Los poetas somos como los leones, después de que nos disparen podemos lanzar nuestras garras. Página administrada por el poeta Ramón Palmeral, Alicante (España). Publicamos gratis portadas de los libros que nos envían. El mejor portal de poetas hispanoamericanos seleccionados. Ramón Palmeral poeta de Ciudad Real, nacido en Piedrabuena.
Contacto: ramon.palmeral@gmail.com.
La mayor satifacción que tengo al escribir es saber que alguien me lea cuando yo esté muerto.
Presentación del poemario: "Romancero de un día" de Joaquín Martín Quirosa. 12 de febrero 19h, en Casino Mediterráneo. Editorial Cuadranta. Entrada Libre.
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SINOPSIS
Romancero de un día es una obra contemplativa, que va contra la
corriente liberal de la poesía moderna, recuperando el clásico
romancero. Hace hincapié en el estrés diario, ese monstruo que nos come
las horas y va minando sin compasión los campos fértiles de la vida.
Como su título indica, todo ocurre en el transcurso de un largo día,
desde que, entre sueños, sorprende el amanecer, hasta que por
agotamiento se cierran los ojos. Tiene un tinte místico, donde el alma
va más allá de lo terrenal, buscando reconfortarse y encontrar las
respuestas existencialistas que tan sutilmente guardan las voces del
otro lado. El trabajo y las obligaciones ejercen un gran peso, que solo
es aliviado al rozar el aire fresco del amor. La obra pone en valor el
refugio de la familia, una burbuja azul donde el autor puede respirar.
El profundo amor por su pareja le devuelve la esperanza, cicatriza sus
heridas y alimenta su inspiración. Romancero de un día es una obra llena
de sensibilidad y metáforas que no pasa desapercibida y que deja una
semilla fértil en los astillados campos de la consciencia.
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Cuaderno de retratos de Palmeral 2023: Joaquín Martín Quirosa
Martes, 11 de febrero de 2025.- 19 horas. Recital de poesía en el Ámbito
Cultural de El Corte Inglés. DOS POETAS CAMINANDO HACIA EL
ESPÍRITU: Maravillas Cano y María Teresa Rodríguez Cabrera. Os invitamos
a caminar por la senda del espíritu a través de nuestra poesía, para que las
voces que escuchéis os sintonicen con el alma.
• Viernes, 14 de febrero de 2025.- 19 horas. Debut del nuevo grupo
poético "Luna Nueva" en el día de San Valentín, con el recital "Amaron
Amamos" en el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert (Casa
Bardín), calle San Fernando, 44 - 03001 Alicante. Entrada libre hasta
completar aforo. Rapsodas: Aurora Hernández, Joaquín Martín
Quirosa y Fernando Gessa. Guitarra: Marco Smaili.
(Palomas aseándose en la fuente de la plaza de Magallanes)
La joven de paso ligero y esbelta figura entró en su casa de planta baja y cerró la puerta de su vivienda sin mirarme siquiera. Yo vivo cerca en el tranquilo barrio alicantino de La Florida (debe su nombre a La Florida de Norte América) donde por las mañanas
las palomas se dan un baño en los chorros de la fuente de la Plaza de
Magallanes. Las casas son de planta baja, de piedra vista y fresco interiores en el calor del verano -estas no se incendian como la de madera de Las Vegas-, tienen más de cien años, son amplias, con patios interiores, donde incluso se puede cultivar un huerto y tener aves de corral. Es fin de parada de Bus nº 2. Muchas de
ellas las están rehabilitando debido a la subida del precio de la
vivienda hoy día. Por culpa de un gobierno socialista-comunista que no
ha sabido gestionar la burbuja inmobiliaria, y en 6 años no ha hecho
absolutamente nada pro las vivienda sociales.
Un pequeño parque con asientos los hierros de un emparrado, con sombra al sediento peatón de paz y tranquilidad.
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"Huerto de
cruces", sinónimo de cementerio, o campo santo, como se prefiera, de
Gabriel Miró, es un relato de terror a lo Edgar Allan Poe con el que
Miró ganó el Premio Cavia de Periodismo ABC, de 25 de marzo de 1925, dotado con 5000 pesetas, que se había publicado en la fiesta de Todos los Santos. Polop de la Marina- El 27 de mayo del presente año se cumplen los 95 años de la muerte de Gabriel Miró en Madrid 1930.
