POESIA PALMERIANA

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lunes, 18 de enero de 2021

Andalucía Orientales, José Zorrila, por Ramón Palmeral

 

                                     Seresade por Ferdinand Keller

Andalucía Orientales. José Zorrilla

INTRODUCCIÓN

 Ramón Fernández Palmeral (en preparación)

 

 

       Bajo el título de Orientales he querido hacer una aproximación o selección antológica de los poemas que ensalzaron y engrandecieron el mito de Andalucía a través de la sensualidad y el erotismo casi oriental que los poetas románticos encontraron en su imaginación y es nuestras tierras del Sur de España, del Al-Ándalus.  A pesar de la grandeza y exuberancia de este estilo literario, los orientales, imbuido por el gusto exótico y la grandeza árabe, no figura recogidos como género poético propiamente definido, por ello, desde este trabajo de recopilación quiero demostrar que sí merece un apartado en la literatura castellana o española, tras aportar suficientes testimonios tras un análisis detenido del género Orientales, bajo un denominador común: lo árabe, lo sensual, lo exótico, lo erótico, la nobleza del linaje o generosidad y lo andaluz, a los que se refieren los romances y poemas que estudiaré más adelante, puesto que los Orientales son herederos de  los romances  moriscos. Inspirados también en la colección de cuentos de Las mil y una noche.

      Además, este gusto por los Orientales, fue llevado a Hispanoamérica por  el vallisoletano José Zorrilla en un largo viaje que hizo a México, donde fue recibido como un héroe bajo la protección del Emperador Maximiliano, y adaptados al modelo tradicional, a pesar de que el romanticismo también llega a Hispanoamérica, tardíamente, a través de la influencias francesas, sobre todo de Víctor Hugo, sin olvidarnos de la literatura cubana. José Zorilla, según el académico Melchor Fernández Almagro en su discurso Granada en la literatura romántica española, de 9 de diciembre de 1951, contestado por don Emilio García Gómez, estuvo en Granada para conocerla, y comenta en la pág., 61 “El sábado 5 -decía la revista El Pasatiempo en su número de 13 de abril de 1845- llegó a esta ciudad el célebre poeta d. José Zorrilla. Hace diez años que tiene pensado un poema sobre la conquista de este reina, y visitar los monumentos de Granada…”.  Zorrilla escribiría el gran poema titulado Granada (1952), preocupado más que nada por las leyendas e historias del reino nazarí. Zorrilla visitó la Alhambra, el Generalife y otros lugares de Granada, según Fernández Almagro, acompañado de Juan Varela, que por entonces contaba 21 años y estudiaba en la Universidad de Granada. Varela nació en Cabra (Córdoba) en 1824, era hijo  de Dolores Alcalá-Galiano, marquesa de la Paniega. Diplomático, político, escritor y miembros de la Real Academia Española en 1862.

      Como modelo para estudiar este género, hemos elegido los poemas titulados Orientales  de Zorrilla,  ya que su lectura nos trasporta a un momento histórico repleto de sensualidad, riqueza y lujos perdidos y, además de un erotismo sensorial, que los románticos españoles e incluso extranjeros, escritores, dibujantes y poetas, trataron de recuperar  en viajes a España y sobre todo, a Andalucía (Sevilla, Córdoba, Ronda, Málaga[[i]] y Granada) entendían que se podían vivir aventuras sin tener que exponerse a los peligros del Norte de África. Egipto o Turquía. Aún persistía el recuerdo de la literatura del siglo de Oro: Calderón de la Barca, El Quijote, el romancero viejo, y, sobre todo el paisaje y la arquitectura árabe: mezquitas y alcazabas, palacios y fortalezas, es decir, todas las ruinas conservadas de lo que quedó del califato de Córdoba,  Al-Ándalus y la resistencia del Reino de Granada. Zorrilla además de Granada, había escrito La leyenda de Alhambra en 1852,  y el poema “Primera Impresión de Granada”, que empieza:

                       Dejadme que embebido y extático respire

                       las auras de este ameno y esplendo pensil.

 

           Tras la rendición del sultán Boabdil el Chico [[ii]],  la pérdida del Reino Granada encontró en la literatura un nuevo tema: el morisco, antecesor de Orientales. Semejaron que en Andalucía podían encontrar los cuentos como los de Aladino y lámpara maravillosa, Alí y los cuarenta ladrones o Las mil y una noches,[[iii]]  que hicieron las delicias durante el siglo XVII. Luego siguieron las historias del morisco revolucionario, una ingente creación, desde las crónicas de la rebelión de los moriscos.  El Abencerraje (1565), uno de los primeros romances Orientales, obra que dio lugar al mito de la Peña de los Enamorados, obra que debieron leer Cervantes, Shakespeare, Lope de Vega, Luis de Góngora, Chateaubriand, Lord Byron o Víctor Hugo, y mismo Zorrilla. Sin embargo el tema árabe es anterior a la conquista de Granada: Mío Cid, Infantes de Lara y otros que ampliaremos más detalladamente.

      Lamartine realizó dos viajes a Turquía, recopilado en Viaje a Oriente (1835) que  es origen de peregrinaciones religiosas a Palestina al descubrimiento de un mundo exótico musulmán en el Mediterráneo otomano, el destino es  Oriente, que da origen al adjetivo orientales”. Si bien hubo muchos escritores franceses que viajaron por el imperio Otomano, los españoles e hispanoamericanos no lo hicieron tanto. La mayoría de los textos proceden de diplomáticos, militares o periodistas, los cuales suelen hacer referencia a sus lecturas reconociendo sus límites como el caso de Melchor Ordóñez Ortega en 1878.

          Un ensayo olvidado es el de Ramón Sijé La decadencia de la flauta y el reinado de los fantasmas (Romanticismo- 1830), publicada en 1973, por el Instituto Juan Gil Albert de Alicante.

          Otro de lo que siguieron la línea de Zorrilla es el poeta y dramaturgo almeriense Francisco de Villaespesa (1877-1936). Autor de varias novelas y de piezas teatrales tan populares como El alcázar de las perlas (1911) o Aben-Humeya (1913).

         Antes de entrar en materia es necesario hacer una aproximación histórico, literario y pictórico desde la Edad Moderna hasta el romanticismo, con objeto de apreciar los orígenes y las influencias habías y que dieron origen al orientalismo español.

         No podemos dejar de consultar Granada en la literatura romántica española”, discurso de don Melchor Fernández Almagro, leído el 9 de diciembre de 1951, contestado por el arabista don Emilio García Gómez.

1.- VIAJEROS EN ESPAÑA

 

 a).- Primeros viajeros

 Los orígenes de la literatura de viajes por España se remonta a la Edad Media y son obra de peregrinos que recorren el Camino de Santiago, sin embargo las primeras noticias documentales que tenemos es el viaje del alemán Jerónimo Münzer, que realizó su periplo por España y Portugal en 1949. Münzer viviste la ciudad de Granada, dos años después de su conquista por los Reyes Católicos, la luz, la arquitectura y el paisaje provocaron en el alemán una honda impresión. No era la Alhambra destrozada por el parche neoclásico del Palacio de Carlos V, ni los destrozos que hoy podemos ver en el Patio de los Leones, al que él llamó Cuarto de los leones, ni los jardines selváticos del Generalife de los alrededores, ni el de los cuentos del norteamericano Washington Irving entre 1829 y 1832 autor de Cuentos de la Alhambra, o de los dibujos del inglés John Frederich Lewis en 1835. Cuentos de la Alhambra del escritor estadounidenses Washington Irving (1783-1859) es un obra dentro de la corriente del romanticismo con tendencia al orientalismo, se encuentra traducido a todo los idiomas cultos y es considerado una de las obras más importantes de su autor, escritos en 1829, publicado en 1832 bajo el título La Alhambra: conjunto de cuentos y bosquejos sobre moros y españoles. Irving residió en la Alhambra del 4 de mayo al 29 de julio de 1829, alojado, en un principio, junto con su amigo el príncipe Dolgoroukov en los apartamentos del gobernador Francisco de la Serna, que se encontraban en el palacio de Carlos V. Según Irving  “gran palacio deshabitado te da una grata sensación de tranquilidad y sosiego difícil de descubrir”. Habitación temporal que fuera reina consorte Isabel de Farnesio, segunda esposa de del rey Felipe V y madre de Carlos III. Narra Irving en una carta a su amigo Dolgoroukov como desayuna “al estilo de los reyes nazaríes” en el Patio de los Leones y disponía de unos baños de agua templada.

