AL COSO ALICANTINO
I
EL COSO
Yo quiero ser llorando
albero taurino
de la regia plaza, que cinco bronces
fieros y sueltos como leones,
guardan al noble coso alicantino.
Dejadme recordar y remover la calma,
las memorables cinco de la tarde
lorquianas,
en un llanto por Ignacio Sánchez Mejías
su amigo y compañero del alma.
Dejadme respirar la frescura de la sangre
de esa bravura escapada de los lirios y de
los campos,
que al viento asusta con las hachas de sus
astas,
y el fuego de su boca en bramido
convertido,
una tarde levantina que para los corazones.
Dejadme ver otra vez, juntos, a Manzanares
y a Esplá
aquella tarde condenada a no ser olvidada,
aquella tarde en que el silencio rompía las
esquinas,
aquella tarde de fuego y hogueras de San Juan.
Dejadme recordar a Miguel Hernández nacido
en Orihuela para el luto y el dolor.
Homenajear, montera en alto:
a Pacorro, el arte gitano de Caracol, al Tino,
a los entendidos y sabios: Tirso Marín
y Antonio Cano,
y
cómo no, saludar con un abrazo al museo taurino.
Un sombrero
cordobés adorna el Bencantil,
pasodobles no
faltan, ni la bellea del foc,
ni sus damas, con
sus trajes de novia guapa.
En los corrales silencios y varas,
la fiesta ha comenzado: rojos y gualdas,
cuando la autoridad, su pañuelo de seda saca.
II
EL BRUTO BRAVO
¡Sal toro!, con tu
piel cuajada de diamantes, brillos de oro y polvo de marfil
que quiero hablar bien de ti, toro de la
Vega Baja, corazón armado
de lunas y de herbosos campos
hernandianos, árboles que de
una cornada salieron volando,
garrochas afiladas y rotas,
qué tierno con las flores, qué
sultán con las vacas,
que duro con las astas, qué
huracán desatado,
¡Sal del chiquero y
asusta a la plaza!
que sepan de tu
miura casta,
que se asusten
los lirios,
y las
espadas,
a
los
monosabios,
la cuadrilla y
a toda la plaza,
porque zaino de
seiscientos kilos
poderoso atleta de las verdes majadas,
campeón de tiralíneas
largas y orejas atentas,
costados de hierros candentes,
ganaderos y divisas altas,
no puedes ceder
tu vasto poder.
¡Corre,
embiste,
resopla,
acosa,
sigue,
persigue,
cornea!, y...
levanta burladeros con tus
cuchillos de plata,
salta al callejón y al
tendido, antes de subir
al cielo, demuéstrales, que tú, ¡oh,
mitológico
Tauro!, eres la fuerza del viento levantino,
del mar
embravecido,
Hércules de la
creación.
laberinto de bravura...
III
LA CORRIDA
Un capote de amapolas y cuello de
caracolas,
sale delante de un hombre valiente y torero,
qué grande será la hora,
qué grande será la fiesta,
si amansa como las olas.
Un clarín anuncia el tercio en que un rocín noble,
que olvidó el galope, con su armadura forrada,
se enfrenta ciego al acoso de veinte pitones.
Ya están los dos solos con su tragedia y su arte,
ya están los dos mitos frente a frente, sangre a sangre,
ya están de tú a tú con sus empinadas frentes.
¿Qué no quiero ver el brillo del
acero!
¡Qué no quiero ver las banderillas
de plata!
¡Qué no quiero ver las lenguas en
alza!
Ni la puyas ni las espadas,
ni los revolcones con cornadas,
ni los gritos, ni los pitos,
ni las almohadillas con alas,
que yo he venido a ver, a Esplá en
sus horas gallardas, o a Manzanares con su muleta, maestro en la plaza.
IV
EL ÚLTIMO TERCIO
Como el toro del rayo que no cesa,
en este corazón desmesurado que muge y
grita,
sufro cuando burlan al noble bravo.
Suenan clarines de arsénico
para calmar las heridas hernandianas:
la de la vida, la de la muerte y la del amor.
Como el toro de
mitológicas alas
vuelo sobre el Postiguet y la
Explanada,
montera en mano saludo al mundo,
agito mis ansias de vivir con luces de
plata,
y a los veleros sentados en sus sillas
de nácar,
vuelo sobre romeros de olorosas
primaveras,
sobre los lomos de los luceros,
sobre la cabeza del moro enamorado,
sobre los escarabajos de tus ojos.
Como el toro humillado me resisto a morir,
con lágrimas furiosas coléricas y
calientes,
no voy a sufrir, hoy no, porque sobre el albero
echaré fecundas y largas raíces.
Fiesta en los
tendidos de altos sones
sol y sombra, barreras y tendidos
y vino del Vinalopó como dulcísimos turrones.
V LA FIESTA
No hay mayor dolor que la
vida desgastada.
No hay mayor dolor que la traición de un
amigo.
No hay mayor dolor que el de la humillación.
Ni mayor vergüenza que morir mal en una plaza.
No
hay Hogueras sin toros.
No
hay barraca sin bellea.
No
hay un Alicante sin coso.
Autor RAMON FERNANDEZ PALMERAL
Quiero agradecer a Antonio Cano y al Sidi
San Juan que me hayan invitado a recitar mis poemas, en los que reconozco
influencias de Miguel Hernández y Federico García Lorca de los que me considero
admirador.
(Recitado por primera vez el día 2 de Junio
2004 en el vestíbulo del Hotel Sidi San Juan para el programa “Alicante
Taurino” del Canal-37, y retransmitido el día 4, donde además
estuvo como contertulio el aficionado a los toros Pablo Serra).
Recuerdo al pintor de toros: Paulino Tébar