Gabriel Miró, un prosista alicantino de talla comparable a Azorín
Huerto de cruces, sinónimo de cementerio, o campo santo,
como se prefiera, de Gabriel Miró, es un relato de terror a lo Edgar
Allan Poe con el que Miró ganó el Premio Cavia de Periodismo ABC, de 25
de marzo de 1925, dotado con 5000 pesetas, que se había publicado en la
fiesta de Todos los Santos, de los días 1 y 2 de noviembre de 1924, en El Sol de Madrid. Huerto de cruces se presentó con el lema «Somoza», ganó y se publicó en las páginas del ABC del citado día 25 de marzo, en páginas 3 y 4. En aquel entonces Miró era muy conocido.
Por la época de la composición del relato, incluido en Años y leguas
de 1928, un libro alicantino por excelencia con un rico vocabulario de
valencianismo, puesto que el padre de Miró era de origen alcoyano.
Pienso que el autor se inspiró en el cementerio de Polop de la Marina,
situado en un elevado promontorio del centro de la localidad, según la
ilustración adjunta.
No debemos de juzgar los relatos fuera de su contexto histórico, pues
el gusto tétrico, triste y esperpéntico a lo Valle-Inclán de aquella
época era lo que los lectores demandaban. Pienso que ya le tocaba que le
dieran un premio económico, aunque fuera de «periodismo»; entre el
jurado tenía a su amigo Gabriel Maura, de la Real Academia de la Lengua,
duque de Maura, hijo de Antonio Maura; acompañado por José Franco
Rodríguez, presidente de la Asociación de la Prensa; Pedro Muñoz Seca;
Eugenio d´Ors, y Darío Pérez. Anoto lo de periodismo entre comillas
porque Miró no era un reportero como Azorín, e incluso Valle-Inclán, que
estuvo varias veces en América.
Huerto de cruces, sinopsis
A mí, particularmente, los temas de muertos no me agradan, y menos
todavía cuando no se respetan la memoria de los muertos o los huesos de
estos, y aquí hay ciertas ironías que pretenden ser graciosas con los
que se fueron al más allá.
El relato tétrico comienza con el entierro del viejo Manihuel, de 79
años, muerto de un dolor que no se sabe de qué murió; es el mismo
personaje que fue asistido moribundo por el viario en el relato número
«6.- El señor viario y Manihuel», que al final se levantó y se puso a
comer con la familia, el vicario y Sigüenza. Manihuel es el nombre
ficticio de un propietario o terrateniente de Polop de la Marina
(Alicante) en quien se inspiró Gabriel Miró cuando pasaba largos veranos
en este pueblo de la Marina, en el interior, no muy lejos de Benidorm y
de La Nucía. Un pueblo que cabalga sobre el Cerro de las Ánimas y se da
de frente con los montes del Ponoig o “El león dormido”, por su
silueta, según escribiera Gabriel Miró, unos escarpados de
fantasmagóricas formas. Y bajo sus plantas y huertas discurre un
profundo arroyo (Barranco de la Canal) que aún no es río tras escapar
como un conejo asustadizo hacia no se sabe muy bien dónde.
Una vez velado el muerto Manihuel, llega el dramático momento del
entierro en el huerto de cruces o camposanto, llamado así porque era el
huerto donde cultivaba el enterrador Gasparo Torralba (Joaquin González
Grau) sus verduras. El camposanto permanece donde estuvo antes el
castillo árabe de Polop y la tierra de cultivo la había subido el propio
Gasparo en serones con su mulo, un mulo que usaba Gasparo para recoger a
los difuntos en sus masías para darles sepultura, un hombre que no
tenía miedo a los muertos ni a los huesos de éstos. Con sentido burlesco
y quijotesco, escribe Miró:
«Fue
con su mulo a recoger dos muertos de una masía: padre y un hijo. Pero
llegó muy pronto. Aún vivía el hijo, y se sentó a fumar en el portal
hasta que le dijeron: “Ya están los dos”. Y los ató juntos en el
albardón del macho».