La primera edición de los cuentos fue publicada por Lea & Carey, en Filadelfia, (The Alhambra: A Series of Tales of the Moors and Spaniards, by the Author of "The Sketch Book" - 1832) y Henry Colburn y Richard Bentley, en Londres, (The Alhambra, by Geoffrey Crayon, author of "The Sketch Book", "Brace-brigde Hall", "Tales of a Traveller", New Burlington Street - 1832) en ediciones simultáneas, que incluían una dedicatoria a David Wilkie, R. A., compañero de Irving en su viaje por España.

Las leyendas de la Alhambra las tomó Washington Irving del libro "Historia de la dominación de los árabes en España sacada de varios manuscritos y memorias arábigas", de José Antonio Conde García publicada póstumamente en Madrid en tres volúmenes entre 1820 y 1821, pero el erudito Conde García  que fue  conservador de la Biblioteca de El Escorial, ha sido acusado, circunstancialmente, de haberse apoderado del  Cancionero de Baena del siglo XIV que vendieron sus descendientes a la Biblioteca París. La profesora Manuel  María en la revista Al-Andalus y la Historia, escribe lo siguiente:

«En Londres, donde el interés por los temas españoles había ido en aumento y donde existía un floreciente mercado bibliófilo, se hizo en 1824 la venta pública de los libros  de la biblioteca de Conde, junto con libros de otras procedencias; uno de los más. Que se vendieron entonces fue el del Cancionero. Algún testimonio contemporáneo señala que la obra no pertenecía en origen a la biblioteca de Conde y hay estudios modernos que dudan al respecto o apuntan hacia otras personas que pudieron estar involucradas en el asunto. Lo que sí puede afirmarse es que Conde tenía en su poder mss. Árabes (se refiere a ellos como propios en su Historia), y que conocía muy bien los fondos de El Escorial, donde la Academia de la Historia le había comisionado para que estudiara los manuscritos árabes. Pero que se apropiara del Cancionero de Baena es sólo una posibilidad que se apoya en indicios circunstanciales, como está demostrando la investigación más recientes».

Sin embargo, el presente artículo sobre el viaje de Washington Irving y Dimitri Dolgorokov, no lo estudiaría o  plantearía, sine qua non, (sin la condición obligatoria) de comentar un convulso periodo de la Historia de España del primer tercio de siglo XIX, en la que fueron ejecutados en la horca a miles de liberales uno 30.000 mil,  más prisioneros y exiliados, en la llamada represión absolutista del rey Fernando VII, tras ser repuesto con monarca en el trono de España por  un contingente del ejército francés denominado Cien Mil hijos de San Luis al mando del duque de Angulema. La intervención contó con la aprobación de las potencias de la Santa Alianza (compuesta por  Rusia, Austria, Reino Unid y Prusia), excepto Reino Unido que se abstuvo, mediante un proceso-verbal,  en Verona por el que se estipulaba un posible apoyo militar que finalmente no se produjo. Fue un contingente del ejército francés que invadió España en 1823 para restaurar absolutismo borbónico y sostener el Antiguo Régimen que deseaba imponer  Fernando VII , y junto a los voluntarios españoles, poner fin a la guerra Realista y al Trienio Liberal. El ejército francés permaneció ocupando España hasta el año 1828 y comentaron todo tipo de abusos.​

Consideramos que el poeta vallisoletano José Zorrilla (1817-1893) fue uno de los seguidores del hispanista Irving, autor de numerosos orientales, a sus treinta y cinco años publicó Granada (1852), brillante evocación del mundo musulmán.

 

Los relatos del austriaco Jerónimo Münzer que llegó a Granada en 1494, son los que dan testimonio del Reino de Granada (Almería, Málaga y Granada), dos años después de la conquista de Granada por los Reyes Católicos, y de alguna manera inicia el gusto por el estilo orientalista, en occidente, los viajeros europeos neoclásicos y románticos encontraron en España su oriente próximo, atraídos por  leyendas,  aseguradas aventuras, el exotismo más sensual, bandoleros de las sierras rondeñas, más las locas aventuras narradas en el Quijote. Más  los palacio, alcazabas, mezquitas de nuestro legado árabe y, el legado literario, puesto que ellos fueron los que crearon la casida: poesía erótica, narrativa y amable, cantaron a los jardines, la poesía florar o «nawriyat». Sin duda alguna, estos viajeros  hallaron el oriente en Andalucía, sin tener que pasar al Norte de África, viajar a Egipto o Arabia.

El Flamenco Antón van Wygaerde, en tiempos de Felipe II, nos dejó un fiel retrato de nuestras ciudades en el siglo XVI. De esta misma época son las Relaciones topográficas de los pueblos de España, un importante documento de noticias sobre los pueblos y comarcas (publicado sólo en parte, existe la antología de Juan Ortega Rubio, 1918). Otros trabajos llenos de tópicos malicioso es Relación del viaje de España (1679) de Madame d´Aulnoy traducido a varios idiomas, la también  célebre Viaje de Fígaro a España de Fleuriot, marqués de Langle, en 1784, de guitarras, gitanos y bandoleros. Antonio Pons escribió una obra rigurosa Viaje de España, en dieciocho tomos, publicados a partir de 1772, al que siguió otros libros.

       Los primeros  viajeros románticos fueron los ingleses y franceses, sobre todo, tras la Revolución Francesa, los que encontraron en España y Portugal una estampa (orografía, arquitectura árabe, subdesarrollo) ideal para saciar su sed de aventuras, nostalgias románticas de un pasado glorioso, imaginación, creyendo encontrar en Andalucía Las mil y una noches [[i]], sin salir del continente Europeo.    El francés Jean Pierre Claris Florián (1755-1794) recuperó el gusto por las historias de Marco Polo. François-René, vizconde de Chateaubriand (1768-1848), realizó un viaje por España, El último Abencerraje. La España que él conoció bajo Fernando VII era la de los últimos días de la 'ominosa década' absolutista, la del fusilamiento de Torrijos y la ejecución pública de Mariana Pineda en una Granada estremecida, que el observador extranjero, no contento con las puestas de sol en la Alhambra

    Lord Byron (1788-1824), describe un viaje por España, Portugal, Italia y Gracia, que ganó adeptos.  Con la ayuda inglesa a España contra Napoleón,  el duque de Wellington o duque de hierro en la guerra de Independencia, atrajo a muchos ingleses a nuestro país, que tras la guerra se establecieron en el sur de la península, cercanos a su salvavidas, el peñón de Gibraltar.  Hechos que, como veremos, motivaron que España se incorporara tardíamente al movimiento romántico mundial. 

         Los viajeros que visitaban Málaga tenían “puestos sus ojos en dos puntos: Ronda con su serranía bajo el atractivo de las historias de bandoleros y los toros, la plaza más antigua de España, como “la ciudad que más cautivó a los extranjeros...”[[ii]]  Málaga tenía la catedral, y  alcazaba hecha una ruina, tanto es así que si no llega a ser por la intervención del ilustre malagueño Cánovas del Castillo, que al final de XIX y con los auspicios de Tembury, hoy día no tendríamos la alcazaba. Tanto es así que la Casa de Cultura se construyó sobre el teatro romano, para ahora ser rehabilitado. Y desde aquí reivindicamos que el Museo Arqueológico Nacional, nos devuelvan las tablas malacitanas [[iii]]. Además a la catedral de Málaga le llaman “La Manquita”, porque le falta una torre, ya que el dinero  destinado a construirla fue librado para ayudar a las guerras contra la independencia de las colonias americanas.

       Los viajeros, por lo general, llegaban en barcos a Gibraltar o a Sevilla y  luego acababan por tierra en Granada, pasando por Ronda y Antequera, para terminar en Málaga, y de nuevo de regreso, otra vez en barco, aunque no era regla fija y llegaban por todos los medios existentes la época, barcos, trenes, con caballerías, diligencias y hasta con mochilas.    

      Para tomar como eje un autor que nos guíe, he elegido, entre todos  los románticos, al más fecundo y prolífero José Zorrilla, que junto a Espronceda, Juan Arriola Bonet destacaron en escribir Orientales, con todo, no sería suficiente sino profundizamos en los antecedentes literarios e históricos para argumentar mi hipótesis. Hemos preferido tomar como referentes  del asilo de los libros o libros de viejo, con objeto de tener una visión más próxima y cercana.

