POESIA PALMERIANA

Los poetas somos como los leones, después de que nos disparen podemos lanzar nuestras garras. Página administrada por el poeta Ramón Palmeral, Alicante (España). Publicamos gratis portadas de los libros que nos envían. El mejor portal de poetas hispanoamericanos seleccionados. Ramón Palmeral poeta de Ciudad Real, nacido en Piedrabuena.
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La mayor satifacción que tengo al escribir es saber que alguien me lea cuando yo esté muerto.

miércoles, 11 de noviembre de 2020

La escritora Mercedes Soriano, falleció en Las Presillas Bajas de Nijar, Almería en 2002, a los 49 años

 

     (Ramón Palmeral con un libro de Mercedes Soriano - No tenemos ningún retrato de Mercedes)

En la solapa presidida por una atractiva foto de la joven y madura escritora, con una profunda mirada dirigida al infinito, ella misma destaca: «Nacida en Madrid. Es autora de la trilogía La memoria presente (Alfaguara)». El poema Plegaria resulta el mejor prólogo a este Viaje merecido a Mercedes Soriano, quien a partir de los años noventa fijó su residencia en nuestro Parque.
En su última novela, Una prudente distancia, (Debata) ambientada en Las Presillas Bajas (Níjar), un lema estoico de Séneca nos anuncia el objetivo del relato: combinar la moral y los sentimientos, alcanzar una nueva moral sensitiva, sostenida mediante las revelaciones de la palabra, sus contextos y los interlocutores. Mercedes radiografía el Parque Natural de Níjar desde esa perspectiva otra: frente a los discursos estetizantes que enfatizan el «refugio natural», nuestra escritora madrileña se sitúa en los antípodas, en la crítica incisiva que alerta sobre los desmanes perpetrados en el Parque desde su llegada.

Una de las influencias literarias proviene de centroeuropea, sobre todo Thomas Bernhardt, escritor austriaco de una intensa obra y de lectura minuciosa. Pero también tenemos el torrente verbal inaugurado por Juan Goytisolo en Señas de identidad o los fantásticos relatos de José Saramago a partir de La Balsa de Piedra.

Se trata de un estilo narrativo que requiere la colaboración del lector. La intensidad de la palabra aumenta con la longitud de la frase, con los juegos verbales, los dichos populares, las frases coloquiales intercaladas, entre fragmentos de intenso lirismo y exaltación, que destacan lo primario, lo prioritario, sobre lo secundario y accidental. La ausencia de párrafos no da descanso al lector, de quien reclama toda su atención. Mediante este recurso narrativo (relato en primera persona, estilo indirecto libre, monólogo dramático) se dispersan las diferentes voces del narrador atravesando personajes, sacudiendo conciencias, quebrándose en caleidoscopio dramático, demostrando la riqueza polifónica de la escritora.

Dicha polifonía atraviesa todas las fases de las emociones: sorpresa, miedo, valentía, inteligencia, amabilidad, crítica, análisis, arrobo, comprensión, humor, ironía. Toda esta maravilla emocional se expande en gozosas y múltiples reflexiones -meditaciones- críticas. La literatura, con referencias textuales e intertextuales, acompaña a la narradora y le ayuda a escribir el mundo que le rodea y mantener implacablemente su resistencia en el día a día del Parque.
Entre los temas podemos citar «el menosprecio de corte y alabanza de aldea», «las ruinas que dan vida», «el refugio en la naturaleza», «el locus amoenus», «el homo predator», la denuncia testimonial y la acusación:

"que el peso de la ley, como se dice, caiga sobre la legión de corruptos, corruptores, corruptibles, corrompidos y corrompibles."

Ante estos ejemplos morales, contrastan los sensitivos, aforismos desencadenados por asociación:

Sí, eso, háblame del mar, marinero, la mar salada, la mar serena, el proceloso mar en que los espíritus zozobran, el mar profundo que es reposo para los cuerpos, inmensa fosa en movimiento, te vas, Alfonsina, vestida de mar...