Un 29 de junio, día festivo de san Pedro y san Pablo, la comitiva del
entierro llega al huerto de cruces con monaguillos, párroco y tres
capellanes, como había pedido la familia, con un coste de setenta duros.
De buscar al tercer capellán se había encargado el jornalero Tagarina
(homónimo de un barranco en la sierra Aitana), y como no encontró a
ningún capellán disponible en el valle, buscó a un alpargatero para que
se disfrazara de capellán, vistiendo la sagrada dalmática de subdiácono.
Es decir, Miró quiere hacer una escena como en El Quijote en
la venta de Puerto Lápice o Lápiche, cuando los arrieros y mozas del
partido se hacen pasar por damas y nobles para armar caballero a don
Alonso Quijano.
Sorprendentemente, Gasparo, el sepulturero municipal de Polop (no lo
dice pero se sobreentiende), destapa el ataúd de Manihuel y lo deja al
descubierto y el jugo le sale al muerto por la nariz, unas morcadas le
chupan en la cara. Al parecer la comitiva se va, el narrador no lo dice
expresamente, pero dice: «Gasparo, Sigüenza y los cuatro jornaleros que
estaban solos en el huerto de cruces» había subido el ataúd por la
cuesta del vía crucis. Aquel hijo-mozo que fuera a buscar el viático, el
vicario, ya no aparece en este relato, ni la mujer ni la hija.
Como en los cuentos de Allan Poe, aparecen en el huerto de cruces
cuatro cuervos, que Gasparo llama galopos o pícaros, que hacen de las
suyas. Otras veces, Miró los cita como pardales o gorriones de la
carroña porque se han alimentado en un muladar o basurero donde estaba
fermentando una res muerta.
Llegan unos rapaces o chicos del pueblo para que les abra el portillo
del cementerio y entran dentro y apedrean a los cuervos desde las
tumbas.
El narrador da a entender que han de sacar de unos nichos unos
cadáveres antiguos, para meter a Manihuel, pero sin ataúd. El primero
que sacan es un ataúd blanco, es el de un niño, el de Lluiset, que fue
nieto de Manihuel y que había muerto atropellado por «un carro de
estiércol que le chafó una rodilla. La criatura penó mucho para morir».
La pierna atropellada se le quedó gorda y parecida a la de un buey.
Luego Gasparo saca el cadáver de la suegra de Manihuel, pero como al
medirlo a ojo con el mástil del legón o azadas es más grande que el
cuerpo del difunto por enterrar, y como le sobra, le corta la cabeza.
Estas son las palabras del texto (p.206): «Le sobra la calavera y se le
desgaja llevándose un “sartalejo” [o espeto] de vértebras de cartón, y
la envía rodando al fondo de la sepultura». ¡Qué risa debía darles estas
tétricas escenas a los lectores de entonces! Luego Gasparo se fuma un
cigarro junto a la muerta descabezada.
Al final, en el mismo nicho o panteón quedan arriba la del abuelo
Manihuel, debajo la del nieto Lluiset y debajo la suegra descabezada.
Luego nos cuenta que en el cementerio está la tumba de un forastero
suicida del que no se sabe su nombre. Pasaba por las tapias del
cementerio, se asomó por encima, cayó y se mató. ¡Qué risas!
Otra tumba es la de la joven Salvadora Peñalva (1835-1858), muerta a
los veintitrés años. Seguidamente, cuando Gasparo fue a recoger los
cadáveres de padre e hijo a una masía X, le salió una raposa (zorra) con
la que tiene una embestida. Se da cuenta de que se le habían olvidado
los cadáveres de padre e hijo y los ataúdes; en lugar de los muertos
había unas ratas chillando, y con las ratas dentro tuvo que enterrar los
muertos.
Luego Sigüenza le pregunta a Gasparo si alguna vez había enterrado a
alguien vivo, dice que no recuerda, pero luego dice que una vez vio que
tenía medio brazo fuera de un ataúd. Gasparo, que vive entre vertebras,
huevos fósiles y calaveras, adquiere para el narrador una actitud
elegante y tiene un fondo lejano de gracia. En este relato tétrico,
macabro y falto de gracia, pero donde no pueden faltar las pisadas de
una aparecida o fantasma invisible.