      El facsímil unido al anexo del trabajo, han sido fotocopiados de un libro que se haya en poder del autor de esta introducción, el azar tiene que ver puesto que en los años sesenta cayó  en mis manos[iv] un ejemplar de Obras poética de Zorrilla, la edición de 1847, no reconocida por el autor, que sí embargo, sí reconoció la edición de 1852.  Siempre me pregunté qué motivos llevaron a Zorrilla a no reconocer esta edición realizada por el mismo editor de París, en versión española.     

     José Zorrilla que vivió durante todo el siglo XIX, es el mejor representante del romanticismo español, coronado como “poeta nacional” en Granada (1889). Además Zorrilla (1817-1893) abarca todo el siglo XIX, y por ello es el mejor referente para investigar la “poesía orientales”, en su contexto,  entre su vida y la historia de su tiempo, uno de los periodos más convulsos y delicados de la historia de España.  Un autor lírico que tocó todas las cuerdas de su divina lira: religiosa, amorosos, tradicional, y en un tema que tuvo gran éxito en su época que los tituló como Oriental, y he recogido nueve composiciones.

          En esta introducción pretendo conseguir, un encuadre general histórico, político y literario de la época en que  se publicó: Obras Poéticas. De las que he entresacado sus exóticos poemas Orientales, con el propósito de tener una visión del momento político con la intención de comprender la mentalidad de los románticos.

          Por aquel tiempo Francia era el centro del mundo cultural, además lo español estaba de moda, sobre todo en París, debido sobre todo a que Napoleón III  se había casado con la granadina Eugenia de Montijo, emperatriz entre 1853 y 1870.  Pudiera ser que el origen andaluz de la emperatriz, animara a Zorrilla a terminar su largo poema Granada, que dejó inconcluso.


     b)  Influencias de autores extranjeros:

       Los románticos españoles se dividieron en dos camarillas, lo que eran partidarios del conservadurismo: del escocés Walter Scott (1771-1832), su novela histórica Waverly(1814) revolucionó el concepto de la novela de este género. El francés Florián, ya nombrado. El otro grupo y los más radicales: Lord Byron y Víctor Hugo. Por este grupo tomó partido Larra (Fígaro) [[i]] y Espronceda, que conocieron su obra durante el exilio.   

          Lord Byron estudió en Cambridge. Conocido por su “ingenio salvaje”, arrogante y de mala reputación, dudosas relaciones amorosas, el idea romántico.  Su libro  Childre Harold (1812), le hizo famoso y conocido, poemas sobre un viaje fantástico a través de Portugal, España, Grecia, Turquía e Italia obtuvo  fortuna literaria. Escribió poesía La visión del Juicio (1822) su largo y último Don Juan. Extravagante y fama de libertario sexual, escribió un viaje romántico por España, Portugal, Italia y Grecia que El romanticismo generó un gusto por los temas andaluces.   

          Shelley (1792-1822), amigo de Byron, defendió el ateísmo, usó el simbolismo y la alegoría.  Keat (1795-1821) de gran lirismo y sentimiento, escribió eso de “preñada alma”, donde se puede resumir su transparencia de sentimientos.

          Entre los alemanes: Novalis (1772-1801), Himnos a la noche (1800), incita a la primera generación de románticos y una «nueva celebración metafísica subjetiva e intuitiva».  Joseph von Eichendorff (1788-1857), de tono sencillo y coloquial, buen conocedor de la teoría de F. Shekel (1772-1829) filósofo y erudito alemán, exaltación del tema erótico, «conocedor de la tradición literaria europea: dante, Petrarca, Shakespeare y Cervantes»[ii]). Proclamó el “romanticismo de Calderón”.

         Carteubriand (1769-1848). El último abencerraje.

         Washington Irving (1783-1859) norteamericano, pasó tres años en España,  entre el 26 y el 29, donde vivió en la misma Alhambra de Granada, y escribió La Conquista de Granada, y Cuentos de la Alhambra. Zorrilla se lamentó de que fueran los escritores extranjeros quienes nos descubrieran las bellezas de la Alhambra, así como el gusto por nuestro pasado árabe, puesto que a primero del XIX, la arquitectura árabe parecía como  avergonzarnos.

        Richar Ford (1796-1858),  abogado inglés, se instaló con su familia en Sevilla en 1830, y más tarde en Granada, viajó por toda España, escribió Handbook of traveler in Spain. También Las cosas de España y las corridas de toros.

      Geor Borrow (1830-1881), británico, llegó a España en 1835, se instaló en Madrid en 1837, escribió la Biblia en España (1857) que un siglo después fue traducida por Manuel Azaña,  por encargo de su amigo Antonio Jiménez Fraud. También escribió: Los gitanos en España.

      Otros escritores que visitaron España fueron: Théophile Gautir (1811-1872), realizó su primer viaje a España en 1840, como asesor de obras de artes del coleccionista francés Eugène Piot, realizó otros viajes en 1846 y 1864, Voyage en Espagne, que tuvo gran influencia en la literatura del siglo XIX.

        c)  El romanticismo en la  pintura:

         Los franceses, tras el éxito de la campaña de Napoleón en Egipto (1798-1799), tomaron el gusto por los temas árabe y oriental, pintores como Gericault, Gerard, Gros, Ingres, Delacroix, iniciaron el movimiento romántico; este último pintó temas orientales (El sultán de Marruecos, Las mujeres de Arge, La muerte de Sardanapalus)   Ingres pintó temas orientales de gran belleza y exotismo: La Odalisca, La bañista. Los baños de Argel.  Los ingleses con Alma Tadema.  No debo extenderme en la pistura puesto que requeriría un extenso trabajo.

        

           España se incorpora tardíamente a la pintura romántica. Un tema temas granadinos importante  destacan La Rendición de Granada (1882) de Francisco Padrilla autor de cuadros históricos. La peña de los Enamorados (1882) de Rincón  (Ayuntamiento de Málaga), sobre el tema del cristiano y la mora que desesperados se tiran por el tajo de la peña, cerca de Archidona. Es el siglo de los grandes cuadros histórico clásicos, de Mariano Carbonero, de Mariano Fortuny y los que visitaron Italia, La época de pintar el exotismo, Odaliscas, los temas del Norte de África.

        

         No podemos olvidar al mejor de los paisajistas españoles Jenaro Pérez Villamil (1807-1854), realizó varios viajes por la península, trabajos que publicaría en España artística y monumental.

         El francés Louis Joseph Alexandre de Laborde (1773-1842), fue enviado como embajador de Napoleón en España, Entre 1807 y 1818 realizó Voyage Pittoresque et Histótique en Espagne, de carácter arqueológico, romántico e influencia del paisaje inglés.

         El hispano-portugués Manuel de Villena Moziño entre 1791 y 1794 como resultado de una misión arqueológica en Mérida encargada por el rey Carlos IV de Borbón y Sajonia y conservadas desde 1932 en el Museo Naval de Madrid, realizó diecinueve láminas en color.  Éstos conducen a la conclusión de que Carlos IV y su valido Manuel de Godoy deben ser considerados como los primeros protectores ilustrados de la Arqueología española, ya que puede detectarse durante este reinado, tan desgraciado y convulso por otros motivos, El discípulo de Villena, fue el emeritense Fernando Rodríguez, autor de otras sesenta láminas entre 1794 y 1798.

      El acuarelista y dibujante británico David Roberts (1796.1822), llegó a España en 1832 y realizó la serie Anuario de paisaje Jenning, de gran éxito, tanto fue así que en 1838 publicó Apuntes pintorescos en España.

         En el dibujo a plumilla y el grabados los motivos románticos, y sobre la Alhambra, la mezquita de Córdoba, son innumerables,  aunque entre todos destacó el pintor y grabador francés Paul-Gustavo Doré (1833-1883) que ilustró obras de Balzac, de Dante, El Quijote en 1863, siguió con la Biblia, y además se permitió hacer esculturas. Viajó a España en 1861 acompañando al barón de Davillier, especialista en el Siglo de oro. Ilustró Viaje por España de Davillier. Sus ilustraciones eran grabados interpretativos, luego estos trabajos eran compuestos por otros artesanos.       

       La arquitectura árabe española, con un aire de orientalismo romántico, quedó plasmada  en las múltiples escenas de los hechos de la “reconquista”, en los coros, púlpitos de catedrales, seos e iglesias,  las piedras de frontispicio o pórtico, y las esculturas de Santiago “Matamoros”, como agradecimiento a Dios de los victorias conseguidas contra los “infieles”.