Otros apuntan a la piedra:

"Concebidos como tiempo, la belleza y la armonía me dejó de piedra."

Finalmente destacamos la sensibilidad de Mercedes para registrar el habla, expresiones, vocabulario y dichos de sus vecinos nijareños, bien sean de las Presillas, «a veces te meten, ya ven ustedes, esta citación, sin ir más lejos»,

"qué dice, hombre, no tenga usted ningún regomello, si será cualquier chalaura, que ha echao en falta tres ladrillos o que le han abollao la puerta del coche, ¿no anda diciendo por ahi que quiere fundir el pueblo?,"

bien de otras nacionalidades (ingleses, franceses, italianos, alemanes, etc.). La novela termina con una rumba de Peret:

"y uno de la pestañí, que también era caló, ay caló, ay caló. Que no estaba muerto, que estaba tomando cañas."

La euforia de los primeros años noventa recorre como una profecía la lucidez desplegada en el relato, que mantiene su vigencia por la clarividencia de su autora y su fina capacidad musical registrada en las melodías recreadas.

Como afirmó Juan Goytisolo, el lenguaje era su patria, Mercedes lo confirma con una obra que se constituye en territorio sentimental del escritor: un paisaje físico, moral, civil y semántico. Y yo añadiría coral, «coram populo».

Miguel Galindo
Colaborador del equipo de redacción del Eco del Parque

Todo viaje literario es ficticio, forma parte de la literatura narrativa, lírica, dramática. Es verdad que habrá escritores que quieran dotar a su obra de «realismo», pero no olvidemos que la literatura no es ciencia, es creación. El buen escritor escogerá el enfoque, seleccionará el lenguaje adecuado, lo combinará con intención creadora y lo dotará de finalidad. Todas estas posibilidades y otras no señaladas son legítimas y forman parte del campo «literario». La contaminación del yo, su posición en el estatus editorial, sus herencias y su posterior formación determinan el posicionamiento ante el mundo. Desde el místico y el eremita hasta el revolucionario y el agitador social. Todas las posiciones tienen cabida en el gran saco de la literatura de viajes. Lo valioso de ellas es la herencia escrita, guía y aprendizaje para quienes vendrán detrás. La Literatura, con mayúsculas, busca al lector contemporáneo, pero su discurso proyecta hacia el futuro un rastro de luz donde podemos apoyarnos para continuar el camino.

Este es el caso de Mercedes Soriano (Madrid, 1953- La Presillas Bajas-2002) escritora y periodista.

Desconocemos su biografía, pero hemos podido investigar que trabajó de «negra» (noble oficio de escritor) para diversas editoriales, colaboró en distintos medios de prensa (en suplementos culturales Blanco y Negro de ABC, El País) y revistas literarias como El Urogallo o el Número Internacional Oficial del Libro, escribiendo desde biografías de Lenin y Antonio Machado a recetas de cocina o historias de la II guerra mundial.

Tras la publicación de un relato titulado La Gran Vía (1987) en el diario El País, se confirma como escritora con varias novelas, cuyos títulos representan de por sí todo un reclamo: Historia de no (1989), Contra vosotros (1991) y ¿Quién conoce a Otto Weininger? (1992) hasta su última novela Una prudente distancia (1994).

 

  (Ramón Palmeral con un libro de Mercedes Soriano- No tenemos ningún retrato de Mercedes. No qaueria fotos y se ocultó en las Presillas Bajas de Níjar en Almería ¿por qué?)