Es el día de san Pedro, patrón de Polop y la gente estaba de fiesta.
Gasparo y Sigüenza bajan del huerto de cruces, y remata el relato
diciendo: «…la muerte está más allá del horizonte de nuestros
pensamientos y de nuestros ojos».
Si el lector considera que este relato fue digno del Premio Cavia de periodismo en 1925, que se lo lea veinte veces y después Luces de bohemia de
Valle-Inclán, encontrará una novela esperpéntica al gusto de los
lectores de estos temas macabros. Aunque, por otra parte, como me dice
un amigo, en cualquier película norteamericana actual de tiros hay mucha
más violencia y muertes.
Casa Museo en Polop de la Marina
Actualmente, en Polop de la Marina se encuentra la Casa-Museo de
Gabriel Miró, gracias al empeño del Ayuntamiento de Polop por restaurar
una casa modernista, «Villa Pepita», que se inauguró el 17 de abril de
2015, ha dado un nuevo impulso a la cultura de la zona, y ayuda a no
olvidar el nombre de Miró ni sus obras. Además, la Generalitat
Valenciana la ha incluido en su red de museos de la Consellería de
Cultura. El verano es una época ideal para acercarse a la Marina Baja y
visitar Polop con su fuente de 221 caños, comprar nísperos y hacerse con
algunas botellas de vino de la Marina Baja, pasar por La Nucía y si se
es aventurero llegar hasta Callosa de Ensarriá y a la catarata de El
Algar llamada “Cola de Caballo” y tomar un aperitivo en la terraza del
bar del mismo nombre mientras los críos se dan un chapuzón en las pozas
de agua.
El jueves 18 de diciembre de 2024 se conmemoró el XX aniversario de
la publicación del número 0 (febrero de 2004) de la revista impresa AUCA
(Literaria-Artística) de Alicante. El evento tuvo lugar en la Sala
Miguel Hernández de la Sede de la Ciudad Universitaria y se celebró con
un recital musical a cargo de varios "aucanos" e invitados, en un
homenaje a las letras y las artes.
La mesa presidencial estuvo tutelada por Eugenia Sánchez, presidenta de la revista y de la Asociación Cultural AUCA de las Letras; José Luis Ferris,
padrino de la revista, destacado escritor y director de la Cátedra
Miguel Hernández, quien deleitó al público con la narración de un cuento
y una referencia a Charles Dickens; y la polifacética Mery Arellano, que aportó su talento y versatilidad al evento.
En el intermedio hubo un ciclo especial dedicado al centenario del nacimiento del
poeta valenciano Vicent Andrés Estellés (1924-1993)
considerado uno de los principales renovadores de la poesía contemporánea en
valenciano, a cargo de varios poetas que recitaron poemas de Estellés en valència como Juan Antonio Urbano, Vicenta Plá, Mº Jesús Rodríguez, Manolo Mas,
Conchi Sempere y Ágora Reix.
La parte musical estuvo a cargo de Mery Arellano (canción de Navidad con
el tongue drum, ópera y poesía), y finalizado
por cantautor Adolfo Celdrány Kike Sánchez, a la guitarra.