 

 

      

    


 

 

 

 

       2.-   Trayectoria biográfica de Zorrilla, hasta 1868.

        José Maximiliano Zorrilla del Moral, nació el 21 de Febrero de 1817 en la calle Ceniza de Valladolid, la imperial y “austriaca” ciudad donde nacieron Felipe II y Felipe IV, capital de España hasta 1559, y nuevamente 1600 a 1606. Hijo de José Zorrilla Caballero y de doña Nicomedes del Moral (tenía el mismo nombre que el poeta y ministro gallego Nicomedes Pastor Diez, amigo de Zorrilla).  El padre era palentino, relator (especie de secretario) de la Cancillería de Valladolid[1] y comisario especial de vigilancia pública.   Declarado acérrimo absolutista y partidario de  Felipe VII, contrario a los constitucionalistas de 1812,  los sucesivos cambios políticos le causaron destierro y exilio a Francia por el abrazo de Vergara [[2]]. Tras la ligera apertura de un Gobierno liberal, el padre, regresa al solar palentino de Torquemada donde tenía hacienda.

           La juventud del poeta estuvo liga a los distintos destinos de su padre: Sevilla, Madrid (Real Seminario de Nobles[[3]] regentado por jesuitas)  donde ingresó con nueve años de edad y donde permaneció tres años; Arroyo de Muñó y Lerma (Burgos), lugar de confinamiento del padre. Estudios leyes en la Universidad  de Toledo [[4]] y en la de Valladolid, pero su bajo rendimiento en los estudios y su vida bohemia en la ciudad, obligan al poeta a regresar a Ledesma llamado por su padre. Pero el poeta no llegará nunca a su destino, en Torquemada decide volver  a Valladolid y después a Madrid. Abandona la potestad del padre y la protección. Hecho que marcaría la vida y obra literaria del poeta “¡Desventurado aquel cuyo primer delito es una rebelión contra la autoridad paterna!”  Recogido en sus Recuerdos... (1844),  mismo año en que aparece su famoso y eterno Don Juan Tenorio, sobre el tema del burlador de Tirso, y antes el infamador de Juan de la Cueva (1581) o el “El Hércules de Ocaña”, Vélez de Guevara [[5]].

          El padre se mostró indiferente a la obra literaria de su hijo, según la versión del propio Zorrilla  que nos dice: “mi padre, el único por quien todo lo hice, es el único que en nada lo estima”. Es lógico pensar, que su padre decidiera un porvenir más provechoso para su hijo como la carrera de Derecho, que no la de un poeta y dramaturgo, de dudoso porvenir, puesto que en aquella época, la vida de artistas, escritores y actores, dejaba que desear [[6]]. Zorrilla para demostrarse a su padre su valía se esforzó en sobresalir.

         Tras la muerte de Fernando VII (1833) y regencia de María Cristina, reina gobernadora, durante la minoría de edad de Isabel II, se inicia un periodo política liberal de transición, y el padre del poeta ha de abandonar Madrid y confinado en Lerma. El poeta salió del Seminario de Nobles, y volvió a Lerma, “retirado ya el padre de los cargos públicos... el padre y el hijo estaban en desacuerdo”. Ello ocasionó que su padre le enviara a Toledo, bajo la tutela de un “prebendado pariente”  (un tío sacerdote). Tras el curso volvió a Lerma, y el padre lo recibió con desagrado, era mal estudiante, fue enviado a Valladolid para que siguiera la carrera de leyes, bajo la vigilancia cercana de “personas de categoría”. Con una «yegua del primo» viaja a la villa Madrid.

         El 13 de Febrero de 1837, Fígaro (Mariano Larra) se suicida en Madrid por el abandono de su amante Dolores, en su funeral celebrados en la tarde del día 15 en el que parece asistió el todo Madrid literario, entre otros Gil y Carrasco, Nicomedes Pastos [[7]], y un desconocido, Sr. Roca de Togores[8], Juan Eugenio Hartzenbush [[9]].... Zorrilla lee unos versos que “entusiasmaron a la concurrencia” según el enigmático Ildefonso de Ovejas[[10]], de este luctuoso hecho arranca la fortuna literaria del poeta.

        Más tarde, en este poema se incluyeron en sucesivas publicaciones de poesía con el título “A la memoria desgraciada del joven literato don Mariano José Larra”. La última estrofa dice así:

                                Poeta, si en el no ser

                                 Hay un recuerdo de ayer,

                                 Una vida como aquí

                                 Detrás de ese firmamento....

                                 Como el que tengo de ti.

 

    Según Mesonero Romano, en un café El Parnasillo, “situado en la planta baja de la casita contigua al Teatro del Príncipe..., se reunía Espronceda, Vega, Escosusa, Larra, Hartzenbush, Gil y Carrasco, Zorrilla... Ahí se debieron conocer, aunque no debieron tener una extraña amistad Larra era famoso y Zorrilla un desconocido. Larra no lo mencionó en sus artículos. Hecho doloroso que aprovechó Zorrilla para darse a conocer, aunque ingrato verso cantar a un suicida.  Al año siguiente vino la amistad con Espronceda del que se deja influir. En aquellos años la vida en “la coronada villa” refiriéndose a Madrid,  Ildefonso de Ovejas en la Biografía a la edición de 1847, escribe: “sumidero de desventuras, seno de pobreza, abrigo de ilusiones y acreditada escuela donde cursa mejor el desengaño la enseñanza del mundo”.  

       Resistió diez meses en Madrid sin volver a casa, se dejó crecer la barba, la melena y usaba anteojos, se emancipó aunque iba y venía a la casa paterna. Hasta que se emancipa, luego se casaría en contra de la voluntad del padre con una mujer mayor que él, viaje a París, a Méjico, viaja a Italia y en 1889, fue coronado en Granada “poeta nacional”, diploma y corona que se puede admirar en la Casa Museo de Zorrilla en Valladolid. 

    

 

 

         3.- SU TIEMPO:

            a) Panorama político.

     La sucesión de una mujer al trono de España, por la abolición al Ley Sálica (1833), provocó tres guerras carlistas: (1833-1839), acabó con el abrazo de Vergara.  La segunda acabó en 1860. La tercera (1872-1876) tuvo su origen a causa de la elección de Amadeo I y la proclamación de la I República. Un siglo de insurrecciones y agitación política sin precedente en la Historia de España.

     Tras la muerte de Felipe VII, su cuarta esposa Maria Cristina  tomó la regencia durante la minoría de edad de Isabel II, con apertura hacia el liberalismo. Promulgó  la Constitución de 1837, que no era más que una mera reforma de la de 1812, atenuó el poder de la Corona y se hizo más moderna para atraer a los progresistas, intelectuales exiliados, promulgó algunos derechos individuales como el de la imprenta, y se robustece la corona.  Nombró a Espartero, militar para frenar la Juntas revolucionaras. No atrajo a los moderados. Los intentos de controlar  a la prensa y a los ayuntamientos provocarían insurrecciones.  Espartero [[11]] ministro en desacuerdo con la política consigue que Maria Cristina abdique en 1840 a favor de su hija, y en tres años se ve “desterrada” a París. El padre del poeta “acérrimo absolutista” se exilia en Burdeos.

      La vicalvarada de 1845, derogó prácticamente la Constitución de 1845, la cual promulgada por Narváez no era más que una reforma de la de 1837, una reforma conservadora y pactada. Uno de “los primero móviles de la reforma”[12] fue la suprimir la milicia ciudadana El 10 de octubre del 1845 Isabel II llegaba a la mayoría de edad anticipada por las Cortes, y terminó la regencia de Espartero con la llegada de los moderados. En 1851 Bravo Murillo trata de modificarla y en 1857 se varían algunos artículos del Constitución de 1845 para variar la composición del Senado. “La Constitución estaba encaminada, pues a reforzar todavía más el poder real, es camoteando el principio de soberanía nacional y acentuada en las facultades del Gobierno...” [[13]] 

      En 1845 y caída de Espartero, el padre del poeta  regresa del exilio de Burdeos, el poeta viajará a Francia donde “proyecta escribir su poema Granada y supervisa la edición de sus obras por Baudry” [[14]].  En París, evidentemente. Creemos que si revisó la edición que iba a salir un años después, debió incluir el Himno a Isabel II, del que se arrepintió de su publicación, quizá por precaución. Regresa ese mismo año, por diciembre, a la muerte de su madre. En Octubre de 1849 muere su padre en Torquemada (Palencia).  En 1850 vuelve otra vez a París donde permanece varios años. En 1852 sale a la segunda edición de Obras de Zorrilla al que se le añadió un tercer tomo, y se le ha quitado el Himno a Isabel II. Sostiene relaciones con Emilia Serrano[15], escritora bajo el seudónimo de baronesa Wilson.