Fotos: Las Presillas Bajas © OM


Necrológica:NECROLÓGICAS

Mercedes Soriano, escritora

La escritora Mercedes Soriano falleció el pasado viernes en el hospital Torre Cárdenas, de Almería, según informó La Voz de Almería. Nacida en Madrid en 1953, había vivido en los últimos años en la barriada de Las Presillas Bajas, en el término municipal de Níjar, retirada del barullo del mundo literario, panorama al que saltó con la publicación de novelas como Historia de no (1989), Contra vosotros (1991) y ¿Quién conoce a Otto Weininger? (1992), entre otras. Se trata de obras en las que se palpaban los ecos y las influencias innovadoras de escritores europeos como Thomas Bernhard. También desarrollo una tarea intensa en la prensa, en campos que incluían desde revistas literarias como El Urogallo o el Número Internacional Oficial del Libro, donde enviaba desde biografías de Lenin y Antonio Machado a recetas de cocina.

También colaboró con EL PAÍS, donde en 1987 publicó un relato titulado La gran vía, que, según ella, hizo que en su vida cambiaran muchas cosas. Por ejemplo, que se le abrieran las puertas para sacar a la luz sus novelas. Y así, el público fue conociendo Historia de no, primera parte de una trilogía dedicada a la memoria de un tiempo crucial y en la que pretendía a lo largo de 175 páginas reflejar la transición política desde el interior de un personaje. O Contra vosotros, un alegato que denunciaba la realidad circundante y en el que la autora trataba de reflejar, según dijo, 'las aspiraciones de la clase media que ha asumido los valores del orden democrático edificado sobre el desarrollismo franquista'. Su trayectoria cambia con la publicación de su tercera obra, que Soriano concibió como una ruptura con la exploración del presente de su país. En ¿Quién conoce a Otto Weininger? hace referencia al filósofo austriaco autor del ensayo Sexo y carácter.

Mercedes Soriano estaba casada y deja dos hijos de corta edad. El pasado domingo tuvo lugar su entierro en un ambiente estrictamente familiar.-

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Mercedes Soriano o la potencia para renacer, en Contra vosotros, en El Rinconete del Instituto Cervantes

Foto

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Cabo de Gata, Almería

La escritora madrileña Mercedes Soriano (1953-2002) cayó en el olvido —un olvido paulatino— después de que en los años noventa se retirara a los bellos parajes desérticos del cabo de Gata, Almería, donde murió prematuramente a los cuarenta y nueve años. Había publicado varias novelas, Historia de no (1989), Contra vosotros (1991), ¿Quién conoce a Otto Weininger? (1992) y Una prudente distancia (1994), que le granjearon la consideración de la crítica y un número de lectores fervorosos, a los que se dio a conocer primero gracias al relato «La Gran Vía (Famosa zarzuela en un acto y cinco cuadros)» (El País, 4-9-1987). Dejaba atrás la dirección de la revista política El Urogallo, las noches eternas de la Movida y el hastío por las varias claudicaciones a las que se plegó su generación a cambio de cargos, comodidades y prebendas desde la Transición.

Conocí a la escritora antes que sus libros, cuando en 1999 pasé unos días de vacaciones en las Presillas Bajas, donde unos amigos míos habían alquilado una casa tradicional restaurada. Mercedes Soriano mantenía intacto el escepticismo frente a la evolución del que había sido su entorno profesional y su entusiasmo por las tierras áridas y radiantes del cabo no declinaba. Regresé sola en octubre de 2001, cuando estaba terminando la traducción de La democracia asesinada, de Jean-Pierre Berdah, un estudio sobre el contexto internacional que llevó a la derrota de la Segunda República española. Uno de los vecinos de la escritora era un pequeño oficial de la República que había eludido las represalias posteriores a la derrota refugiándose en el pueblo; era un viejo risueño y activo y disfruté de su memoria un buen rato. Al marcharme, Mercedes Soriano me regaló un ejemplar de su segunda novela, Contra vosotros, cuya dedicatoria me parece hoy, al releer el libro, una síntesis precisa de su mirada y del sentido que encierra su intrincado argumento: «en recuerdo de los días del pródigo desierto».

