POESIA PALMERIANA

Los poetas somos como los leones, después de que nos disparen podemos lanzar nuestras garras. Página administrada por el poeta Ramón Palmeral, Alicante (España). Publicamos gratis portadas de los libros que nos envían. El mejor portal de poetas hispanoamericanos seleccionados. Ramón Palmeral poeta de Ciudad Real, nacido en Piedrabuena.
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La mayor satifacción que tengo al escribir es saber que alguien me lea cuando yo esté muerto.

sábado, 26 de marzo de 2011

DESPUÉS DE ESE DIA y ANOCHECE

Por Rodrigo Verdugo desde Chile


DESPUES DE ESE DIA

Cambiaron la ubicación de las cosas
sabian demasiado de una música de tierra para el viaje enemigo
el aura del mar levantandose, dejando atras nuestros terribles ejes
nuestra forma de mirarnos a los ojos, de mirar a las piedras.
Sabian demasiado bien como unirse, por eso recibieron el revez de las cosas
y se empezó gota por gota, nombre por nombre
mientras el mito se deshojaba a nuestros pies.
Sabian demasiado bien y no esperaron retratar a sus muertos
les bastó que el revez del mundo se levantara contra los árboles y las aguas
contra las cosas y las vidas, contra cualquier herida que no tuviese un arrojo de estrella.
Lo sabian demasiado bien apareando a las silfides contaminadas, saldando algo con ellas
poniendo plumas quemadas dentro de las almohadas, reanudando las capturas
para que asi llegaran y se ubicaran gota por gota, nombre por nombre
como antes cuando las cosas no limitaban con los hombres
sino que el tiempo limitaba con la piedra, limitaba con la luz
y piedra y sangre por igual buscaban legitimar el rayo
mientras la belleza ahuecaba los mares
y al final dios estaba esperandonos con un ramo de accidentes en las manos.



ANOCHECE
En memoria de Stella Diaz Varin


Nos tapamos el rostro con un escombro viudo
pero igual vemos el mar y el cielo: los mismos delirios enraizados
tampoco sabemos que hacer durante el día
salvo tocar la flauta para que se abra la matriz blasfema
donde tú estaras desaprobando ciertas sombras, ciertas llamas
o perfumándote para que los salvajes te conduzcan en medio de una tempestad de imanes
mira como en ninguna casa nos reciben, como nos cierran sus puertas
le temen a tu cabellera, porque tiene el designio de esos padres laberinticos
que no tuvieron piedad de la luz e hicieron un lecho sobre aberraciones de sal.
Vas engrandecida por cenizas lujosas, por armas de hielo que te rodean en circulos
hasta que ninguno de nosotros puede entrar, salvo que tú lo quieras
salvo que le hagas la señal a la copa y el cielo enrojezca
mientras aqui nos aferramos al polvo jactansioso, nos quedamos fuera de todo linaje
mientras la piel atrapa al dia y una amenaza de cascara se cierne sobre el mundo.
Esos padres laberinticos te están vaciando los ojos, infringiendo lo conocido del agua
quedan escombros viudos al centro de la noche
donde tú estaras viendo a los pájaros alcanzar la angustia del fuego
mientras nosotros vemos que hombres y pájaros se han quedado para siempre en ello.
Te tapas el rostro con una roca cubierta de pelos y te despides
la misma que te hace odiarnos, la misma que altera las restauraciones
le otorgas a las lamparas la locura de los cadáveres, pero se la quitas sin decir nada
y resta nada más ver como son las alas
ahora que ningun abismo le falta a la luz.