         En 1854 pronunciamiento de O´Donnell y regreso de Espartero. En diciembre de ese mismo año Zorrilla abandona París y viaja a México, donde llegó a ser Director del Teatro Nacional, Lector del Emperador Maximiliano. Tachado de abúlico por los escritores mexicanos. En junio de 1866 regresa a España con un recibimiento “apoteósico” propio de un divo. ¿Acaso este largo periodo de ausencia se debe a la necesidad de hacer fortuna o a la situación política? 

        

                         

               b).- Panorama histórica. Breve calendario

    1808. Las tropas de Napoleón entran en España. Abdicación de Carlos

              III. José Bonaparte, rey,

    1812. Primera Constitución de las Cortes de Cádiz.

    1813.- Fin de la guerra de Independencia por el tratado de Valençay.

    1814.- Retorno de Fernando VII, y abolición de las Cortes de Cádiz.   .

    1820. Sublevación de Riego, que devuelve la Constitución del 1812.

    1833. Muerte de Fernando VII. Levantamiento carlista.

    1836. Primer decreto de Desamortización.

    1837. Constitución progresista.

    1843. En Noviembre de adelanta la mayoría de edad de Isabel II.         

    1844. Se crea la Guardia Civil.

    1846. Se casa la reina Isabel II con Francisco de Asís.

    1848. Se inaugura la línea ferroviaria Barcelona Mataró.

    1854. Insurrección de O’Donnell y regreso de Espartero.

    1859-1860 Guerra de Marruecos: victoria de Tetuán.   

    1868.- Revolución de Prim o la Gloriosa y tropas de serrano. Derrota

               de Alcolea e Isabel, se exilia en Francia.

    1870. Abdicó sus derechos monárquicos a favor de su hijo Alfonso II.

 

 

 

 

 

            


 

 

           5. Comentarios a la edición de 1847:

 

A)                 Valores bibliográficos.

            Tal y como comenté en la introducción, era necesario conocer el panorama histórico y cultural contemporáneo a Zorrilla, para dar importancia al hecho que cuando salió la edición de París. Baudry, Librería Europa, dirección: nº 3, Quai Malaguais, Au Premier étage, cerca del puente des Arts. 1847. Cuya portada adjunto, y que poseo afortunadamente un ejemplar, nadie sabe dónde están los otros ejemplares.                                 

     Esta edición de 1847, como ya dije, no fue reconocida por el autor, porque contiene un poema dedicado a Isabel II, que posiblemente se lo escribió que cuando el 10 Octubre de 1845, cumplió la mayoría de edad y se le coronó reina de España. Además la biografía que escribió  Ildefonso de Oveja con tiene duras críticas de algunos poemas primero, escribe: «El mayor número de las composiciones de este tomo son imitaciones no muy felices de Víctor Hugo (1802-1885), con algo de Lamartine y más del estilo de Calderón». Sigue, página XIV: «...en vano intentaba verter profundas y trascendentes sentencias. Zorrilla no estaba satisfecho de sí mismo, él se sentía con facultades y no atinaba: en la Indecisión acertó con su genio, y entonces exclamó:»  -se refiere al poema de Zorrilla-.

 

                                 ¡Bello es vivir! La vida es la armonía,

                                 Luz, peñascos, torrentes y cascadas,

                                 Un sol de fuego iluminado el día,

                                  Aire de aromas, flores apañadas.

 

       Examinada la biografía que escribió Ildefonso de Oveja con otras ediciones posteriores, no aprecio variaciones sustanciales.  Por ello, descarto los motivos de las críticas en biografía. Se mantiene esa crítica insobornable y sin miramientos, y otras veces tan laudatorias, el adjetivo genio lo repite multitud de veces, casi como las actuales críticas en las que se aprecian cierta dirección de editoriales que “parecen” abonar gastos de promoción o encargos.

            En 1845 y caída de Espartero, el padre del poeta  regresa del exilio de Burdeos, el poeta viajará a Francia donde “proyecta escribir su poema Granada y supervisa la edición de sus obras por Baudry” [[16]].  En París, evidentemente. Creemos que si revisó la edición que iba a salir un años después, debió incluir el Himno a Isabel II, del que se arrepintió de su publicación, quizá por precaución. Regresa ese mismo año, por diciembre, a la muerte de su madre. En Octubre de 1849 muere su padre en Torquemada (Palencia).  En 1850 vuelve otra vez a París donde permanece varios años. En 1852 sale a la segunda edición de Obras de Zorrilla al que se le añadió un tercer tomo, y se le ha quitado el Himno a Isabel II. Sostiene relaciones con Emilia Serrano[17], escritora bajo el seudónimo de baronesa Wilson.

 

                                             

 

                   


 

        

 

        6.-Orientales.

                

a).-Antecedentes literarios:

     La poesía de tema árabe se divide en dos partes, la anterior a la conquista de Granada, y la posterior a ella. Puesto que tienen diferentes puntos de vistas. En la primera son sátiras contra el enemigo que pueden remontan a los orígenes, al Corán[18], y a continuación la poesía de los Omeyas (661-775) de Damasco y Córdoba, a la de los Abasíes (750-1028) en Bagdad. Escribieron poemas eróticos desvergonzados, crearon la poesía florar dedicada al jardín de la que es heredera los orientales. En el periodo posterior los romances toman otro sentido, el de la fusión entre dos pueblos, amores de cristianos con moras y viceversa, visión melancólica y sentimiento de pérdida.

        La poesía hispano islámica[19] y la hebraico española, conservada por los sefarditas,  hasta continuar a los mismos orígenes del idioma castellano: las “jarchas”, el poema del Mío Cid, las Glosas, Alfonso X el Sabio, Juan Manuel,  hasta llegar a los romance fronterizos, donde se poetiza la crónica de la Reconquista, se cantaban por los juglares en los pueblos, recojo literalmente un fragmento del Romance de Abenamar[20]:            

                              ¡Abemanar, Abenamar, – moro de la morería,

                         el día que tú naciste – grandes señales había!

                        Estaba la mar en calma – la luna estaba crecida:

                       ¡moro que en tal singo nace, – no debía decir mentiras!

                        Allí respondiera el moro, – bien oiréis lo que decía:

                           –Yo se lo diré, señor, – aunque me cueste la vida,[21]

                                           .......        ........   ....         ........        .......   

 

      Los infantes de Lara. Los siete hijos de Gonzalo Gusto asiste a la boda de su tío, la novia se siente agraviada, y el tío promete vengarse, los sobrinos caen en una trampa y son decapitados por los moros, las cabezas son presentadas a Gonzalo Gusto, y promete venganza.                  

       Romances fronterizos, narraban los sucesos de la frontera que avanzaba con la Reconquista: Antequera, Archidona, Ardales... Gestas recogidas en el  Cancionero de Baena. Romances de cautivos, el Infante Arnaldo. Recojo el cerco a Álora (Málaga) en el romance anónimo: Álora, la bien cercada. Nos da una rápida visión de las intrigas, los combates y las traiciones.

 

 

                                Álora, la bien cercada,

                               tú que estás en par del río,

                               cercóte el Adelantado[22]

                               una mañana de domingo,

                               peones y hombres de armas

                               el campo bien guarnecido:

                               con la gran artillería

                               hecho ye habías un portillo.

                               Viérades moros y moras

                               subir huyendo al castillo;

                               las moras llevaban la ropa,

                               los moros harina y trigo,

                               y las moras de quince años

                               llevaba el oro fino,

                               y los moricos pequeños

                               llevaban la pasa y el higo.

 

           Las Coplas de Jorge Manrique (1440-1479), a la muerte de su padre, muerto en la defensa de un castillo en la provincia de Cuenca.  Copio la estrofa 29.

                                       Non dejó grandes tesoros,

                                  ni alcanzó muchas riquezas

                                  ni vajillas;

                                  mas fizo guerra a los moros,

                                  ganados sus fortaleza

                                  e sus villas;

                                  y en las lindes que venció,

                                 muchos moros e caballeros

                                 ser perdieron;

                                 y en  este oficio ganó

                                 las rentas e los vasallos

                                que le dieron. 