La paradoja no es tal, pues los personajes de Contra vosotros se encuentran en una fase de cambio profundo en sus vidas; todos ellos parecen atravesar una zona estéril que, sin embargo, como revelan en sus soliloquios, pensamientos, parlamentos, o en sus cartas, contiene ya el brote de una nueva vida. Dividida en dos partes, la primera se compone de siete capítulos —«Memoria», «Relevo», «Control», «Completa», «Hallazgo», «Pasión», «Desertor»—, cada uno de los cuales da voz a uno de los personajes presentados en el primer capítulo a través del runrún mental de una camarera de bar, que rememora momentos significativos de su matrimonio fracasado y su libertad reinventada mientras atiende a los clientes. Los personajes representan a aquella España de la primera Transición que se prestó a la farsa de la modernidad, del dinero fácil y la fama instantánea renunciando a sus ideales históricos —léase ideología— y pronto se encontró sin saber cómo torear la banalidad resultante. A cada personaje le corresponde una voz y un tono que reproduce la clase social y la sensibilidad del momento.

A Soriano se la incluye entre los autores de la narrativa social española por sus críticas a la impostura de la Transición —que hoy utilizan unos pocos escritores para reivindicarla—, pero su propuesta va mucho más allá mostrándonos a sus personajes —publicista, arquitecto, político, pintor, comisaria de arte, camarera o empresario— lidiando con la pasión amorosa o invocándola. Contra vosotros se cierra con un capítulo titulado «Nadie» donde una voz impersonal se expresa en el tono elevado de los antiguos clásicos o del Nuevo Testamento —no sin ironía—, para glosar esa experiencia de metamorfosis que es común al hombre de trascenderse y descubrirse en la pasión, reencontrándose de ese modo en la naturaleza, en una forma de vida esencial.

No se trata, ya se ve, de una típica novela del desencanto político, un subgénero de la ficción española de los ochenta. En esta su segunda novela la escritora madrileña mostró un buen control de sus materiales; mezcla cierto costumbrismo con la influencia de Bernhard, de Juan Goytisolo, pero la lucidez que atraviesa todo el relato es, con su invocación poética, un rasgo que la singulariza.

El Rinconete


Viaje literario por el Parque

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Enlace con AL ESTE DEL CABO DE GATA, venta en Amzon de Ramón Palmeral ambieta su novela en La Islata del Moro. Tambien es autor de "Tras los pasos de Juan Goytisolo por los Campos de Níjar".


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Rinconete

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Literatura

Mercedes Soriano o la potencia para renacer, en Contra vosotros

Por María José Furió

La escritora madrileña Mercedes Soriano (1953-2002) cayó en el olvido —un olvido paulatino— después de que en los años noventa se retirara a los bellos parajes desérticos del cabo de Gata, Almería, donde murió prematuramente a los cuarenta y nueve años. Había publicado varias novelas, Historia de no (1989), Contra vosotros (1991), ¿Quién conoce a Otto Weininger? (1992) y Una prudente distancia (1994), que le granjearon la consideración de la crítica y un número de lectores fervorosos, a los que se dio a conocer primero gracias al relato «La Gran Vía (Famosa zarzuela en un acto y cinco cuadros)» (El País, 4-9-1987). Dejaba atrás la dirección de la revista política El Urogallo, las noches eternas de la Movida y el hastío por las varias claudicaciones a las que se plegó su generación a cambio de cargos, comodidades y prebendas desde la Transición.

