«LOS NOVÍSIMOS» DE CASTELLET, AHORA
Me he dado cuenta de que están a punto de cumplirse 50 años de la
aparición de la polémica y exitosa antología de José María Castellet,
«Nueve novísimos poetas españoles» (1970). Esa antología fue una de las
más brillantes operaciones de marketing literario que se habían hecho
hasta la fecha. Y en ese sentido (polémica, publicidad) fue un gran
éxito. Otra cosa pareció el prólogo del antólogo y sobre todo los nueve
poetas escogidos, que pronto parecieron muy insuficientes y no todos
buenos. Yo , cuando salió el libro no tenía opinión precisa, porque a
casi todos los poetas los conocí
en ese momento -lo leí de inmediato, apenas tenía 18 años- pero sí oí
ya lo que profesores y poetas otros decían. Con el tiempo (pronto) me
hice mi propia opinión, pues un profesor mío de la Universidad -apenas
un año después- me hizo parte de una de las antologías (hubo dos muy
seguidas, la de Martín Pardo y la de Antonio Prieto, mi profesor) que
salieron no contra Castellet, al contrario, sino para agrandar una
nómina que parecía pequeña a casi todos y mal escogida a algunos otros.
Yo nací poéticamente así en «Espejo del amor y de la muerte», la
antología de Prieto en la primavera de 1971. Pero vuelvo a Castellet
(donde yo nunca pude estar, lo digo porque me preguntan, porque cuando
sus «Novísimos» salieron, yo no había publicado nada absolutamente).
Otro caso era el de Antonio Colinas, Antonio Carvajal e incluso el más
joven Siles, entre otros…
Se decía que Castellet había tenido más que de consejero áulico a
Pedro Gimferrer (entonces aún no Pere) que sería quien había dispuesto
casi todo. La acusación de influenciable a Castellet no era nueva,
también se dijo que su anterior antología «Veinte años de poesía
española» (1962) estuvo dictada o tutelada por Jaime Gil de Biedma,
asunto que este ni afirmó ni negó nunca. Castellet fue un crítico con
muchos batintines hasta que, poco después de los «Novísimos» fue
dejando de ser un crítico de la literatura española, para centrarse en
lo catalán sólo, aunque sus mentores o inspiradores habían sido
barceloneses siempre. Es el caso (guste o no el término «Novísimos»)
que hoy sino no se alude específicamente a la antología castelletiana,
alude a toda la «Generación del 70» (donde ya están Carvajal, Colinas,
Siles, Cuenca o yo mismo, entre tantos más) y no a la primera
antología.Que fue un acierto, porque parte grande de la poesía joven,
entorno a 1970, daba un giro muy espectacular que incluso «asustó» a
algunos poetas del 50, caso de Ángel González. Castellet falleció
(menos conocido que antes fuera de Cataluña) en enero de 2014, con 87
años. Tres de los poetas antologados han fallecido
ya
asimismo: Manuel Vázquez Montalbán, notable escritor pero poco
reconocido como poeta, Ana María Moix, culta y deliciosa. pero que
abandonó la poesía mucho antes de su fallecimiento, y Leopoldo María
Panero (el más joven de los de Castellet) que escribió casi sin cesar
hasta el final, llevando su vida de maldito y loco, en Las Palmas, gran
poeta a veces y destruido otras… Pero hay más, Félix de Azúa -notable
ensayista, sobre todo- también había dejado la poesía en 1978 y Vicente
Molina Foix sigue siendo mucho más valorado
como
prosista que como poeta. Ante este panorama no cabe sino dar cierta
razón a quienes decían que Castellet se quedó corto. Mi amigo José María
Álvarez (que, como poeta, ha mejorado infinito) es uno de los
antologados que afirma que la antología de Castellet era mala. Antonio
Martínez Sarrión -otro de los mayores- es un buen poeta que ahora lleva
años callado, con lo que resulta que los dos más notables «novísimos»
castelletianos, y desde luego los más valorados como poetas, son Pedro
Gimferrer, con su hermoso «Arde el mar», aunque pronto se volvió un
escritor bilingüe, ya Pere. Y el valenciano Guillermo Carnero, sobre
todo para mí con «El sueño de Escipión» y en adelante. Dos o tres
grandes poetas, dos más valiosos y otros menores o desertores. Parece
obvio que Castellet debía de ser (y fue)
ampliado,
aunque haya pervivido el título de «Novísimos» (ya he dicho, creo que
no acertadamente) para nombrar a mi Generación casi entera. Yo prefiero
«Generación del 70». Pero no olvidemos que Castellet y sus asesores (que
habrían excluido a Ullán para no ser diez y dejar la aliteración en
ene) acertaron con el producto -los tiros iban, más o menos, por ahí- y
el éxito comercial, publicitario y polémico fue enorme. Para mí aquel
libro, comprado en agosto de 1970, es como un recuerdo de fugaz
juventud. Gimferrer, entonces, era mi poeta preferido de ese conjunto.
Ahora mismo el «novísimo» mejor me parece José María Álvarez.
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