 

     

       Otro romance fronterizo, evidente antecesor de las Orientales de Zorrilla, es el recogido por Menéndez y Pelayo,  titulado: Romance del rey moro que perdió Alhama:

                                          Paseábase el rey moro

                                   por la ciudad de Granada,

                                   desde la puerta de Elvira

                                   hasta la de Vivarrambla.

                                   «¡Ay de mí Alhama!»

                                   cartas le fueron venidas

                                   que Alhama era grana:                         

                                   las cartas echó en el fuego,

                                   Y al mensajero matara.

                                   «¡Ay de mi Alhama!»

                                   Descabalga de una mula,

                                    y en un caballo cabalga;

                                    por el Zacatín arriba

                                    subido se había al Alhambra.

                                      ....   ....  ......   ....

 

      El Abencerraje, es una obra fundamental del género morisco, del que se conocen varias versiones, la primera edición es de 1561 Edición Crónica en casa de Ferrer, Toledo, auque quien le dio la organización definitiva es Villegas en la edición de 1565.  El Abencerraje necesitaría un capítulo aparte, que no es el caso, para una amplia información recomiendo la edición de  Francisco López Estrada en Cátedra nº 115.  Este tema del moro Abindarráez[23], dio origen a ampliar en Romancero general. Esta obra era conocida por Cervantes, puesto que en la Parte I, capítulo 5, de El Quijote, escribe:

    «...se acercó el moro Abindarráez, cuando el alcaide de Antequera, Rodrigo de Narváez, le prendió y le llevó cautivo a la alcaidía... del mesmo modo que él había leído la historia en La Diana[24] de Jorge de Montemayor, donde se escribe; aprovechándose “della” tan a propósito, que el labrador se iba dando al diablo... esta hermosa Jarifa que he dicho es ahora la linda Dulcinea del Toboso...»

 

       El romancero se nutrió con obras de Pedro Padilla, Pérez de Hita, varios de López de Vega, Juan Timoneda, Luis de Góngora. De López de Vega recojo unas estrofas de una sensibilidad fuera de dudas, cuando Abindarráez, sale camino a su boda:

                                             Bajé a nuestra huerta

                                          y despedíme en voz alta

                                          de los árboles y flores,

                                          de las fuentes y las aguas.

                                                ... .... .... ... ..  .........

                                               Y pues al fin me venció,

                                          do me alabo; decir basta

                                          que tenía tres heridas[25]

                                          en brazo, muslo y espaldas.

 

        San Juan de la Cruz (1542-1591) escribió su famosa lira mística, con cierto tono de erotismo subliminal, en Cántico espiritual..., de cuya belleza aún no nos hemos recuperado, todavía no sabemos muy bien qué nos quiso decir, Cristo es el esposo del alma, y el alma le pregunta al esposo adónde se ha ido, pero nosotros, simples mortales, evocamos la imagen de  que quien quedó con gemido, insatisfecha,  es una mujer de carne y hueso que acaba de hacer el amor, y el amante se ha ido como un ciervo herido, y ella ha quedado herida de amor, y sale tras él, clamando por los campos, pero en vano, porque él se ha ido, luego sale en su busca por montes y riberas, bosques y prados, y pregunta a pastores. En este poema aparece por primera vez vocablo “silbo” de los aires amorosos, que luego uso Góngora[26] y  Miguel Hernández:

                                            ¿Adónde te escondiste,

                                      Amado, y me dexaste con gemido?

                                      Como el ciervo huiste,

                                      Habiéndome herido;

                                      Salí tras ti clamando, y ya era ido...

 

      Esta estrofa insuperable, trae loco a filólogos y especialistas en poemas místicos, lo que evidencia, nuestra teoría de que en poesía no todo ha de quedar dicho. En realidad la poesía mística es la poseía verdadera o pura, la que mana del interior al exterior del alma del hombre.

     Luís de Góngora, cordobés, no se pudo sustraer a lo novedoso de los Orientales, y sin precisar este apelativo, escribió una redondilla: Servía en Orán al rey. Recojo algunas estrofas sueltas del libro de Menéndez y Pelayo, 1925:

 

 

    Y ellas al enamorado,

Que en los brazos de su dama

Oyó el militar estruendo

De las trompetas y las cajas.

    Espuelas de honor le pican

Y freno de amor le para;

No salir es cobardía,

Ingratitud es dejalla.

     Del cuello pendiente ella,

Viéndole tomar la espada,

Con lágrimas y suspiros

Le dice questas palabras:

 ....  ......  ......   ......  ......

 

    Gallardo moro, le dice,

Si adoras como refires,

Y si como dices amas,

Dichosamente padeces.

      ...   ....  ....   .......

     Alá se quede contigo

   Y te dé vitoria siempre

Para que extiendas tu fama

Con lechos tan excelentes.


    

        Los temas moriscos cautivaron a todos los románticos de su época, la tradición literaria se extiende a los extranjeros contemporáneos de Cervantes como Shekaspeare, con la comedia El mercader de Venecia, y la tragedia Otelo, el moro de Venecia.

         No es lugar aquí  para recopilar toda la literatura mundial sobre el romanticismos. No obstante es necesario recodar algunos autores de  la literatura alemana, inglesa y francesa como la ingente obra de Víctor Hugo que ejerció magisterio espiritual sobre los jóvenes; en 1829, se publicó a la moda exótica Las orientales, que leyó Zorrilla, puesto que el vallisoletano le tradujo algunos poemas, además conoció en Paris.      

        Rodrigo Caro (1563-1547), escribe el poema A las ruinas de Itálica. Lo que es ya un intento de abandonar los mitos griegos y romanos clásicos,  y centrarse en los temas hispánicos, como son las ruinas Itálicas junto a  Sevilla:

 «Aquí nació aquel rayo de la guerra, /Gran padre de la patria, honor de España, / Pio, felices, triunfador Trajano,/ Ante quien muda se postro la tierra/ Que ve del sol la cuna y la que baña/ El Mar, también vencido, gaditano.»

 

         Fernando de Andrade (1535-1614), de seudónimo Anónimo Sevillano, poeta portugués que vivió en Sevilla, recupera Itálica, veintiunavo estrofa: «casi no tienes ni una sombra vana/ De nuestra antigua Itálica, y ¿esperas?/ ¿Oh error perpetuo de la suerte humana!». Este mismo autor escribió Es pistola moral, nombra el Guadalquivir bajo el gran Betis.  Deja constancia en la séptima estrofa: «Dexémosla pasar como á la fiera/ Corriente del gran Bétis, cuando airado/Dilata hasta los montes su ribera.» Parece ser que cuando se inundaba llegaban las riberas hasta los montes, cuando en Sevilla no los hay.  Sobre el río Guadalquivir tenemos otra referencia de Juan de Aguijó (1567-1623), en un soneto Al Guadalquivir, en una avenida. A quien llama rey de los ríos, cuyas márgenes contempla Apolo, en la última estrofa le pide que humilde y compasivo con la ciudad (Sevilla); es digna de recoger el tercero último:

                              De la mejor ciudad, por quien famoso

                          Alza igual al mar la altiva frente,

                          Respeta humilde los antiguos muros.[27]            

             

       Cuando en 1833, tras la muerte de Fernando VII, regresan del exilio un centenar de intelectuales, que traen el gusto por el movimiento romántico iniciado en la literatura inglesa y en francesa. Entre algunos nombres Martínez de la Rosa, Espronceda, Larra,  Bartolomé José Gallardo, escribe Blanca Flor, 00(Canción romántica).  Autor romántico comentó de El Abencerraje, según nota de F. López Estrada, “esto parece que está escrito con la pluma de ala de algún ángel”.                                                 

       Antonio Saavedra, Duque de Rivas (1791-1865), es un poeta que recupera los hechos de la Edad Media, en la composición en versos endecasílabos, El Moro Expósito (1834), que relata una justa entre dos caballeros uno cristiano y otro  moros ya aparece por primera vez la palabra Oriente, en el poema que empieza :

 

                                           Brilla la luz del apacible cielo,

                                      tregua logrando breve de la cruda

                                      estación invernal, y el aura mansa

                                      celajes rotos al Oriente empujan (...)

