LA HONDURA POÉTICA DE
UN ESPEJO DE EMOCIONES REFLEXIVAS
“Todas las cosas de este mundo y de otros mundos -decía el maestro Navarro Ledesma- pueden ser objeto de la Literatura: objeto literario es todo cuanto ha sido creado y todo cuanto han hecho, pensado e imaginado los hombres, y cuanto en adelante puedan hacer, pensar o imaginar”. Traigo estas reflexiones a colación porque cualquier obra literaria que se someta a nuestro criterio podrá ser catalogada según la característica predominante de ella, en uno de los tres grupos siguientes: como obra literaria didáctica, como obra literaria oratoria o como obra literaria poética. Mis maestros siempre me enseñaron que esto no quiere decir que pueda establecerse entre estos tres géneros literarios una separación esencial, y tal y como nos indica Juan Bautista Bergua en sus valiosísimas nociones de preceptiva literaria, en esta categoría entrarían muchas obras, siendo la más significativa el “Quijote” puesto que “en muchos trozos de incomparable elocuencia poética instruyen al tiempo que causan el mayor deleite”.
El libro de FERNANDO ARANBURU que tengo el gusto de acercarles “Autorretrato sin mí” entra en esa categoría: no es una novela, ni un ensayo, tampoco es un libro de poemas y, no obstante, sin un alejandrino, sin un endecasílabo, sin un heptasílabo… alberga, cobija, encierra al lector abriéndolo, conmocionándolo en un espacio de hondura y transparencia poética.
Escrito con la cadencia de un lenguaje reflexivo, tenso y bello, de enorme carga emocional, el lector se acerca a estas breves prosas que conforman el libro como un relato de vida mediante un ejercicio de introspección pleno de gozo, dolor, angustia, lírico despojamiento de pérdidas y heridas, un alumbramiento de penetrante poesía donde FERNANDO ARAMBURU se siente cómodo ante la abierta sepultura de la palabra al saberse que el escritor, el poeta, arropado siempre por el folio blanco, ha de mantenerse desnudo para vivir seguro en la letra impresa.
Sus páginas plasman escenas inolvidables, con los padres, el amor, los hijos, los recuerdos de juventud… que nos hacen vernos, distinguirnos, comprendernos, nos autorreconocemos: los lectores, a través de este libro de fácil lectura y difícil olvido, nos autocontemplamos en múltiples seres humanamente plurales y únicos.
Entusiasmado por la Lengua Castellana y por Las Palabras, ARAMBURU nos cuenta en este “Autorretrato sin mí” como fue seducido, cuando apenas era un colegial desaplicado, por los versos de Federico García Lorca: “Largas noches en vela, el libro abierto en el círculo de la luz, la vida en silencio, me proporcionarán finalmente el diagnóstico certero. Contagiado por Federico García Lorca, he contraído el fervor incurable por la poesía. Ya nunca nada será lo mismo” -nos confiesa.
Con una larga trayectoria llena de títulos, entre otros muchos, “Los peces de la amargura”, “Años lentos” “Las letras entornadas” o su novela “Patria” de apabullante éxito y unánime reconocimiento nacional e internacional, el pasado mes de noviembre presentó su novedoso libro “Utilidad de las desgracias y otros textos” en el Aula de Cultura del diario El Comercio en colaboración con el Ateneo Jovellanos y presentado por el escritor Ignacio del Valle (acto que pueden visualizar a través del canal de youtube Ateneo Jovellanos) y acercarse de frente al perfil de este insigne autor para quien la prosa y el olor literario del papel son “unos versos finos como hilos de cristal que han de pronunciarse en voz baja” tal vez… para que no se rompan.