Conocí a la escritora antes que sus libros, cuando en 1999 pasé unos días de vacaciones en las Presillas Bajas, donde unos amigos míos habían alquilado una casa tradicional restaurada. Mercedes Soriano mantenía intacto el escepticismo frente a la evolución del que había sido su entorno profesional y su entusiasmo por las tierras áridas y radiantes del cabo no declinaba. Regresé sola en octubre de 2001, cuando estaba terminando la traducción de La democracia asesinada, de Jean-Pierre Berdah, un estudio sobre el contexto internacional que llevó a la derrota de la Segunda República española. Uno de los vecinos de la escritora era un pequeño oficial de la República que había eludido las represalias posteriores a la derrota refugiándose en el pueblo; era un viejo risueño y activo y disfruté de su memoria un buen rato. Al marcharme, Mercedes Soriano me regaló un ejemplar de su segunda novela, Contra vosotros, cuya dedicatoria me parece hoy, al releer el libro, una síntesis precisa de su mirada y del sentido que encierra su intrincado argumento: «en recuerdo de los días del pródigo desierto».

La paradoja no es tal, pues los personajes de Contra vosotros se encuentran en una fase de cambio profundo en sus vidas; todos ellos parecen atravesar una zona estéril que, sin embargo, como revelan en sus soliloquios, pensamientos, parlamentos, o en sus cartas, contiene ya el brote de una nueva vida. Dividida en dos partes, la primera se compone de siete capítulos —«Memoria», «Relevo», «Control», «Completa», «Hallazgo», «Pasión», «Desertor»—, cada uno de los cuales da voz a uno de los personajes presentados en el primer capítulo a través del runrún mental de una camarera de bar, que rememora momentos significativos de su matrimonio fracasado y su libertad reinventada mientras atiende a los clientes. Los personajes representan a aquella España de la primera Transición que se prestó a la farsa de la modernidad, del dinero fácil y la fama instantánea renunciando a sus ideales históricos —léase ideología— y pronto se encontró sin saber cómo torear la banalidad resultante. A cada personaje le corresponde una voz y un tono que reproduce la clase social y la sensibilidad del momento.

A Soriano se la incluye entre los autores de la narrativa social española por sus críticas a la impostura de la Transición —que hoy utilizan unos pocos escritores para reivindicarla—, pero su propuesta va mucho más allá mostrándonos a sus personajes —publicista, arquitecto, político, pintor, comisaria de arte, camarera o empresario— lidiando con la pasión amorosa o invocándola. Contra vosotros se cierra con un capítulo titulado «Nadie» donde una voz impersonal se expresa en el tono elevado de los antiguos clásicos o del Nuevo Testamento —no sin ironía—, para glosar esa experiencia de metamorfosis que es común al hombre de trascenderse y descubrirse en la pasión, reencontrándose de ese modo en la naturaleza, en una forma de vida esencial.

No se trata, ya se ve, de una típica novela del desencanto político, un subgénero de la ficción española de los ochenta. En esta su segunda novela la escritora madrileña mostró un buen control de sus materiales; mezcla cierto costumbrismo con la influencia de Bernhard, de Juan Goytisolo, pero la lucidez que atraviesa todo el relato es, con su invocación poética, un rasgo que la singulariza.

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OPINIÓN DEL LECTOR

A Mercedes Soriano

Hace dos semanas te reencontré. Buscando unos libros en los anaqueles de la biblioteca municipal del pueblo donde vivo hallé tu nombre en el canto de uno de ellos, Historia de No. Tu nombre salió de mi pasado con la urgencia de una burbuja de aire retenida. Vi tu fotografía en la solapa. Eras la misma Mercedes Soriano que yo había conocido en el colegio Santa Cristina, en Madrid.

Aquella solapa, en tan breve espacio me contó muchas nuevas sobre ti. Habías escrito, entre otras cosas, una trilogía de novelas, ahora, de repente, al alcance de mi mano en aquella estantería. En algún momento de tu vida habías tomado la decisión de irte a vivir a un pueblo junto al mar, en los Campos de Níjar de Almería.

Salí de la biblioteca contigo en la cabeza. Nuestras vidas parecían haber corrido paralelas en más de un aspecto. La misma edad, el mismo nombre, la misma clase, allá por cuarto y reválida, la misma afición, ya desde entonces, a la escritura, y ahora me encontraba con que vivíamos en pueblos muy cercanos, que las dos habíamos tomado el camino del mar.