 

         Este brillante poema lleno de luz y de riquezas, continúa con unos versos que no podemos dejar pasar, si pretendemos demostrar la corriente favorable hacia el género orientales, a principio del romanticismo:

                                            Sobre unas yegua de color de nieve,

                                        joya de las riberas andaluzas,

                                        que alienta al fuego y que salpica el aura

                                        con leves grumos de argentada espuma,

                                        entra, pues, el Expósito gallardo,

                                        y su talle gentil y sus hermosura

                                        el rumor del encanto justifican,

                                        y a quien portento le ha llamado excusan.     

                

      El gaditano Antonio García Gutiérrez (1813-1884) con obra hispanoárabe, en Las dos rivales (1840), escribe sobre Jaén: «Camino va de Jaén, / sobre perezosa mula, / mancebo de pocos años, / de larga guedeja rubia. / Fija la barba en el pecho / su rostro pálido oculta, / o con recelo sus ojos / torna canino de Andújar...»

       Y el inigualable extremeño José de Espronceda y Delgado (1808-1842)  con el poema a una prostituta  titulado «A Jarifa en una orgía»: El nombre de Jarifa es el ya conocido en la novela corta El Abencerraje (1565).

 

 

                             Trae, Jarifa, trae tu mano,

                       ven y pósala en mi frente,

                       que en un mar de lava hirviente

                       mi cabeza siente arder.

                             Ven y junta con mis labios

                       esos labios que me irritan,

                       donde aún los besos palpitan

                       de tus amantes de ayer.

                                      ....    ...

                             Dame vino: en él se ahoguen

                      mis recuerdos, aturdida   

                      sin sentir huya la vida;

                      paz me traiga el ataúd.

                                   ....   ......

                            Huye mujer; te detesto,

                      siento tu mano en la mía

                      y tu mano siento fría,

                      y tus besos hielos son.

                                   .... ....

                           ¿Por qué aún fingimos amores y placeres

                      que cierto estoy de que serán mentira?

                      ¿Por qué en pos de fantásticas mujeres

                      necio tal vez mi corazón delira.  [28]

                             .... ....

                             

        De hecho, Zorrilla escribe un pie de página en Dos hombres generosos, que dice: «1) Nota del autor. La historia del mercader de Alejandría compone otra leyenda oriental, que por sus dimensiones ha sido forzosa suprimirla aquí». Además de haberle dedicado un poema a Venecia. El tema de los moriscos españoles y su literatura se resume con un gran abanico de autores, en un imprescindible libro de Miguel Ángel Bunes[29] cuya bibliografía recoge, nada más y nada menos que 435 anotaciones, además hace un análisis encomiable.

        El más evidente antecedente sobre la elección del título Orientales, que el autor eligió para sus poemas, que debían ser del gusto de los lectores, es el libro de Las Orientales (1829), escrito por Víctor Hugo. De quien el propio Zorrilla reconoce influencias y al que admiraba, y al que, sin duda, debió conocer en París.  Y de quien tradujo dos poemas: El canto de los piratas  (de contenido oriental) y El Velo, una composición que debe pertenecer a la escena de una obra mayor.

        Se ha de tener en cuenta es el valenciano Juan Arola Bonet (1805-1849), escolapio por su poesía erótica y sugerente. Trató los temas orientales en la línea de Víctor Hugo o Byron. Recojo unas estrofas de Las Odalisca.[30] Costa de 122 versos, es polisémico, rima consonante

 

                                      ¿DE QUÉ sirve a mi belleza

                                                la riqueza,

                                  pompa, honor y majestad,

                                  si en poder de adusto moro

                                                gimo y lloro

                                  por la dulce libertad?

                                       Luenga barba y torvo ceño

                                              tiene el dueño

                                  que con oro me compró;

                                  y al ver la fatal gumía

                                              que cenía,

                                 de sus besos temblé yo.

                                 ¡Oh, bien hayan los cristianos

                                             más humanos

                                  que veneran una cruz,

                                 y dan a sus nacarenas

                                              por cadenas,

                                 auras libres, claras luz!

                                     Ellas al festín de amores

                                              llevan flores;

                                 sin velo se dejan ver,

                                 y en cálices cristalinos

                                              beben vinos,

                                 que aconsejan al placer.

                                               ... ..... ......

       

               Otro de los poetas románticos que escribió orientales es Gregorio Romero y Larrañaga (1815-1872), y que siguieron la tradición de Zorrrila, y he recogido dos: El de la cruz de colorada (1841). (Oriental, consta de diez estrofas de trece versos octosílabos, y al último verso acaba estribillo, repitiendo el título del poema).

             


                                ORIENTAL  (1841).


    DIME tú, el rey de los moros,

el de los bellos jardines,

el de los ricos tesoros,

el de los cien paladines,

el de las torres caladas

con sus agujas labradas,

el de alcatifas morunas,

el rey de las medias lunas,

de los reyes soberanos,

el de la alhambra dorada,

el de la hermosa Granada,

en dónde está cristiano

el de la cruz dorada.

     

     Bellos tus moros Gomeles

y diestros son en la zambra:

discretos son tus donceles

si platican en la Alhambra:

para las justas mañeros,

para la li

za guerreros,

para cabalgar airosos,

enamorando amorosos,

modelos en lo galano

y en su apostura extremada;

pero algo falta en Granada,

y es mi donoso cristiano

el de la cruz colorada.

  .... .....  .... ..... ......

 

 

  Yo soy la flor de Sevilla,

y en Jerez, donde nací,

me llaman su maravilla

y aquí, en Granada, la Hurí.

no puedo darte, rey moro,

el alma, que es del que adoro;

 mas si en lo hermosas soy perla,

tú sultán, debes tenerla

cual joya a tu fausto vano,

como lámoara estimada

en tus serrallos colgadas.

¿Ay!, salve yo mi cristiano

el de la crux colodada.


 


 

       Al igual que el Romance de Pérez de Híta (1595) sobre las desgracias de los Abencerrajes.  En el oriental que he recogido de Larrañaga ya aparece gomeles al igual que en otro del mismo autor Canción morisca (1839)  aparece gomeles, posiblemente anterior a la oriental de Zorrilla y a la que le hemos dado el númerado 2.- Corriendo van por la vega...

 

  


 

       Otros autores que recogieron el tema morisco fueron:

 

       Manuel Fernández  y  González,  Los monfíes de las Alpujarras (     ).

       Martínez de la Rosa, Morayma( 1818), Aben Humeya (1835), obra teatral dramática, marca la transición entre el neoclasicismo y el romanticismo, cultivó la leyendas poéticas narrativa.

        En poesía amorosa de gran sensibilidad, dos mujeres:

       Carolina Coronado (1823-1911) y la cubana Gertrudis de Avellaneda.


 


 

       Al igual que el Romance de Pérez de Híta (1595) sobre las desgracias de los Abencerrajes.  En el oriental que he recogido de Larrañaga ya aparece gomeles al igual que en otro del mismo autor Canción morisca (1839)  aparece gomeles, posiblemente anterior a la oriental de Zorrilla y a la que le hemos dado el númerado 2.- Corriendo van por la vega...

 

  


 

       Otros autores que recogieron el tema morisco fueron:

 

       Manuel Fernández  y  González,  Los monfíes de las Alpujarras (     ).

       Martínez de la Rosa, Morayma( 1818), Aben Humeya (1835), obra teatral dramática, marca la transición entre el neoclasicismo y el romanticismo, cultivó la leyendas poéticas narrativa.

        En poesía amorosa de gran sensibilidad, dos mujeres:

       Carolina Coronado (1823-1911) y la cubana Gertrudis de Avellaneda.

 

 

     b)  Influencias de autores extranjeros:

       Los románticos españoles se dividieron en dos camarillas, lo que eran partidarios del conservadurismo: el escocés Walter Scott (1771-1832), su novela histórica Waverly(1814) revolucionó el concepto de la novela de este género. El francés Florián, ya nombrado. El otro grupo y los más radicales: Lord Byron y Víctor Hugo. Por este grupo tomó partido Larra (Fígaro)[xxxi] y Espronceda, que conocieron su obra durante el exilio.   

          Lord Byron estudió en Cambridge. Conoci



[1] La jurisdicción  española estaba divida por el río Tajo, al  norte Valladolid y al sur la de Granada.

[2] Villa de Guipúzcoa donde se verificó en 1839 la reconciliación entre carlistas y liberales.

