Corpus Christi dat vitam aeternam
Hay un viejo dicho que conoce todo el
mundo: Tres días hay en el año que relucen más que el Sol, Jueves Santo, Corpus Christi
y el día de la Ascensión.
Por la proximidad de su festividad hoy nos
vamos a referir al día del Corpus Christi. Concretamente en Orihuela siempre ha
sido un gran día. Yo recuerdo que en mi niñez todo el recorrido de la procesión
era escrupulosamente adecentado, las calles se limpiaban de excrementos de las
caballerías y del ganado ovino y caprino; los empleados municipales regaban con
mangueras mitigando toda la polvareda y comprimiendo el firme de aquellas
calles que todavía no habían sido adoquinadas. Unas horas antes de salir la
procesión, varias carretas tiradas por bueyes alfombraban con hojarasca y
flores todas las vías por donde debía pasar. Las ventanas, miradores y balcones
eran engalanados con cobertores y, algunos vecinos, pintaban sus puertas y
fachadas para la ocasión.
La bellísima
custodia, obra de orfebrería toledana de plata y oro de Juan Antonio Domínguez,
afamado platero del siglo XVIII, recorría las calles y plazas de la ciudad
escoltada por el cabildo catedralicio, presidido por el obispo de la diócesis.
Ayuntamiento en pleno bajo maza, representaciones de instituciones civiles y
militares, (Guardia Civil, Caballería de la Remonta, etcétera). La música
siempre corría a cargo de la Unión Lírica Orcelitana y de la banda de cornetas
y tambores del Oratorio Festivo. Los niños y niñas de primera comunión formaban
larguísimas filas. Los seminaristas, que por entonces eran varios centenares,
desfilaban entonando cánticos al Santísimo Sacramento. Algunos vecinos, al paso de la carroza
eucarística, arrojaban desde sus balcones y miradores pétalos de flores.
Ahora, se están recuperando algunas
tradiciones muy antiguas, tales como el grupo de niños interpretando danzas
barrocas con cintas, o los altares en algunos puntos determinados del recorrido
procesional. El Corpus está resurgiendo con fuerza en nuestra ciudad, algo muy
a tener en cuenta ya que la eucaristía es el pilar fundamental donde se sustenta
la fe de todos los católicos. La Transubstanciación, misterio por el cual el pan
y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo tras pronunciar el
sacerdote en la consagración las palabras de Jesús en la última cena: “Tomad y
comed todos de él…”; “Tomad y bebed todos de él…”.
En
las especies eucarísticas se encuentra, “Cristo mismo, vivo y glorioso, presente
de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su
divinidad". (Concilio de Trento, 1545-1563). [][]
Son incontables los santos que han llegado
a los altares por su intenso amor y adoración al Santísimo Sacramento: San
Pascual Bailón, Santo Domingo Savio, San Juan María Vianney, San Antonio
María Claret, Santa María Micaela del
Santísimo Sacramento, Santa Teresa de Lisieux… Sería la lista
interminable.
Ya falta muy poco para que Cristo mismo,
vivo y glorioso, pasee por las calles y plazas de Orihuela, y de tantas
ciudades españolas. Cantemos la alabanza que escribiera Santo Tomás de
Aquino, Pange Lingua, cuya primera
estrofa en castellano reza así:
Canta, mi
lengua,
el
Sacramento glorioso del cuerpo
y de la
sangre preciosa
que el Rey
de las naciones,
fruto de un
vientre generoso,
derramó como
rescate del mundo […]
Que disfrutemos de un esplendoroso día del
Corpus y, como dice el título de este sencillo trabajo, que El Cuerpo de Cristo nos dé la vida eterna.
Antonio G. Colomina Riquelme
junio 2017