Busqué tu nombre en la guía de teléfonos pensando en darte una sorpresa; primero un pueblo de Níjar, luego otro, hasta dar con él en Los Escullos. Durante mis paseos con la playa, ella y yo descalzas y solas, imaginaba cómo iba a ser nuestra conversación. Me daba cuenta de que han transcurrido muchos años. ¿Me recordará? Le diré que me permita por unos minutos jugar con ella a las adivinanzas. Que haga memoria, que tendríamos 13 o 14 años a lo sumo, que regrese a ese tiempo de nuestra primera adolescencia y me busque.

Pero, objetaba yo mientras las barbas del mar zalamero me lamían los tobillos, tal vez no tenga humor para jugar. Tal vez recele. Puede que piense que soy una intrusa si no me identifico enseguida. Puede que la vida le haya entorpecido la sonrisa. Me guiaré por el tono de su voz, decidí, su voz me dirá si aún le hace un sitio al juego en su vida.

Le diré que recuerdo su figura pequeña y ágil, su melena larga y negra, que le bailaba por la espalda. A veces la llevaba recogida en una trenza. Se servía de ella como de un juguete, zarandeándola al compás de sus inquietudes y zascandileos adolescentes. La lanzaba de un golpe resuelto hacia atrás y la mata de pelo caía sobre la hoja rayada del cuaderno de otra niña, que al encontrársela allí tendida, tan negra sobre el blanco papel, en su desconcierto no sabía si debía subrayarla en rojo o en verde.

Le diré que era una chica saltarina, que siempre estaba risueña y segura de sí misma, que tenía a más de la mitad de las compañeras en un puño y que unas cuantas, entre las que me encontraba yo, la mirábamos a cierta distancia, renuentes, viendo en ella a una rival difícil de superar.

Probablemente, continuaba yo en mi imaginaria conversación contigo durante mi paseo cotidiano con el mar, cuando sepa quién soy y lo cerca que estamos la una de la otra surgirá la posibilidad de un reencuentro. Quedaremos a medio camino, en cualquiera de los pequeños pueblos que nos separan. Descubriremos que tenemos más cosas en común y estaremos en sazón para comenzar una amistad. Será una relación vieja y nueva. Reviviremos con nuestras palabras cruzadas a muchas personas que creíamos olvidadas. Y por encima de todo, nos volveremos a ver nosotras, cómo éramos, qué decíamos, cómo pensábamos, y cómo somos, cómo nos manifestamos ahora, a los 50.

El viernes 18 de octubre te llamé. Dejé que el timbre sonara y sonara. Pensé en una casa vieja, un cortijo antiguo, un jardín grande, el rugido del mar de levante invadiendo el silencio, solapando el molesto timbre de un teléfono que emitía mensajes entubados. Pensé que tal vez tú también paseaban con la playa, o tal vez, estuvieras absorta regando las raíces de algún olivo del jardín. El sábado lo intenté de nuevo con la misma suerte. El domingo decidí que debías de estar de viaje, quizás en Madrid, alguna escapada como las que yo hago siempre que mi trabajo me lo permite.

El lunes no pude llamarte, aunque seguí pensando en ti. El martes leí la esquela de tu muerte en EL PAÍS. No podré decirte nada. No oiré tu voz de hoy para recordar la de ayer. No podré darte la pequeña alegría de mis recuerdos de ti como niña.

Nuestra ignorancia como seres humanos es demoledora. Por qué se ha producido esta secuencia de hechos. Resulta que tú te estabas muriendo y yo queriendo vivirte. Tu trenza larga y densa, tus ojos achinados, tu mirada traviesa y sabia. Te buscaré en tus novelas, que ahora forman parte de mis libros. Será mi encuentro con ellas, sino pudo serlo contigo. Y te llevaré en la mochila que pesa sobre mi espalda.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 12 de noviembre de 2002