EXILIO: 
  CÁRCEL SIN REJAS
                    A 
  Francisco Giner de los Ríos Morales, en  el 90º  aniversario de su 
  nacimiento. (Madrid,1917).
Mar nerjeño no llores por 
  Paco,
mar no más llanto inútil, 
  el exiliado
             se muere cada día, 
  
                       y cada 
  día brota con bríos.
¿Recuerdas el olor a 
  jazmín del huerto del Rubico? 
Cuando el surco se 
  endereza al parir colores,
entre cañaveras, 
  chirimoyos, aguacates y plataneras.
Cuando aquella parte del 
  alma que no se rompe,
                       
   arranca a llorar de melancolías,
es hora de volver al sueño 
  libre.
Cuando los cielos -se 
  apagan de besos- todo beso
se convierte en flor de 
  esperanza y resiste,
resiste hasta volver para 
  morir mirando.
Giner de los Ríos se fue con el sonido 
  de caracolas 
en el recuerdo
a cumplir su destino,  se 
  marchó sin pausa
tras romper  la lanza 
  herrumbrosa de su juventud y
habitó en palacios aztecas 
  y andinos, y…
en jardines dulces de 
  –ramas vivas- sin otoños,
alimentado por versos de 
  Oxaca.
El mar anida en las altas 
  copas de los árboles
del exilio, donde los 
  tigres desterrados se lamen,
secas y viejas heridas, 
  entre laberintos de garras,
afilando de uñas y colmillos 
  en la  -quieta arena de su orilla.
Litoral, orilla, Nerja, 
  mar con marejada de olvidos,
¡Oh Giner de los Océanos!, 
  has vuelto con tu ojos
nuevos y tu poesía eterna 
  e inmortal. 
Ramón Fernández Palmeral
27 de agosto 2007
El 19 de julio de 1939, Fernando, contra matrimonio con María Luisa Díez-Canedo Ortiz (hija del académico de la lengua desde 1935, poeta, crítico, ensayista y diplomático extremeño  Enrique Díez-Canedo Reixa, 1897-1944), de cuyo matrimonio han tenido tres hijos: Bernardo, María Luisa y Francisco (se le conoce familiarmente por El Chaparro), los varones residen en México, la hija en Madrid.