Antecedentes de la revista AUCA
Los fundadores fueron un
grupo de entusiastas: Mª José Arques, Rafaela Lillo, Airam Lebasi, Mª Luisa
Hurtado, Amparo Benito, María Isabel Pintos, Carmen Sáez, Lucía Espín, Juan Ángel
Castaño, Francisco Alonso, Carmen Castejón y Luis Taza. Desde sus inicios fue
coordinada y maquetada por Georges
Caullet,Mercedes Rodríguez y actualmente por Manolo García “Condevolney. Sus presidentes han sido Mª José Arques, Manolo Parra, Luis Taza, y
Eugenia Sánchez. Durante estos veinte años ha promovido con fervor la
literatura y el arte alicantino, con destacadas firmas imposible de enumerar
todas.Destacando en la publicación de
poemas, relatos, ensayos, artículos y entrevistas, además de difundir obras
plásticas de artistas noveles y consagrados, con ilustraciones del destacado”
que es su actual coordinado, con un equipo de asesores. Actualmente se
encuentra indexada en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
En el ámbito poético-literario, AUCA ha contado con firmas ilustres como
Manuel Parra Pozuelos, Sergio Gadea,José Luis Ferris, Joaquín J. Penalva, Mª
Rosario Mohinero, Francisco Alonso, Ramón Fernández Palmeral, Manuel Valero,
Manuel Desante, trinitario Rodríguez, José Antonio Charques, Carmen Amérigo, Juan Ramón Prieto, Miguel
Ángel Pérez Oca, Lucía Espín, Adolfo Celdrán, Dolores Cortés, Juan Antonio
Urbano, Consuelo Jiménez de Cisneros, Joaquín Martín, Conchi Sempere, Mª Teresa
Rodríguez... (Imposible de citar a todos).
Se han dedicadovarios monográficos
al IV Centenario del Quijote, a escritores alicantinoscomo Gabriel
Miró, y a poetas como Miguel
Hernández, Juan Gil-Albert, Manuel Molina, Vicente Mojica.
En el ámbito artístico, las páginas de AUCA han acogido obras de
artistas plásticos como Rafael Llorens Ferri, Enfero Carulo, Carmen
Jorques, Remigio Soler, Segundo García, Arcadi Blasco, Ramón Palmeral,
Manolo Mas, Amérigo Asensi, María Jesús Rodríguez, Carlos
Berlanga, Luz Casals, Paloma Loribo,
Eusebio Loro, y Pablo Sicet.
También ha habidos entrevistas a figuras destacadas como el bailarín Pepe Espadero, el periodista Alfredo Aracil, el cantautor argentino Rafael Amor y la escritora Paz Castelló. (Las ilustraciones de Condevolney, coordinador e ilustrador
eficiente son innumerables)
En la presentación de cada número actúan cantantes y músicos como Txus Amat, Adolfo Celdrán, Mery Arellano o Kike Sánchez y otros destacados
artistas locales
Presentación del número 60 de AUCA
Como revista
impresa, AUCA se presenta habitualmente en la Sala Miguel Hernández
(Sede Universitaria), convirtiendo cada presentación en un verdadero
acontecimiento cultural. En estos eventos, los autores tienen la oportunidad de
leer sus trabajos publicados, que suelen incluir poesía, ensayo y relatos
breves, en un formato de 68 páginas. El pasado 13 de diciembre se presentó el
número 60 (con un total de 61 ejemplares publicados, incluyendo el número 0),
luciendo una hermosa portada creada por la pintora Mª Jesús Rodríguez, quien,
como es tradición, fue entrevistada públicamente por Manolo García
“Condevolney”.En
la página 55 aparece una ilustración a toda página de Palmeral).
AUCA es una revista cuatrimestral de
edición privada sostenida por sus socios, y a pesar de ello, se ha consolidado
como un referente poético y cultural de primer nivel en Alicante y más allá. Su
financiación proviene principalmente de sus socios nominales y colaboradores
invitados, ya que ha recibido escaso apoyo en forma de subvenciones públicas,
reflejo de la habitual falta de interés político en la cultura, dado que
"la cultura no da votos". Solo en ocasiones puntuales ha contado con
el respaldo del Ayuntamiento de Alicante, como autorizaciones para el uso del
Centro de las Artes o presencia institucional en eventos.
Conclusiones:
Han quedado muchos nombres sin mencionar, no por descuido, sino porque son
cientos los autores que han contribuido durante estas dos décadas. La revista AUCA
está ampliando sus horizontes al aceptar trabajos de "no socios",
incluyendo a poetas y escritores de reconocido nivel. Es innegable que se ha
consolidado como la mejor publicación poético-literaria e ilustrada de
Alicante. En un contexto donde tanto la poesía como el prestigio literario y
artístico de la Millor Terreta del Món continúan creciendo, le auguramos
un futuro prometedor y una larga trayectoria.