[3] Véase Luis Fernández, Zorrilla y el Real Seminario de Nobles, 1827-1833, con apéndice de 65 cartas 

    íntimas e inéditas del poeta (prólogo de N. Alonso Cortés) Madrid, 1945

[4] Donde lo acogió un tío suyo, sacerdote prebendado, “José Zorrilla, Traidor...” Ricardo Calvo, Espasa Calpe, 1997, pág.51.

[5] Francisco Nieva. El mito de don Juan. Espasa Calpe, Madrid.2002.

[6] Mariano José de Larra proporciona algunos datos sobre el oficio de escribir “...pero en España ningún  oficio reconozco más menudo, y sirva esto de conclusión,  ningún modo de vivir que dé menos de vivir que el de escribir para el público y hacer versos para la gloria;...”  Artículo “modos de Vivir que no dan de Vivir” (Revista mensajero, 29 de junio de 1835).

[7] Nicomedes-Pastor Díaz Corbelle nació en Viveros, Lugo en 1811,  murió en 1863, político y literato amigo de Zorrilla. Fue ministro, Embajador en Italia y en Lisboa, rector de la Universidad de Madrid, Académico. Sus obras completas abarcas VI volúmenes.

[8] En el Prólogo de Nicomedes Pastor Díaz a la obra poética de Zorrilla, edición Baudry de 1847: “Entonces el Sr. Roca de Togores, levantando penosamente de su alma el peso de dolor que le oprimía, u como revistiéndose de la sombra del ilustre difunto, alzó su voz”.

[9] Escritor español nacido en Madrid (1806-1880), autor de dramas románticos históricos (Los amantes de Teruel, Doña Mencía,) comedias (Los polvos de la madre Celestina).   

[10] Ildefonso Ovejas, poeta y teórico autor  de Ensueños de una Virgen, y La Atanacia (1845). Zorrilla no le dedicó ningún poema, en cambio sí lo hizo a Nicomedes Pastor Díez que le hizo el Prólogo tiene tres poemas, ver pág.11, 27 y 115. O a Juan Donoso Cortés (ensayista y diplomático, secretario particular de la reina Maria Cristina, a la que acompañó en su exilio a París). pag.27.  

[11] Baldomero Espartero, duque de Victoria, príncipe de Vergara, general y político español (1793-1879). En 1833 se pronunció a favor de Isabel II, luchó contra los carlistas. Firmó la paz  de Vergara. Regente del reino en 1841,  Gobernó  otra vez entre 1854 a 1856.

[12] Ramón Fernández Espinar. Las Fuentes del Derecho Histórico Español. 2ª Edición. Editorial CEURA. Madrid. 1986. pág.571-572

[13] Ibíd. Ramón Fernández Espinar.

[14] Ibíd. Roberto Cano Sanz.

[15] (Véase N. Alonso Cortés, Miscelánea..., I, página. 562 y sigs.) pie de página recogido por Roberto

     Clavo Sanz. Ibíd.

[16] Ibíd. Roberto Cano Sanz.

[17] (Véase N. Alonso Cortés, Miscelánea..., I, página. 562 y sigs.) pie de página recogido por Roberto

     Clavo Sanz. Ibíd.

 [18] Zorrilla conoció una traducción en París. 

 [19] Muchos de estos poemas decoraban las paredes de la Alhambra, no se conocieron hasta que  fueron traducidos durante por Emilio García Gómez. Copio uno de Idn Sara (1123): Veo que el naranjo nos muestra sus / frutos que parecen lágrimas coloreadas / de rojo por las tormentas del amor. /  

[20] Prefiero la formula en dos hemistiquios que recogió Antonio Regalado González. Antología de pósitos Mondernos, Imp. Sáez Hernos, Madrid. 1935. página 299. (El libro bien se pudo llamar prosistas y poetas), ha pesar de que es anónimo se lo atribuye al Marqués de Santillana.

[21] Ibíd. Antonio Regalado. En esta versión se aparecía «naziste» y «naze» con «z», además «oyréis» con «y». Que difieren de la versión de 1925,  corregida por Menendez y Pelayo, Las Cien Mejores Poesías (líricas) de la Lengua Castellana. 

 [22] El Adelantado  de Andalucía era Don Diego de Rivera. Álora se rindió el 20 de Junio de 1484,  doscientos jinetes al mando de Luis Fernández Portocarrero. Existe una talla del hecho en la catedral de Toledo. F. Guillen Robles. Tomo I. Pág. 378.

[23] El moro Abindarráez natural de Cártama es cautivo de Rodrigo de Narváez, alcaide de Antequera y de Álora,  el cual lo deja en libertad para que se case con su dama Jarifa natural de Coín,  bajo palabra de que volverá a la cárcel.

 [24]Ibíd..., Francisco López Estrada. Recoge la nota que Diana, se editó en Valladolid en 1562. Y además recoge dudas sobre la autoría de Montemayor, que publicó José Navarro, en Revista de Literatura, 39 (1978)

  [25]Góngora hace una referencia a las heridas, en el verso 15, del Oriental, Entre los sueltos caballos... Y Miguel Hernández  (1910-1942) en poema 25 de Cancionero y Romancero de Ausencias, escribe: Llegó con tres heridas: / la del amor, / la de la muerte / la de la vida. /

[26] En Fábula de Polifemo y Galatea, en la sexta octava real, en el último verso: que un silbo junta y un peñasco sella. En la octava real número 22, aparece otra vez en el séptimo verso: ¿Revoca, Amor, los silbos, o a su dueño /  el silencio del can siga y el sueño!

 [27] Sevilla aún conserva algunos muros almohade, aun se conserva la torre del oro.  Nicolás F. Moratín (1737-1780), en su poema Fiesta de toros de Madrid,  se refiere a los toros que han nacido en las dehesas de Sevilla, y dice: Nunca en el ancho rodeo que / da Betis con tal fruto...

[28] El poema consta de trece estrofas redondilla, dieciséis serventesios endecasílabos. Los que recoge han sido tomados de la selección de Ángel González Palencia (1889-1949), en su libro La mejor poesía romántica de la lengua castellana, Editorial Puello, S.L. Madrid, sin fecha edición.

[29] Miguel Ángel de Bunes, Los moriscos en el pensamiento histórico, Ediciones Cátedra. Madrid, 1983.

[30] Ibíd., Menéndez y Pelayo, página 266-269.

  [xxxi] Larra no tiene poemas Orientales, sin embargo intercala una Cánticas El Doncel de Don Enrique el Doliente.


  [i] Larra no tiene poemas Orientales, sin embargo intercala una Cánticas El Doncel de Don Enrique el Doliente.

 [ii] Ibíd.., E. Iañez.

 



 [i]La doncella Sahrazad, consigue aplazar su muerte, puesto que el rey las mataba tras la primera noche de amor, por ello, ella, bajo el sistema de dejar inacabado el cuento y seguir a la mañana siguiente, así hasta mil y una noches, consigue salvar la vida y el rey se casa con ella.  Esta obra es de origen indio, los persas lo tradujeron con Mil cuentos, y los árabes le agregaron uno más por su superstición a los números redondos.

[ii] Ibíd. Jesús Majada.

 [iii] Leyes que concedió Vespasiana al Municipio Salpensarum y Malacitanum.  Halladas en 1851 en el Barranco de Los Tejares (a las afueras de Málaga). 

[iv] Librería de viejo de calle Liborio García de Málaga,  ya desaparecida. Por 35 pesetas.





[i] Jesús Majada Neila, Viajeros Románticos en Málaga, Librería Cervantes, Salamanca, 1986.  Entre algunos viajeros que escribieron, figuran: Robert Semple, Abdre François Miot, Henry David Inhlis, Astolphe Vustine, Richard Ford, Charles Dembowski, Theophile Gautier...

 [ii]Abú Abdallah, nació en Granada (¿) hijo del emir  Muley Hacén y Aixa, llamado el Rey Chico por los  cristianos, por su baja estatura,  coronado emir como Mohammed XIII. Al abdicar su padre repartió el reino con su tío, el Zagal. Prisionero en Lucena pagó su libertad comprometiéndose a luchar contra su tío. Debilidad que aprovecharon los Reyes Católicos para entrar en Granada el 6 de Enero de 1942. En las capitulaciones se le cedió sus tierras en Laujar y Andarax, vendió sus tierras y pasó a Fez, donde murió en 1527, en una batalla a favor del rey de Fez.                

 [iii]Fueron dadas a conocer por el orientalista y viajero Jean Antoine Galland. Ver prólogo de J.Vernet, Las mil y una noches, Editorial Verga, Barcelona, 1965.