Aludir a Jorge Guillén es, en buena medida, referirse a su formidable libro Cántico,
uno de los grandes textos de la lírica en lengua castellana del siglo
XX con el que proseguimos este repaso estival de la poesía de la
Generación del 27. Cántico de Jorge Guillén
Un primer problema que se plantea es sobre qué edición de Cántico de
Jorge Guillén plantear la recomendación y la reflexión. Porque durante
más de dos décadas Jorge Guillén (1893-1984) fue
corriendo la obra, modificando su estructura, incorporando nuevos poemas
y corrigiendo otros, reorganizando determinados contenidos y mezclando
materiales diversos.
Me quedo con la cuarta y última edición de Cántico de Jorge Guillén,
publicada en 1950 en Buenos Aires por la Editorial Sudamericana, una
empresa que hoy forma parte del Grupo Penguin Random House aunque me
queda la duda de si no ha optado por descatalogar buena parte de su
fondo bibliográfico (incluyendo el libro en cuestión).
La cuarta edición (que incluye una dedicatoria inicial a su madre,
una final a Pedro Salinas e incorpora el verso “Que el puro resplandor
serena el viento” de Garcilaso de la Vega) se organiza en torno a cinco
partes, tituladas “Al aire de tu vuelo”, “Las horas situadas”, “El
pájaro en la mano”, “Aquí mismo” y “Pleno ser” respectivamente. Este
texto está compuesto por más de 300 poemas (frente a los apenas 75 de la
primera edición correspondiente a 1928 y publicada en Revista de Occidente).
Cántico confirma el singular poder de la voz lírica de Jorge Guillén,
su consideración como el heredero más directo de la poesía pura de Juan
Ramón Jiménez, la capacidad para redescubrir de manera constante el
mundo, su apuesta por la voluptuosidad elegantemente embridada, el gusto
por la búsqueda de matices mínimos en los objetos mínimos, el ansia de
trascendencia y, en definitiva, la pasión por la existencia globalmente
considerada.
Citemos dos fragmentos de poemas para comprobar todo lo hasta ahora
indicado (respeto la decisión del poeta de empezar cada verso con
mayúscula): El primero de ellos, titulado El viaje, abre la
tercera sección (“El pájaro en la mano”): “Habrá un agua entre peñas, /
Habrá con hojas viento, / Los mirlos buscarán alturas de álamos, / Unos
cerros sin nada / Serán la pista buena de la luz, / Hasta el fondo del
coche tendrá aurora, / Y entre ruedas crujientes / Y el pesadísimo
entresueño / Veré avanzar los inmortales / Himnos del amor”.
El segundo (incluido dentro de la cuarta sección “Aquí mismo”) es el soneto Unos caballos
cuyo comienzo es el siguiente: “Peludos, tristemente naturales, / En
inmovilidad de largas crines / Desgarbadas, sumisos a confines /
Abalanzados por los herbazales, / Unos caballos hay. No dan señales / De
asombro, pero van creciendo afines / A la hierba. Ni bridas ni
trajines. / Se atienen a su paz: son vegetales”.
Dedicar algunas horas a la lectura de Cántico de Jorge Guillén es
sentar las bases para sumergirnos en este auténtico himno a la creación
expresado en un conjunto de versos de belleza muy difícil de superar
(cuando no de igualar). Jorge Guillén nos plantea el
desafío del goce de la existencia y nada mejor que asumirlo en el
periodo vacacional. Así se lo recomiendo a los seguidores de Cincuentopía.
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Jorge Guillén. Cántico. Editorial Sudamericana.
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