POESIA PALMERIANA

Los poetas somos como los leones, después de que nos disparen podemos lanzar nuestras garras. Página administrada por el poeta Ramón Palmeral, Alicante (España). Publicamos gratis portadas de los libros que nos envían. El mejor portal de poetas hispanoamericanos seleccionados. Ramón Palmeral poeta de Ciudad Real, nacido en Piedrabuena.
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La mayor satifacción que tengo al escribir es saber que alguien me lea cuando yo esté muerto.

domingo, 27 de octubre de 2013

MAcDonald´s , poema de Manuel Vilas, en la revista Ágora

 

 MACDONALD´S
Por Manuel Vilas

Estoy en el MacDonald´s de la Plaza de España de Zaragoza,
haciendo la cola gigantesca,
con los ojos clavados en los carteles de los precios,
el dinero justo en la mano derecha,
billetes arrugados.

Estoy ahora en el piso subterráneo, arriba fue imposible.
Estoy sentado al lado de un niño negro que tiene en su mano
una patata amarilla untada de ketchup muy rojo:
Santísima bandera del otro mundo, el niño negro que resplandece,
mi hermano ciego.
El niño está solo, no bebe,
no le llega para la Cocacola, sólo patatas.
Sólo patatas, sólo patatas, esa desgracia,
esa soledad idéntica a la mía,
¿no lo entiendes?, sólo le llega para las patatas,
y está sentado, quieto,
en su trono, la negritud y el niño,
en el trono, allá, allá, en ese trono radiante.

MacDonald´s siempre está lleno.
Es el mejor restaurante de Zaragoza,
una alegría despedazada nos despedaza el corazón:
Por tres euros te llenan de cajas, de vasos de plástico, de bolsas,
de pajitas, de bandejas.
Es el mejor restaurante del mundo.
                                               Es un restaurante comunista.
Rumanos, negros, chilenos, polacos, cubanos, yo mismo,
aquí estamos, abajo, al lado de un muñeco,
al lado de un cartel que dice "I´m lovin´ it".
                                               Tengo una bota encima de un charco
de un helado de nata deshecho. Miro la nata comerse el tacón de mi bota.
Una nata blanca, despedazada.
Arde el sol sin tiempo, bulle la mano sucia.

A mi lado, una niña de veinte años le dice a un tío de diecisiete
que no le importaría hacérselo con él. Con él, con él, un eco negro.
                                               Y ríen y tragan patatas fritas.
Y yo trago patatas fritas.
Y dos maricas están enfrente comiéndose
                                               la misma hamburguesa goteante,
cada boca en un extremo, y se manchan y
                                               se muerden.
Y tragan patatas fritas. Y se besan. Y se tocan.
                                               Y se despedazan.

En Londres, en París, en Buenos Aires,
en Moscú, en Tokio,
en Ciudad del Cabo, en Tucson, en Praga,
en Pekín, en Gijón,
somos millones, la tarde harapienta,
el dolor en el cerebro, la comida,
millones en miles de subterráneos esparcidos
por la gran tierra de los hombres.

Estoy en paz aquí con todo: barata la carne, barata la vida,
                                               baratas las patatas.
Me siento Lenin. Soy Lenin, el marica inusitado,
el gran hereje, el loco supremo,
el hijo de la última mano miserable que tocó
el monstruoso corazón del cielo.
Si Lenin volviera, MacDonald´s sería el sitio,
el palacio sin luna,
el gueto de las reuniones clandestinas.

Algo importante está sucediendo
en este subterráneo del MacDonald´s
de la Plaza de España de Zaragoza,
                                               pero no sé qué es.
                                               No lo sé.
De un momento a otro, vamos a arañar la felicidad:
el niño negro, los novios, el muñeco, la nata del suelo, mis botas.
Botas nuevas, de piel brillante, con la punta afilada en señal de muerte.
                                    En MacDonald´s, allí, allí estamos.
Carne abundante por tres euros.


Tomado de las revista ÁGORA, Arte Gramático.



 ...................................................COMENTARIOS DE PALMERAL...........
 Haciendo uso de la informática transformo el poema en prosa poética, y vemos que no es más que un relato corto. Sin embargo, tiene los elementos de la poesía comtemporánea. La de la opriginalidad y la realidad cotidina de nustra vida, que es lo que hay que hacer, vivir en el mundo actual..


MACDONALD´S Estoy en el MacDonald´s de la Plaza de España de Zaragoza, haciendo la cola gigantesca, con los ojos clavados en los carteles de los precios, el dinero justo en la mano derecha, billetes arrugados. Estoy ahora en el piso subterráneo, arriba fue imposible. Estoy sentado al lado de un niño negro que tiene en su mano una patata amarilla untada de ketchup muy rojo: Santísima bandera del otro mundo, el niño negro que resplandece, mi hermano ciego. El niño está solo, no bebe, no le llega para la Cocacola, sólo patatas. Sólo patatas, sólo patatas, esa desgracia, esa soledad idéntica a la mía, ¿no lo entiendes?, sólo le llega para las patatas, y está sentado, quieto, en su trono, la negritud y el niño, en el trono, allá, allá, en ese trono radiante. MacDonald´s siempre está lleno. Es el mejor restaurante de Zaragoza, una alegría despedazada nos despedaza el corazón: Por tres euros te llenan de cajas, de vasos de plástico, de bolsas, de pajitas, de bandejas. Es el mejor restaurante del mundo. Es un restaurante comunista. Rumanos, negros, chilenos, polacos, cubanos, yo mismo, aquí estamos, abajo, al lado de un muñeco, al lado de un cartel que dice "I´m lovin´ it". Tengo una bota encima de un charco de un helado de nata deshecho. Miro la nata comerse el tacón de mi bota. Una nata blanca, despedazada. Arde el sol sin tiempo, bulle la mano sucia. A mi lado, una niña de veinte años le dice a un tío de diecisiete que no le importaría hacérselo con él. Con él, con él, un eco negro. Y ríen y tragan patatas fritas. Y yo trago patatas fritas. Y dos maricas están enfrente comiéndose la misma hamburguesa goteante, cada boca en un extremo, y se manchan y se muerden. Y tragan patatas fritas. Y se besan. Y se tocan. Y se despedazan. En Londres, en París, en Buenos Aires, en Moscú, en Tokio, en Ciudad del Cabo, en Tucson, en Praga, en Pekín, en Gijón, somos millones, la tarde harapienta, el dolor en el cerebro, la comida, millones en miles de subterráneos esparcidos por la gran tierra de los hombres. Estoy en paz aquí con todo: barata la carne, barata la vida, baratas las patatas. Me siento Lenin. Soy Lenin, el marica inusitado, el gran hereje, el loco supremo, el hijo de la última mano miserable que tocó el monstruoso corazón del cielo. Si Lenin volviera, MacDonald´s sería el sitio, el palacio sin luna, el gueto de las reuniones clandestinas. Algo importante está sucediendo en este subterráneo del MacDonald´s de la Plaza de España de Zaragoza, pero no sé qué es. No lo sé. De un momento a otro, vamos a arañar la felicidad: el niño negro, los novios, el muñeco, la nata del suelo, mis botas. Botas nuevas, de piel brillante, con la punta afilada en señal de muerte. En MacDonald´s, allí, allí estamos. Carne abundante por tres euros.