Los sueños dejan huesos al despertar
cuando jugaron con la luna en mi balcón.
La luna dejó sus huesos, apaledado
de incienso medado y alcohol en un rumor
tornado de luces blancas y ocres.
Los sueños son esos trozos de nosotros mismos
que el día hace polvo anóminos
como ese viento del desierto que son
montañas de huesos y corales
pulverizados por la ambición,
de nuestra ambicion y desislusiones.
Nuestra ambición anhelada en un movimiento
un paso, en los paso a paso de los y
cuando se oculta la luna de nosotros mismos
huye la luna de los sueños oscuros
del temor de la muerto
que aeyrn, anidaron en las cunetas.
Nuestro amor de ayer se hizo huesos
al amanecer que le polvo del desierto
se llevo a las azoteas del alma llorosa.
Ramón Palmeral
06 octubre de 2016