Jorge Ariel Madrazo selecciona poemas de su “Alma que has de vivir” para
acompañar esta entrevista:
TRAJEADOS, LOS AMIGOS
Anoche visité amigos muertos:
descansan (quién diría)
todo su no-tiempo
en jardines cuyos ramos cobijan poemas y
citrus de ignota acidez.
Estaban trajeados y alegres, tanto que me hallé
confesando: —No hubiera jamás creído
Edgar, Francisco, Antonio,
jamás pensé
Gianni, Joaquín, Enrique, Alberto,
Horacio, Celia,
hallarlos tan contentos
como si fuese un suspirito vuestro
transcurrir.
Conversamos sobre bares y dragones, y
amores frutecidos en remotos hoteles y
parques con nudillos de niebla. Mateando,
sonreídos, me despidieron con un fulgor
que no olvidaré.
Se escondía en sus miradas el color de una
verdad. Y había en sus labios
una revelación.
(A Edgar Bayley, Francisco Madariaga, Antonio Aliberti,
Gianni Siccardi, Joaquín Giannuzzi, Enrique Puccia,
Enrique Molina, Alberto Vanasco, Horacio Castillo, Celia Gourinski)
*
ESPÍA DE SÍ
Aquella lumbre por lienzos opacada,
de un evanescente resplandor rubí
—por favor, compréndanlo, les hablo
no de alegre ventana, y sí de otra
enfrentada a mi espionaje vergonzante,
donde ya mismo tal vez algún enfermo
sin un átomo de fuerzas, ejecute
la agonía que ni alcanzó a ensayar—
en esa roja luminaria o dormitorio
tan irreal como el apenumbrado
declinar de alguna turbia frente
¿no seré yo acaso el desolado huésped
que allí muere y la agüita se escapa de sus
ojos en tanto aquí, no lejos, con lógico estupor,
desde mi balcón yo lo espío y me espío
y me aferro a mi silla con pálidos nudillos
y me siento tan sano en esta blanca noche?
*