POESIA PALMERIANA

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La mayor satifacción que tengo al escribir es saber que alguien me lea cuando yo esté muerto.

viernes, 30 de noviembre de 2018

Goethe, el joven Werther y el comienzo de un sueño (III)

Por Fernando Chelle

Un pilar en que descansó
el sueño del Romanticismo

En la segunda mitad del siglo XVIII, cuando las ideas de la ilustración y la estética neoclásica comenzaban a perder fuerza frente al advenimiento de ideas revolucionarias y concepciones estéticas que priorizaban los sentimientos y la individualidad, se publicó en Alemania, Las cuitas del Joven Werther, una novela epistolar que asentó los pilares sobre los que descansó el sueño del Romanticismo.

En esta tercera entrega del estudio que vengo realizando de Las cuitas del joven Werther, la novela juvenil de Johann Wolfgang von Goethe (1774), me detendré, como lo indiqué en el artículo anterior, en la carta del 16 de junio, para analizarla literariamente.

Análisis literario de la carta del 16 de junio
Esta es una carta que, al igual que la ya trabajada (10 de mayo), pertenece al Libro Primero. Es un texto que va a marcar un antes y un después dentro de la obra, porque aquí es cuando Werther conoce a Carlota y se enamora perdidamente de ella. Es un texto mucho más extenso que el del 10 de mayo y se podría dividir internamente, por el tratamiento de su temática, en cinco momentos bien diferenciados. En un primer momento, encontramos las vacilaciones de Werther antes de referirle a Guillermo la anécdota que le quiere contar. A continuación, encontramos la parte fundamental de la carta, la narración en sí, que podríamos dividirla en cuatro momentos o secuencias. La primera incluiría los momentos previos al conocimiento de Carlota y las primeras impresiones. La segunda el viaje en el coche, la tercera es la secuencia del baile y la tormenta y finalmente, el cierre de la epístola, con la pareja a solas.
Las vacilaciones de Werther antes de referir la anécdota que quiere contar, quedan explícitas en una especie de diálogo virtual que el joven protagonista establece con su amigo Guillermo. El texto presenta una relación dialógica, aunque Werther no tenga presente a su interlocutor. Lo que hace es desdoblarse, apelar e interrogar a una segunda persona virtual y contestar él mismo suponiendo una posible respuesta de su amigo-receptor. Esto ya lo vemos desde el comienzo de la carta, donde Werther empieza suponiendo una posible pregunta de Guillermo ¿Por qué no le escribe?

La vacilación, los silencios, las pausas del joven artista, están marcadas sintácticamente por puntos suspensivos y se deben a ese nuevo estado que embarga su corazón, a partir del conocimiento de la mujer amada. La alteración emocional que siente, es lo que imposibilita que sea un buen historiador. De todas maneras, Werther, está interesado en contar lo que le ha sucedido. Comienza refiriéndose al conocimiento de Carlota, y lo hace, en primer lugar, resaltando las cualidades de la muchacha. Es alguien que lo ha enamorado, tanto por su personalidad como por su apariencia. Los sentimientos que han nacido en el joven artista, la felicidad que siente por el despertar del amor en su vida, es lo que obstaculiza la expresión, algo similar a lo que le ocurría en la carta del 10 de mayo, que era tal el arrobamiento y la experiencia mística que estaba viviendo en medio de la naturaleza que se sentía incapaz de trazar la menor línea.  Ahora, cuando pretende hablar de Carlota, tampoco puede hacerlo. A esto se le suma el hecho de que la necesidad de ver a su enamorada es más fuerte que la necesidad de escribir, por eso es que decide dejar la pluma y tomar el caballo. Recién al regresar, después de haberla visto nuevamente rodeada de sus pequeños hermanos, es que toma nuevamente la pluma y se pone a escribir.

