POESIA PALMERIANA

Los poetas somos como los leones, después de que nos disparen podemos lanzar nuestras garras. Página administrada por el poeta Ramón Palmeral, Alicante (España). Publicamos gratis portadas de los libros que nos envían. El mejor portal de poetas hispanoamericanos seleccionados. Ramón Palmeral poeta de Ciudad Real, nacido en Piedrabuena.
Contacto: ramon.palmeral@gmail.com.
La mayor satifacción que tengo al escribir es saber que alguien me lea cuando yo esté muerto.

lunes, 18 de septiembre de 2023

Poema dedicado a Manuel Parra Pozuelo, por Ramón Fernández Palmeral

 




                       A MANUEL PARRA POZUELO

Te conocí luna y cuarto de la tarde
en la Universitas sala de Altamira añorado,
tu vulnerado silbo indestructible
en mi “indiscutible silbo” equivocado,
y en la memoria destrenzada
me quedó la “tolvareda estólica…”,
del sexto silbo hernandiano, convidado
libro de poemas muy bien recitados.

Años atrás, “si tanto te amé…
y ahora vulnerado silbo…,
de cárcel torturado en dunas y sal,
cuerpo indestructible y lapidado
de añoradas conchas, que
el tiempo en oro nácar sin ronzal
convierte una piedra inculta
en filosofal riqueza oculta.

Naciste del Socuéllamo llano
que como ave libre combate
la injusticia y el entuerto quijotesco,
idolatría de lo profano,
tú Manuel, labrador de poesías,
que como Miguel cabrero escapó
del inculto catecismo y del incienso
para huir hacia el huracán inmenso.

Parra eres de la vinosa tierra
y del manchego pozuelo madrugador
con brocal de raíces negras y sierra;
y diez cerezas manos, cuando 70 barcos
te trajeron a la mar sin pudor,
al anclado puerto de Alicante,
al borde del palmeral y de las olas, encaje
de espumas, y de vientos linaje.




Los cinco silbos vulnerados,
se han convertido ya en mariposas,
seis, seis arados hernandianos que
en su “aguijón de pan”
socavaron el pensamiento futuro
en la “tierra de mi huerto”, y la azada
masculina en el rincón oscuro, cuyo
hoyo la hiel entierra mundos.

Alforja que sonetos guardas,
gloria de tu sudor de versos,
rayos azules en bolígrafos de aceros,
que como bueyes al despuntar el alba
surcos que el dolor profanan.

Serás uno más de los amigos de Orihuela
que como Fenoll, Sijé o Molina,
del poeta cabrero los recuerda.




(En agradecimiento por regalarme tu poemario:
                                  “El vulnerado silbo indestructible” ).

Ramón Fernández Palmeral

Alicante, mayo 2004
 
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Libro publicado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

El vulnerado silbo indestructible

Primer premio del certamen de poesía Manuel Molina, patrocinado por el Ateneo de Alicante (2002)


Manuel Parra Pozuelo



Para Miguel Hernández y Manuel Molina, poetas, in memoriam.





    Que tengo un espejo


en cada barranco advierte


y menos la de la muerte


todas las voces reflejo.




Miguel Hernández, Escena V, Acto III, Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras.                





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Preliminares




Yo sé que en esos sitios tiritará mañana


mi corazón helado en varios tomos.



Miguel Hernández, Llamo a los poetas.                




El pasado no ha muerto, nunca muere


la verdad que en los versos se dibuja,


está siempre presente y siempre empuja


a lo sufrido hasta el sentir que hiere.


Lo vivido retorna y se requiere


volver a lo que fue, a lo que estruja


el corazón con su recuerdo, y puja


sin que pueda decírsele que espere.


Por eso voy a hablar de aquel pasado


que transcurrió hace mucho, hace ya tanto,


pero vive en los libros y en los versos,


y quisiera que, al verlo retratado,


se volviera a vivir aquel espanto


y sus contrarios sinos, ¡tan adversos!







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Los silbos nacen y el de Miguel se aleja




Partir es un asunto dolorido


como morir; al muerto y al ausente


ni la fotografía más ferviente


ni las cartas lo sacan del olvido.



Miguel Hernández, Otros sonetos.                




Donde estaban las huertas y las flores,


los jazmines, las rosas, la amapola,


allí estaba Miguel que, de ola en ola


en verso iba poniendo sus amores.


Junto a él, Fenoll, Molina, los mejores


de aquella juventud, su caracola


hacían también sonar, y eran corola


o coro de cantores ruiseñores.


Panes ganando, esclavos del trabajo,


su yugo a todos tuvo prisioneros,


salvo a Miguel que abandonó su tajo


y con versos ingenuos y primeros


quiso poner el mundo bocabajo


y la altura alcanzar de los luceros.





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El pastor poeta




Os repito: me he creído


que ¡vamos! que tengo pasta


de poeta. Que yo puedo


volar muy alto sin alas.



Miguel Hernández, A todos los oriolanos.                




Carlos, Ramón Sijé, Don Luis Almarcha


son personajes de esta primer hora.


El drama está naciendo, está la aurora


dejando por las huertas frío y escarcha.


Miguel el hato junta, y ya la marcha


se inicia por la senda, donde ahora


su silbo le acompaña, cual sonora


y pastoril o primitiva jarcha.


La lírica pasión, en Miguel, crece,


su voz quiere brotar, hacerse espuma


que inunde el transcurrir agreste y duro,


el pastor en sus ansias se estremece,


e, imaginando altura y gloria suma,


empieza a caminar hacia el futuro.