POESIA PALMERIANA

Los poetas somos como los leones, después de que nos disparen podemos lanzar nuestras garras. Página administrada por el poeta Ramón Palmeral, Alicante (España). Publicamos gratis portadas de los libros que nos envían. El mejor portal de poetas hispanoamericanos seleccionados. Ramón Palmeral poeta de Ciudad Real, nacido en Piedrabuena.
Contacto: ramon.palmeral@gmail.com.
La mayor satifacción que tengo al escribir es saber que alguien me lea cuando yo esté muerto.

miércoles, 30 de junio de 2010

Cuántos rocíos ...


Lilí Muñoz en los salones del Hotel Maya en Alicante (España). Encuentro Internacional de Poetas del Mundo. Homenaje a Miguel Hernández.

Cuántos rocíos ...


A Paula Micaela González, Ma.Emilia González y Verónica Villar, de Cipolletti, Río Negro, Argentina, 1997, triple crimen, aún sin justicia.



Cuál fue el rocío que no mojó los cuerpos
ni las mil caras
de la indiferencia y el despegue.


Cuál de los vientos pudo enredar las voces,
anudar remolinos
enlentecer olvidos.


No es el dolor, nuestro dolor sin público,
nuestro egoísmo
el que a ustedes las nombra
es ser mujer
la vieja herida abierta
no encajar en demandas
no vender
ni acaparar los múltiplos.


Es que no hacemos
ni hemos hecho más peces ni más pan
ni ha surgido más agua de las fuentes.


Mujeres
buscadoras de vida
mecedoras de cunas y mortajas
pupilares de abrazos.
Apenas paridoras.

El amor es tan corto, dijo en canciones Pablo.


La esperanza se tuerce entre las grietas.
(Cuerpos, piel, manos, lengua
que no ríen al sol
ni sueltan barriletes).
La voz en los coirones
el color de la tarde aquella tarde
el secreto incansable rumoreando la acequia
ellas
en los ojos de los árboles.



Che

Hallequin de la higuera.
Che de broncas y estrellas.

Che tan nuestro.

El amor/ desamor
que no cuervos ni muerte
fue el espejo
la vibrazón final
el otro, el uno, el laberinto
pensamiento y mirada
ya hacia adentro


Che


¿y qué de aquella niña-cobre
claudicante
allá, en la patria al sur
en aquel puerto
de bruma y negazones?
¿o de la otra, la que quedó engendrando
entre sierra-ciudades
por los mares?
¿dieron a luz miríadas
miradas
en vísperas de luna
hasta la última.


No cierra, Che,
tanta fuerza y amor
tanta ternura
en semental desquicio
macerados.



Te negamos. Re-negamos.

De tus sueños
brotaron
panfletos para el hiper,
plataformas, camisetas,
gorros, afiches,
páginas web,
congresos y encuentros culturosos.

Aún se escapa.
El sendero de fulgor de nos escapa.




Con sólo la canción de las luciérnagas


Velaba brasas
que fueron rupturas
de semánticas mejores
y ahora
tierra sin caricia
ni preñez
monumental y agria
leche
de siempre mamas
yertamoriales yesca.


Estaba el niño
pero también el hombre
sobre las ubres
negras
amarronadas
y humectantes.
Fueron
las carpas caras
con bocadura de sueño
de las vísperas.


Bordeaba el hombre
mayor/menor
sin sindicato
ni overoll ni corbata
apenas
troncos
de los otros,
de cartel/carta-cabrón/
gutural punto.com


El hombre sueñamarea
mareante
mamando in mundo himno inmuno.
El niño tal vez lo acuna
sin más guitarra que la fogata
huérfana
y con sólo la canción
de las luciérnagas.




Cardo azul



Cerril de mismidad
pedregal y desierto
fuiste no en la fragancia
sin fin de tus palabras
certeridad del caos
en tules de ilusiones.


De la colina hurtaste
el cardo que aun me mira
y me hiciste una niña
por retretas y siestas.


¿Cómo construir murallas que rechacen olvidos?
¿Con retazos de sangre, alma y tripas afuera?


mi lluvia
a la intemperie
quiso amasar la tierra

de pie crucé la puerta
de blanco
consunciones
de blanco
entre hogueras
de blanco



fiel
tu fuga
fiel
amortajó en acequias
el cardo fulgurante.



Cardo azul III

“…donde estuvo el paraíso…”

Donde se abrazan las acequias y desnudan los surcos, en el lugar que amaste, allí creció.
De frente al zonda de látigo revuelto.
Incuestionable cardo de persistencia y humildad
En diciembre escandió desoled@des. Lo perfumó de rebeldía.
Un día enlentecieron las raíces, se apagaron las hojas.
Aliento de oro agujereó su tallo, mutiló los colores, ennegreció humedades.
En plenitud de alba, quebranto y sequedad.
Decrepitud.
Matanza.
Veneno a cielo abierto.
Mi corazón anhela tu montaraz frescura.
Alguna humanidad en la ínfima huella.



Victoria de mi infancia

Victoria o La matanza, según quien cuente la historia.


Llega la primavera al sur.
El año dio la vuelta.
A las tres de la tarde el sol agostará la tierra.
Los vientos
por nuestro sur al sur
en el país azul
hablarán de tu cuerpo.



En noviembre
¿recuerdas?
dormía apenas un aire atardecido
y entre los riachos
el rocío chaná
arracimaba las primeras estrellas.


Bordeé duros terrones
y traté de encontrarte por las grietas
en la patria de esperas
la de oblicuos olvidos
la de siempre partidas.


¿Otra patria en mi patria
desde tantos afueras?
Amanecen los nombres
tu nombre entre colinas.



Regresos
A Huajuapan de León, Oaxaca, México.

Hombre de sol y lluvia,
de sonrisa de pan
entre tibios mezcales
de maíz y de niebla,
de roca tutelar
y de niñas con hambre.


Mi sed deambuló por las entrañas
de la casa grande.
Recorrí árboles azules,
rotundez en orquídeas,
buganvillas de seda,
maquillaje de soles
en absurdas pobrezas.

Hombre de sol y sombra,
la estrella de la tarde
riela surcos de estela
entre los surcos.
Por el país de nubes
retumban sin pudor
voces silentes.
Hacia la frágil madurez del sur
cada quien, cada uno
tendió su espera sin mantel
sobre la tierra
y arrimó –como pudo-
algo en maíz
y un poco de la arcilla.

Al alba,
- Miguel, siempre habrá un alba-
la bruma
se extrañó en el olvido.
Merodeé sin descanso recovecos y tripas.
Cosí marcas y atajos
horadé nevazones
fue posible el regreso.

Lilí Muñoz (Ciudad de Neuquén, Patagonia, Argentina).