Los poetas somos como los leones, después de que nos disparen podemos lanzar nuestras garras. Página administrada por el poeta Ramón Palmeral, Alicante (España). Publicamos gratis portadas de los libros que nos envían. El mejor portal de poetas hispanoamericanos seleccionados. Ramón Palmeral poeta de Ciudad Real, nacido en Piedrabuena.
Contacto: ramon.palmeral@gmail.com.
La mayor satifacción que tengo al escribir es saber que alguien me lea cuando yo esté muerto.
“Anoche soñé que volvía a Hanga Roa”. Este comienzo de la novela, que me recuerda a Rebeca de
Daphne du Maurier, mi novela preferida, ha supuesto un guiño seductor
para abordar este libro, sintiéndome con un creciente interés, y con
total predisposición a sumergirme en una bella historia en que la
fascinación y el atractivo han ido in crescendo, a medida que
he ido devorando sus páginas casi sin moverme del sillón, y sin sentir
cómo iban pasando las horas. Esta novela comienza por el final, es una
evocación de un día, por lo que se trata de una novela circular que
finaliza: “Era cierto que anoche soñé que volvía a Hanga Roa, y unas
lágrimas rodaron por mis mejillas”, de un narrador omnisciente. (Reseña de Pilar Galán en la revista Letralia de La Letra).
AUTOR de 10 novelas y un libro de relatos
Ramón Fernández Palmeral, Piedrabuena (Ciudal Real) 1947, reside en Alicante desde 1990,
es un reconocido escritor y novelista, autor de El rey de los moriscos,El cazador del arco iris (narrativa), El héroe de Nador (histórica de una guerra africana,), Al Este del Cabo de Gata, La princesa Auaiti- Matua, La baronesa desnuda, La dureza curvada del sílex,Mi amo Palmeral y yo, El Gran Thelémaco, Pasión Mediterránea, y del libro de relatos Perito en Pecados. Publicadas en la
prestigiosa editorial de Amazon/Lulu (USA), con venta de libros bajo demanda online. Es autor de más de 50 libro de diferentes temas. Publica habitualmente en la revista Meer/Internacional, Diario Nueva Tribuna y Nuevo Impulso.net
Presentación del poemario: "Romancero de un día" de Joaquín Martín Quirosa. 12 de febrero 19h, en Casino Mediterráneo. Editorial Cuadranta. Entrada Libre.
...................
SINOPSIS
Romancero de un día es una obra contemplativa, que va contra la
corriente liberal de la poesía moderna, recuperando el clásico
romancero. Hace hincapié en el estrés diario, ese monstruo que nos come
las horas y va minando sin compasión los campos fértiles de la vida.
Como su título indica, todo ocurre en el transcurso de un largo día,
desde que, entre sueños, sorprende el amanecer, hasta que por
agotamiento se cierran los ojos. Tiene un tinte místico, donde el alma
va más allá de lo terrenal, buscando reconfortarse y encontrar las
respuestas existencialistas que tan sutilmente guardan las voces del
otro lado. El trabajo y las obligaciones ejercen un gran peso, que solo
es aliviado al rozar el aire fresco del amor. La obra pone en valor el
refugio de la familia, una burbuja azul donde el autor puede respirar.
El profundo amor por su pareja le devuelve la esperanza, cicatriza sus
heridas y alimenta su inspiración. Romancero de un día es una obra llena
de sensibilidad y metáforas que no pasa desapercibida y que deja una
semilla fértil en los astillados campos de la consciencia.
.........................
Cuaderno de retratos de Palmeral 2023: Joaquín Martín Quirosa
Martes, 11 de febrero de 2025.- 19 horas. Recital de poesía en el Ámbito
Cultural de El Corte Inglés. DOS POETAS CAMINANDO HACIA EL
ESPÍRITU: Maravillas Cano y María Teresa Rodríguez Cabrera. Os invitamos
a caminar por la senda del espíritu a través de nuestra poesía, para que las
voces que escuchéis os sintonicen con el alma.
• Viernes, 14 de febrero de 2025.- 19 horas. Debut del nuevo grupo
poético "Luna Nueva" en el día de San Valentín, con el recital "Amaron
Amamos" en el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert (Casa
Bardín), calle San Fernando, 44 - 03001 Alicante. Entrada libre hasta
completar aforo. Rapsodas: Aurora Hernández, Joaquín Martín
Quirosa y Fernando Gessa. Guitarra: Marco Smaili.
(Palomas aseándose en la fuente de la plaza de Magallanes)
La joven de paso ligero y esbelta figura entró en su casa de planta baja y cerró la puerta de su vivienda sin mirarme siquiera. Yo vivo cerca en el tranquilo barrio alicantino de La Florida (debe su nombre a La Florida de Norte América) donde por las mañanas
las palomas se dan un baño en los chorros de la fuente de la Plaza de
Magallanes. Las casas son de planta baja, de piedra vista y fresco interiores en el calor del verano -estas no se incendian como la de madera de Las Vegas-, tienen más de cien años, son amplias, con patios interiores, donde incluso se puede cultivar un huerto y tener aves de corral. Es fin de parada de Bus nº 2. Muchas de
ellas las están rehabilitando debido a la subida del precio de la
vivienda hoy día. Por culpa de un gobierno socialista-comunista que no
ha sabido gestionar la burbuja inmobiliaria, y en 6 años no ha hecho
absolutamente nada pro las vivienda sociales.
Un pequeño parque con asientos los hierros de un emparrado, con sombra al sediento peatón de paz y tranquilidad.
.....................
PUBLICIDAD
ENLACE A TODOS LOS LIBRO DE Ramón Fernández Palmeral publicados en Amazon:
"Huerto de
cruces", sinónimo de cementerio, o campo santo, como se prefiera, de
Gabriel Miró, es un relato de terror a lo Edgar Allan Poe con el que
Miró ganó el Premio Cavia de Periodismo ABC, de 25 de marzo de 1925, dotado con 5000 pesetas, que se había publicado en la fiesta de Todos los Santos. Polop de la Marina- El 27 de mayo del presente año se cumplen los 95 años de la muerte de Gabriel Miró en Madrid 1930.
Gabriel Miró, un prosista alicantino de talla comparable a Azorín
Huerto de cruces, sinónimo de cementerio, o campo santo,
como se prefiera, de Gabriel Miró, es un relato de terror a lo Edgar
Allan Poe con el que Miró ganó el Premio Cavia de Periodismo ABC, de 25
de marzo de 1925, dotado con 5000 pesetas, que se había publicado en la
fiesta de Todos los Santos, de los días 1 y 2 de noviembre de 1924, en El Sol de Madrid. Huerto de cruces se presentó con el lema «Somoza», ganó y se publicó en las páginas del ABC del citado día 25 de marzo, en páginas 3 y 4. En aquel entonces Miró era muy conocido.
Por la época de la composición del relato, incluido en Años y leguas
de 1928, un libro alicantino por excelencia con un rico vocabulario de
valencianismo, puesto que el padre de Miró era de origen alcoyano.
Pienso que el autor se inspiró en el cementerio de Polop de la Marina,
situado en un elevado promontorio del centro de la localidad, según la
ilustración adjunta.
No debemos de juzgar los relatos fuera de su contexto histórico, pues
el gusto tétrico, triste y esperpéntico a lo Valle-Inclán de aquella
época era lo que los lectores demandaban. Pienso que ya le tocaba que le
dieran un premio económico, aunque fuera de «periodismo»; entre el
jurado tenía a su amigo Gabriel Maura, de la Real Academia de la Lengua,
duque de Maura, hijo de Antonio Maura; acompañado por José Franco
Rodríguez, presidente de la Asociación de la Prensa; Pedro Muñoz Seca;
Eugenio d´Ors, y Darío Pérez. Anoto lo de periodismo entre comillas
porque Miró no era un reportero como Azorín, e incluso Valle-Inclán, que
estuvo varias veces en América.