En una casuca de un pueblo de
Cantabria, una bebé de ojazos sesudos llora y su pecho silba. La vida
que nadie ha deseado se agita, jadea y suda. Su madre la observa y
calla. A caricias de jumento, ¡tiento!1, murmura la abuela materna, a quien no tenga pan para mayo ni hierba para abril, no le habría su madre de parir1, repite. Tose y se revuelve, la vida inconveniente, mordiendo el aire que le falta. Consuelo, la bautiza el cura y no consuela. Buscan sirvienta, se entera pronto la recién parida y parte. En la casuca
queda la bebé de los ojazos sesudos, tosiendo. No muy lejos de allí, en
un palacio de dintel blasonado, Julia levanta hasta las piedras porque
oye el llanto de un bebé que no logra encontrar.
Consuelo camina pronto y aprende a abrir la puerta en busca del aire que le falta. Un carruaje se detiene frente a la casuca. ¿Es cierto que tengo una nieta?, pregunta Julia y en los ojazos sesudos encuentra la respuesta. Con usted estará mejor, afirma la abuela materna, pone a la niña en brazos de la abuela paterna y acierta.
Desnutrición y asma, opina el médico, comida y aire puro,
ordena. Las primeras noches en el palacio, la niña despierta asustada.
Julia se tiende a su lado y le cuenta historias de vientres parlantes,
dragones sureños y marinos valientes. Consuelo vuela en un globo y
conoce a un sultán… ¡más!, pide, y su amor por los libros nace. Sus huesitos dejan de ser visibles y el palacio, de ser ajeno y atemorizante. ¿Para que le llenen de miedos la mollera? No, responde Julia cuando le preguntan por qué la niña no va a misa, cuando ella sea adulta, decidirá. Mi abuela era agnóstica,
contó Consuelo mil años después. No sabe de plegarias, santos ni
demonios, pero de la mano de Julia y su tocayo, Verne, conoce el centro
de la tierra, la espalda de la luna, las tripas de los mares y las
enaguas de los hielos de la Antártida. Un día, lee un periódico, aunque
nadie le ha enseñado a leer. Otro día, lee un libro en francés, aunque
nadie le ha enseñado francés.
Consuelo estudió para ser maestra. Cuando se graduó, convirtió la enseñanza en cuentos fantásticos y diversión útil. ¡Pasan el día riendo y jugando, eso no es educación!, se escandalizaron las gentes de la montaña y se quejaron de la obligatoriedad de la escuela, ¡es un abuso!, ¡los niños deben trabajar!
La naturaleza humana apretó el corazón de Consuelo y tuvo que
escribirlo, sus genes se lo ordenaron y obedeció. El director de un
periódico de Santander recibió una colaboración firmada con un
seudónimo. Era buena y la publicó sin saber que era de una sobrina suya.
Cuánto sentimiento, cuánta verdad, se conmovió la ciudad y una escritora nació.
¿Por qué no vienes con nosotros?, le propuso una de sus tías
peruanas y Consuelo se embarcó rumbo a América, para cambiar de aires.
Bajo el sol furibundo de Arequipa, compartió la decepción de los
viajeros de estreno: la humanidad es igual en todas partes. En la vieja Arequipa bien querida,
recibió el mejor regalo de su vida: una máquina de escribir Remington
verde. Con ella, colaboró con más estilo con periódicos a ambos lados
del océano.
Un artículo sobre Buenos Aires en un periódico español sacudió su afán de peregrinaciones
y Consuelo se despidió de la familia. Llegó a Argentina con veintiocho
años, un baúl, un bolso y una Remington verde. Poco después, tenía
Buenos Aires en el bolsillo. “La mocita española conquista laureles para sí y para todos…”,
escribió su tío, el Director que había publicado sus primeros escritos.
Consuelo dirigía una revista, colaboraba con la prensa y hasta escribía
su propio libro cuando supo las noticias: la República estaba volviendo
a España. Regresó a su patria. Se instaló en Madrid, escribió para los
periódicos y trabajó por los derechos ciudadanos que las mujeres
acababan de estrenar.
Es el invierno de mil novecientos treinta y nueve y Consuelo forma parte de La Retirada. Camina, ordena a sus pies, un paso detrás de otro, anda.
La caravana doliente llora, jura y suplica; las tripas rugen y los
dientes castañean. El éxodo va cargando lo que puede, hasta que deja de
poder y el camino se llena de restos. ¿Sería capaz de tirar mi Remington verde?,
se pregunta y nunca lo sabrá, porque hasta el infierno puede ser peor, y
en Barcelona alguien se la robó. Los caballos, burros y mulas más
desventurados de la tierra caen boqueando, doblados por el lastre, y ahí
quedan. Anochece y los bombardeos siguen. Cruzan la frontera, donde el
Mediterráneo y los Pirineos se encuentran, se parece al paisaje de Cantabria, piensa Consuelo, y duele. Francia se espanta ante la multitud, son rojos malditos, chusma infecta, violadores de monjitas, asesinos... ¿dónde vamos a meter a tantos?, y despliega sus tropas.
En el aturdimiento helado de los refugiados sin refugio, Consuelo
pierde a sus amigas y las busca en vano entre miles de rostros de cejas y
pestañas escarchadas. Los gendarmes arrean a los españoles, los vacunan
y los meten a un tren con destino desconocido. Tose y se revuelve, la
vida inconveniente, mordiendo el aire que le falta. Camina, ordena a sus pies cuando baja del tren, un paso detrás de otro, anda. No se propone salir corriendo, pero corre, un guardia maldice, la atrapa y la mete a otro tren repleto. Aire,
pide en silencio y su pecho silba. Tose y se revuelve, la vida
inconveniente, mordiendo el aire que le falta. Millones de horas
después, las puertas del tren se abren ante un campo de “acogida” que no
acoge. Piensa, ordena a su mente, una idea detrás de otra, piensa. Corre, ordena horas después a sus pies, una zancada detrás de otra, vuela. Llega a París. No tiene baúl, bolso ni Remington verde. No tiene nada.
Un matrimonio amigo la acoge y ella dicta clases de castellano para
tener algo de dinero. A inicios de septiembre, la Alemania de Hitler
invade Polonia. Gran Bretaña y Francia responden con una declaración de
guerra. Menos de un año después, Hitler ocupa Francia y París se
convierte en la sede de la administración militar alemana. La naturaleza
humana se alista para congraciarse con los nuevos amos y delata a los
refugiados escondidos. Consuelo y sus amigos se esconden con la ayuda de
Picasso.
La persecución a los judíos comienza. En la cola para un bono que
canjeará por un par de zapatos nuevos, los alemanes detienen a Consuelo.
La creen judía, ella calla, pero alguien la señala, española, antifascista, masona y roja.
La deportan. Llega a un campo de prisioneros, no hay campos para
mujeres, pero hay mujeres en los campos. Ve rostros sucios y tristes, de
otros deportados y de ilusos, los que volvieron creyendo que “quien no tuviera sangre en las manos sería bienvenido”. Oye un grito y es su nombre. Entre y espere, le ladra una voz hostil. Entra y espera, sin saber qué. Consuelo, escucha, y sí consuela, estás a salvo, mocita española.
La dictadura quiso matarla de hambre y prohibió que la maestra y escritora dictara clases y escribiera. Piensa, ordenó Consuelo a su mente, una idea detrás de otra, piensa.
Se convirtió en la traductora más prolífica y prestigiosa de España, la
primera que consiguió reconocimiento a los derechos de traducción.
Notas
1 Refranes antiguos de Cantabria. 2 Las frases en cursiva pertenecen a la propia Consuelo Berges.
El artículo incluye frases del penúltimo capítulo de En el nombre de Sixto,
Editorial Los Cántabros, libro basado en la vida de la familia
Gutiérrez Cueto (Consuelo Berges es nieta de Julia Gutiérrez Cueto).
......................................Úrsula Álvarez Gutiérrez nació en Arequipa (Perú). Es profesora de inglés y
ejerció la mayor parte de su carrera en el Centro de Idiomas de la
Universidad del Pacífico, en Lima, hasta que un problema de salud la
obligó a tomar un tiempo sabático y retornó a Arequipa. Entonces comenzó
a escribir y cuando su salud mejoró, siguió escribiendo.