POESIA PALMERIANA

Los poetas somos como los leones, después de que nos disparen podemos lanzar nuestras garras. Página administrada por el poeta Ramón Palmeral, Alicante (España). Publicamos gratis portadas de los libros que nos envían. El mejor portal de poetas hispanoamericanos seleccionados. Ramón Palmeral poeta de Ciudad Real, nacido en Piedrabuena.
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La mayor satifacción que tengo al escribir es saber que alguien me lea cuando yo esté muerto.

sábado, 29 de julio de 2017

Presencia invisible, por Agustín Conchilla

PRESENCIA INVISIBLE




Orfandad y adolescencia gravan tu existencia.

Hombre comprendido, callado y comprensivo.

En premura descansas, en soledad nos dejas.

Vuelves del universo, protección sentencias.



Enfermo te marchas, pero no, no te alejas.

Vienes de visita, siento misterio y temeridad.

De madrugada, junto al lecho, movimiento,

 tacto presencial y aparatos eléctricos palpitan.



Recelo y callo, de voz, de comprensión y valor.

Mi vello eriza como la piel de un pollo al desnudo.

En silencio te indico: márchate. Aquí no te quiero.

No hay, sin embargo, odio, rencor ni resentimiento.



En la madrugada del día del padre, día de San José,

noche de fiesta e insomnio, te percibo y te despido.

Tú te obstinas, insistes, clamas atención y noto fricción,

presencia, desplazamiento, tacto y mis pies sobre presión.



Proceso temor, desazón, y el vello como escarpias.

Los escalofríos me invaden, me estremecen.

Lo inexplicable, anormal, incomprensivo,

surrealista, misterioso y palpable, me confunde.



Vete, indico, por temor al misterio, al desconocimiento.

Busca tu camino, reanudo. Aquí asustas y no te quiero.

Digo, en silencio, a boleo, y repito, aturdido, inquieto.

Busca la luz y deja que yo les proteja, sin vestir el luto.



Te busco, no te veo, sí testigos electrónicos, que apagas,

y un rayo sonoro, entra y esfuma del televisor, apagado.

Pero aunque te percibo y no te veo, evaporas tan fugaz

como caída de estrella, sin necesidad de materia terrenal,

yo sé, Rafael, que diecisiete años atrás asistí a tu funeral.


Por Agustín Conchilla