Huerto de cruces, sinopsis
A mí, particularmente, los temas de muertos no me agradan, y menos
todavía cuando no se respetan la memoria de los muertos o los huesos de
estos, y aquí hay ciertas ironías que pretenden ser graciosas con los
que se fueron al más allá.
El relato tétrico comienza con el entierro del viejo Manihuel, de 79
años, muerto de un dolor que no se sabe de qué murió; es el mismo
personaje que fue asistido moribundo por el viario en el relato número
«6.- El señor viario y Manihuel», que al final se levantó y se puso a
comer con la familia, el vicario y Sigüenza. Manihuel es el nombre
ficticio de un propietario o terrateniente de Polop de la Marina
(Alicante) en quien se inspiró Gabriel Miró cuando pasaba largos veranos
en este pueblo de la Marina, en el interior, no muy lejos de Benidorm y
de La Nucía. Un pueblo que cabalga sobre el Cerro de las Ánimas y se da
de frente con los montes del Ponoig o “El león dormido”, por su
silueta, según escribiera Gabriel Miró, unos escarpados de
fantasmagóricas formas. Y bajo sus plantas y huertas discurre un
profundo arroyo (Barranco de la Canal) que aún no es río tras escapar
como un conejo asustadizo hacia no se sabe muy bien dónde.
Una vez velado el muerto Manihuel, llega el dramático momento del
entierro en el huerto de cruces o camposanto, llamado así porque era el
huerto donde cultivaba el enterrador Gasparo Torralba (Joaquin González
Grau) sus verduras. El camposanto permanece donde estuvo antes el
castillo árabe de Polop y la tierra de cultivo la había subido el propio
Gasparo en serones con su mulo, un mulo que usaba Gasparo para recoger a
los difuntos en sus masías para darles sepultura, un hombre que no
tenía miedo a los muertos ni a los huesos de éstos. Con sentido burlesco
y quijotesco, escribe Miró:
«Fue
con su mulo a recoger dos muertos de una masía: padre y un hijo. Pero
llegó muy pronto. Aún vivía el hijo, y se sentó a fumar en el portal
hasta que le dijeron: “Ya están los dos”. Y los ató juntos en el
albardón del macho».
Un 29 de junio, día festivo de san Pedro y san Pablo, la comitiva del
entierro llega al huerto de cruces con monaguillos, párroco y tres
capellanes, como había pedido la familia, con un coste de setenta duros.
De buscar al tercer capellán se había encargado el jornalero Tagarina
(homónimo de un barranco en la sierra Aitana), y como no encontró a
ningún capellán disponible en el valle, buscó a un alpargatero para que
se disfrazara de capellán, vistiendo la sagrada dalmática de subdiácono.
Es decir, Miró quiere hacer una escena como en El Quijote en
la venta de Puerto Lápice o Lápiche, cuando los arrieros y mozas del
partido se hacen pasar por damas y nobles para armar caballero a don
Alonso Quijano.
Sorprendentemente, Gasparo, el sepulturero municipal de Polop (no lo
dice pero se sobreentiende), destapa el ataúd de Manihuel y lo deja al
descubierto y el jugo le sale al muerto por la nariz, unas morcadas le
chupan en la cara. Al parecer la comitiva se va, el narrador no lo dice
expresamente, pero dice: «Gasparo, Sigüenza y los cuatro jornaleros que
estaban solos en el huerto de cruces» había subido el ataúd por la
cuesta del vía crucis. Aquel hijo-mozo que fuera a buscar el viático, el
vicario, ya no aparece en este relato, ni la mujer ni la hija.
Como en los cuentos de Allan Poe, aparecen en el huerto de cruces
cuatro cuervos, que Gasparo llama galopos o pícaros, que hacen de las
suyas. Otras veces, Miró los cita como pardales o gorriones de la
carroña porque se han alimentado en un muladar o basurero donde estaba
fermentando una res muerta.
Llegan unos rapaces o chicos del pueblo para que les abra el portillo
del cementerio y entran dentro y apedrean a los cuervos desde las
tumbas.