El segundo momento de la estructura interna comienza con una analepsis, (retrospectiva, salto hacia atrás en el tiempo). Werther, contextualiza a su receptor Guillermo, para que comprenda cómo llegó a conocer a Carlota. Antes de presentar, a la que a la postre terminará siendo su enamorada, el joven artista, se refiere al entorno que la rodea. Hay un pasaje muy significativo antes de que Werther vea por primera vez a Carlota, el del diálogo que se establece en el coche. El joven artista se había comprometido a asistir a un baile campestre con una señorita, que le parecía muy amable, aunque no lo atraía, y con la prima de esta. En un momento previo a la llegada a la casa de Carlota, a quien pasarían a recoger, la señorita pareja de Werther, le informa que va a conocer a una mujer muy hermosa, pero a su vez le advierte que ella está comprometida. Del hombre con quien está comprometida le dice que es honrado y que se encuentra ausente por asuntos de negocios. Por esa breve conversación, ya podemos conocer las diferencias que tiene ese personaje ausente con el joven protagonista y escritor de las cartas. El ausente puede llegar a ofrecer a Carlota un futuro social y económico muy diferente al que le podría ofrecer el joven artista, es, lo que comúnmente se denomina, un mejor partido. A todo esto, llegan a la puerta de la casa de Carlota en medio de una tormenta claramente previsible, que las palabras de Werther tratan de minimizar, con la única intención de tranquilizar a sus acompañantes. Finalmente, Werther, entra a la casa y al ingresar, también estará accediendo, por lo que allí encontrará, a una dimensión emocional de la que ya no volverá. El encuentro es casi teatral y la casa funciona como el gran escenario sobre el que se mueven los personajes, un escenario que tiene mucho de onírico, de celestial. La narración se centra en el impacto visual que le produce a Werther la imagen de Carlota. Se describe la vestimenta de la muchacha, la gestualidad. No hay indicios de que en ese instante Carlota sea consciente de que la están mirando, no hay una actuación por parte de ella, quién convierte en una actuación extraordinaria una escena doméstica, es la mirada de Werther. Si analizamos la disposición escénica de los personajes la joven ocupa el lugar central y alrededor de ella hay seis niños de entre dos y once años. La sencillez de Carlota, se apoya sobre todo en la gestualidad. Hay belleza y armonía entre los movimientos y su accionar. En el hecho de que Carlota de a cada niño un pedazo de pan según su edad y apetito, también está presente la justicia, además de ser una clara alusión a una eucaristía. Con el comportamiento de los niños vuelve a entrar a la escena el sonido ambiente y es como un retorno a la realidad.

En el diálogo que se establece entre Werther y Carlota, seguiremos descubriendo rasgos de la muchacha, como, por ejemplo, la elocuencia al hablar. Werther parece escucharla dentro de un sueño, está completamente obnubilado ante esa presencia, es como un niño más de los que allí participan. La descripción de la vestimenta de Carlota se cierra con los guantes y el abanico, dos elementos femeninos, pero vinculados a lo mundano, no a lo angelical. Carlota, para acercar a uno de los niños con ese extraño personaje que acaba de llegar a la casa, se refiere a Werther como “primo”. Trata, con esa expresión, de que Werther no se sienta como un extraño en esa casa, pero el joven artista, no deja de ver en ese término una muestra de complicidad. En cuanto al parentesco, se estaría tratando de un pariente lejano y esto no sería una imposibilidad para que entre ellos pueda llegar a pasar algo. En las palabras de Carlota, cuando dice, hasta de forma divertida, que lo que ella lamentaría sería que Werther terminara siendo el peor de la familia, hay una anticipación. Werther, al suicidarse, se convertirá en el peor de la familia y esto es algo que Carlota va a lamentar. En las recomendaciones que Carlota da a los niños aparece otro rasgo de su personalidad, la firmeza de su carácter, algo que va a contrastar con el carácter dubitativo de Werther.

La tercera secuencia narrativa en la estructura interna de esta carta, se da dentro del coche en que los personajes viajan a la fiesta. Aquí el narrador va a alternar el estilo directo con el indirecto, ya que, aparte de las reflexiones de Werther, encontramos diálogos, donde Carlota primero conversa con una de las mujeres, luego lo hace con Werther y finalmente se dirige a sus dos compañeras de viaje. Con este pasaje Goethe muestra cuales eran las lecturas predilectas de las mujeres de la época, por ejemplo, