La poesía contemporánea y actual debe ser un elemento de comunicación, no de incomunicación. Por ello el hombre de hoy, el contemporáneo, posee una información audiovisual, Internet, una formación que antes no tenía. Los problemas, los sentimientos del hombre de hoy (hombres y mujeres, por esto del lenguaje de la igualdad), contemporáneo son el trabajo, el bienestar social, paro, el medio ambiente, el ocio, y el progreso, la justicia y la democracia... Por ello la poesía ha o debe estar de acuerdo al tiempo presente si queremos dejar constancia de nuestro paso por la vida en el tiempo que hemos vivido. Quevedo, Lope de Vega, Cervantes, Espronceda, Zorrilla, Bécquer, Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Miguel Hernández o Francisco Brines, han escrito la poesía de su tiempo: Si el poeta de hoy no está en su tiempo y se retrotrae al, te estás equivocando. Por ello el soneto rimado, la rima, y el metro y la musicalidad de los poemas han quedado en deshuso, y en otro tiempo, y se busca el verso libre. Lo importante no es la rima sino el ritmo de los versos. Aunque esto no quieres decir que no se estudie la Métrica y se lea a los Clásicos.
Desde que Gutenberg inventó al imprenta la poesía de los juglares pasó a los libros para que como dice Luicin quedar presa en las páginas.
Siglos después el poeta dejó de ser juglar para aprender a leer y escribir y dejar su obra en el papel, hasta que llegada la II República y la guerra civil, donde nace la poesía urgente y social para ser llevada al pueblo, lo que sería la revolución socialista del arte: acercar el arte al pueblo. Cantar al pueblo, de aquí nacen poetas como Miguel Henández, Pablo Neruda, García Lorca... con poemas para ser cantados. Hasta que a finales de los años 60 nacen y crecen los catautores Paco Ibáñez, Manuel Serrat, Adolfo Celdrán...

“Propósitos”, Virginia Del Río
Por Juan Zapato
Mientras se daba vigorosos pases con el cepillo pensaba en sus problemas. Esa mañana —como todas las demás— había discutido con su marido. Tenía que ser más firme, más fuerte.
“Debo dejar de ser tan frágil”, pensaba en esto cuando su cabeza se zafó del cuello, hizo una parábola en el aire y cayó —con un golpe sordo— sobre el tocador.
“Arnulfo”, le gritó a su marido.
Él suspiró fastidiado. Tomó la cabeza y la colocó en el cuerpo que, por cierto, aún sostenía el cepillo.
“También tengo que dejar de ser tan dependiente”, se dijo a sí misma mientras su marido le atornillaba la cabeza.
Virginia Del Río©
Algunas obras de Arco 2011, Madrid


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ME COMERÉ A MÍ MISMO (poesia de arte contemporándeo de Ramón "Palmeral")
ME COMERÉ A MIS MISMO *
Comerme a mí mismo a bocados de odio comido
y cocinado paladeado en busca, siempre,
de la sustancia o de la materia de los genes
ante la ausencia de toda esperanza
o porque nunca lloraré
o desconozco los motivos nobles para
llorar montañas de sangre.
Me comeré a mí mismo de un disparo de odio
con tal velocidad de fuga
de quien atrás se deja la sombra y los huesos
grises y apaleados, enrollado en el traje de serpiente
y los cascabeles venenosos y cobardes;
un día dije que sí cuando debí decir no,
silencio por un NOooo grande agujero negro.
Me comeré a mí mismo de un hachazo,
en la caja de los secreto del yo desconocido,
guardo el secreto de mi dolor y de mi herida,
y a la vez sucio por dentro, qué estéril
el miedo invisible me lleva a un tercer yo y
me sigo comiendo hasta quedar
hastiado de huesos y de dedos
no me produce el mínimo vómito y
sí mucha risa y odio a mi propio carcelero.
soy “hijo de la luz y de la sombra”,
carne apaleada en un solar inmundo
Ramón Fernández Palmeral