A veces, a altas horas,
Cuando finjo leer en el comedor (leo ya tan poco)
Y se enciende sola la luz del recibidor o la encuentro
Encendida al levantarme por la noche al lavabo,
Sé que son mis conciudadanos, que me visitan
Todos a la vez desconociéndome
Durante un sueño particular de cada uno.
Mi sediento demón de Diotima,1 que apedaza desacordadamente
La belleza esparcida en nucas, espaldas, frentes,
Siempre femeninas,
Hipa como un imbécil en los portales, en las papeleras,
En su cocina, si la tiene. Es un transer2
Por desear entre sustancias
El adjetivo exacto.
Ya no es posmoderno, ha rebasado
La inversión de términos que define esa impostura imperecedera
Y vuelto de espaldas se ha encontrado
Cayendo por los resquicios de la única realidad:
La subvertida, la hepática.
Hace una mueca al Existencialismo y sus vidrios de impotencias
Fenomenológicas,
Trampa de prestidigitador venido a menos.
Se enfrasca después en prácticas vergonzantes,
Que no tienen la elegancia de la Náusea,3
La casera complaciente,
La Marie que no se va.4
Musita, por ejemplo, ya por fin a solas entre libros:
Yone, te daría clase toda mi vida.
O se sumerge en chats de desesperados
y escribe en foros no siempre tan anónimos:
¿Quieres polla?
O se hurga morosamente en las heridas
De su derrota de hombre
Y de su éxito como ser humano.
O es un espantapájaros que cambia los colchones
Cada dos días, viceversa,
Braceando y bufando,
Como resistiendo a la succión de agentes abisales.
O duerme en el cuarto de invitados, respetuoso
Con el verdadero dueño de la casa,
El dios de las circunstancias.
O se revuelve contra él
Y sólo le traiciona.
O le suena, sin quererlo, el Ne quitte moi
En la última visita de cada una de sus ex.
O es Atum,
Neurótico y nimio.
O todavía oye como un bofetón en un mercado de La Habana
“Ni aunque me compres todas las gorras”
A la propuesta famélica, oceánica
De sus doloridos treinta años.
O en el trayecto habitual, en compañía
Del egoísmo amistoso y suave
Que gobiernan ojos etéreos,
Acaba tascando la tensión bien leve
De un cordial “és que ja t’he dit que no”.
O muchachas descendidas de otros bóreas,
Quizá besadas un momento
—No está seguro ya si por él mismo
U otro, con su misma cara—,
Le aplican en la herida de su ausencia inminente
El emplasto de imaginarios viajes a Granada.
O acude ilusionado a citas más o menos a ciegas
Con transeres negativos, ecos distorsionados de mujer,
Desamadas, vacías, de mirada hundida y
Sonrisa muerta, que él devuelve a su ser solicitándolas,
A la urbe de la feminidad compartida,
De la que regresa a su casa solo, expulsado,
Por una vez casi alegre.
Pobre tipo
Que en el fondo venera la Aginecia
Como una forma del Eros.
O uno de esos labios le apuñala lentamente
Que necesita una mamá.
O se recuerda feliz en las heterotopías5
De una piel prostituida
Que hacía muy mal su oficio y él le ayudaba.
O es inútilmente atosigado por teléfono
Por reales o fantásticas mafias de proxenetas.
O malvende su eventual atractivo
Ofreciéndolo a mujeres desahuciadas.
O sabe, fuente sellada de Cansinos,6 que querer menos
Es la fórmula que utiliza la vulgaridad de otros,
Que perseguir sólo los transeres positivos
Es una deserción para vencedores.
Pero él también deserta por el miedo
De que su apetito preolímpico hacia las Erinias
Le niegue a las Helenas,
Aunque le asquee este mercado de créditos y valores
Inventado por la filosofía burguesa del mejor partido.
O fija en su retina como un dulce resquebrajo,
De su propia alma,
A dos mujeres que se lanzan a engullirse
A plena boca en un portal,
En las altas resacas de la noche,
Violenta y súbitamente decididas.
O descubre a un amigo despiadado
Sus incapacidades emotivas
Para que él las pisotee fraternalmente.
O acude desustanciado e invisible a las premisas del Sutton de Barcelona,
Mojado de una luz morada y bullente
De especies impecables.
O en una conversación cualquiera de meetup7
Desnuda un pueril resentimiento
Que sirve a un Tersites8 de bar para arrebatarle
Como una ficha en un tablero una mujer
Que ya quería.
O es expulsado de una discoteca como extrema infamia
Por fingir un sensual mordisco
Sobre el hombro de otra clienta
Que le bailaba cerca desde hacía rato.
Y sólo fuera comprende que fue presa fácil
De un grupo de lesbianas ideológicamente inflamado.
O se tambalea hasta la calle después de leer,
Sorbiendo con los ojos:
… un corpo di cavallino agile e tenero…
… la vita nei secoli…,9
Él que apenas si sabe delinear los siglos en una vida residual.
Porque la belleza es filosa,
La que contiene la semilla del amor guarda
Fondos de agua transparente y dulce,
Transida de vida elemental sin remansos de alto saber
O del carácter que imprime el surco de freudianas represiones
Repetidas de generación en generación,
Llamadas acaso personalidad, familia, cultura.
Tanta diafanidad no es sino transesencia
Constituida de los golpes de vanguardia que da la misma vida
A través de los mejores músculos en su mejor momento,
Rabioso kairós10 en muchos cuerpos
Por sí mismos meros desechos.
El demón de Diotima aletea pestilente y piloso
Lamiendo esas gotas ácidas.
¿Cómo no iba a saberlo el mismo Ovidio
Cuando prudentemente se retraía a las mujeres de treinta y cinco
Olvidando a los muchachos,11
Espuma entonces del instante?
Pero el conservadurismo hedónico,
Verdadero error,
Se paga también con el exilio.
A menudo,
Has torcido o abierto el gesto,
Lancinado,
Al percibir con el revés de los sentidos
La cifra de la Idea12 antes de que se resuelva,
Medio segundo más tarde,
En costado, cadera, curva, volumen
Que te cruza por la calle.
Y sabías que era la pitagórica ecuación inaprensible
De kairós,
Que sólo reflejada aparece
En lo que ahora miras con anhelo en ruina.
En chácharas descuidadas con Pere habéis minado
El gusano vertebral de la sintaxis humana
Que conforma Barcelona:
Este tejido mediterráneo a medio camino entre las barriadas y la metrópolis
Deja al ciudadano sajado de soledad
Como tras un estrago genocida
Sin acogerlo aún en la matriz del anonimato al modo neoyorkino,
Mucho mejor resuelto:
Magmático mar aquel que permite tangibilidad de lo personal,
Aunque efímera.
Este pseudoeuropeo albañal alternativo, en cambio,
Produce sombras
Inentes,13 huidizas.
Daniel Buzón, tomado de Letralia, compartir