El narrador da a entender que han de sacar de unos nichos unos
cadáveres antiguos, para meter a Manihuel, pero sin ataúd. El primero
que sacan es un ataúd blanco, es el de un niño, el de Lluiset, que fue
nieto de Manihuel y que había muerto atropellado por «un carro de
estiércol que le chafó una rodilla. La criatura penó mucho para morir».
La pierna atropellada se le quedó gorda y parecida a la de un buey.
Luego Gasparo saca el cadáver de la suegra de Manihuel, pero como al
medirlo a ojo con el mástil del legón o azadas es más grande que el
cuerpo del difunto por enterrar, y como le sobra, le corta la cabeza.
Estas son las palabras del texto (p.206): «Le sobra la calavera y se le
desgaja llevándose un “sartalejo” [o espeto] de vértebras de cartón, y
la envía rodando al fondo de la sepultura». ¡Qué risa debía darles estas
tétricas escenas a los lectores de entonces! Luego Gasparo se fuma un
cigarro junto a la muerta descabezada.
Al final, en el mismo nicho o panteón quedan arriba la del abuelo
Manihuel, debajo la del nieto Lluiset y debajo la suegra descabezada.
Luego nos cuenta que en el cementerio está la tumba de un forastero
suicida del que no se sabe su nombre. Pasaba por las tapias del
cementerio, se asomó por encima, cayó y se mató. ¡Qué risas!
Otra tumba es la de la joven Salvadora Peñalva (1835-1858), muerta a
los veintitrés años. Seguidamente, cuando Gasparo fue a recoger los
cadáveres de padre e hijo a una masía X, le salió una raposa (zorra) con
la que tiene una embestida. Se da cuenta de que se le habían olvidado
los cadáveres de padre e hijo y los ataúdes; en lugar de los muertos
había unas ratas chillando, y con las ratas dentro tuvo que enterrar los
muertos.
Luego Sigüenza le pregunta a Gasparo si alguna vez había enterrado a
alguien vivo, dice que no recuerda, pero luego dice que una vez vio que
tenía medio brazo fuera de un ataúd. Gasparo, que vive entre vertebras,
huevos fósiles y calaveras, adquiere para el narrador una actitud
elegante y tiene un fondo lejano de gracia. En este relato tétrico,
macabro y falto de gracia, pero donde no pueden faltar las pisadas de
una aparecida o fantasma invisible.
Es el día de san Pedro, patrón de Polop y la gente estaba de fiesta.
Gasparo y Sigüenza bajan del huerto de cruces, y remata el relato
diciendo: «…la muerte está más allá del horizonte de nuestros
pensamientos y de nuestros ojos».
Si el lector considera que este relato fue digno del Premio Cavia de periodismo en 1925, que se lo lea veinte veces y después Luces de bohemia de
Valle-Inclán, encontrará una novela esperpéntica al gusto de los
lectores de estos temas macabros. Aunque, por otra parte, como me dice
un amigo, en cualquier película norteamericana actual de tiros hay mucha
más violencia y muertes.
Casa Museo en Polop de la Marina
Actualmente, en Polop de la Marina se encuentra la Casa-Museo de
Gabriel Miró, gracias al empeño del Ayuntamiento de Polop por restaurar
una casa modernista, «Villa Pepita», que se inauguró el 17 de abril de
2015, ha dado un nuevo impulso a la cultura de la zona, y ayuda a no
olvidar el nombre de Miró ni sus obras. Además, la Generalitat
Valenciana la ha incluido en su red de museos de la Consellería de
Cultura. El verano es una época ideal para acercarse a la Marina Baja y
visitar Polop con su fuente de 221 caños, comprar nísperos y hacerse con
algunas botellas de vino de la Marina Baja, pasar por La Nucía y si se
es aventurero llegar hasta Callosa de Ensarriá y a la catarata de El
Algar llamada “Cola de Caballo” y tomar un aperitivo en la terraza del
bar del mismo nombre mientras los críos se dan un chapuzón en las pozas
de agua.