuando me muera
sino esta llave ilesa de agonía,
estas pocas palabras con que el día,
dejó cenizas de su sombra fiera?
¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera
esa daga final? Acaso mía
será la noche fúnebre y vacía
que vuelva a ser de pronto primavera.
No quedará el trabajo, ni la pena
de creer y de amar. El tiempo abierto,
semejante a los mares y al desierto,
ha de borrar de la confusa arena
todo lo que me salva o encadena.
Más si alguien vive yo estaré despierto.
 
Jose Emilio Pacheco 
 José Emilio Pacheco Berny (Ciudad de México, 30 de junio de 1939 - Ib., 26 de enero de 2014)3​ fue un escritor mexicano famoso principalmente por su poesía, aunque cultivó con éxito también la crónica, la novela, el cuento, el ensayo y la traducción.4​ Se le considera integrante de la llamada generación de los cincuenta o de medio siglo, en la que también se incluye5​ a Juan Vicente Melo, Inés Arredondo, Juan García Ponce, Huberto Batis, Sergio Pitol, José de la Colina, Salvador Elizondo, Carlos Monsiváis, entre otros. Comparte la perspectiva cosmopolita5​ que caracteriza a los literatos de esa generación, y los temas que aborda en sus textos van desde la historia y el tiempo cíclico,6​ los universos de la infancia y de lo fantástico, hasta la ciudad y la muerte. La escritura de Pacheco se distingue por un constante cuestionamiento sobre la vida en el mundo moderno, sobre la literatura y su propia producción artística,7​ así como por el uso de un lenguaje sin rebuscamientos, accesible.7​ Premio Cervantes.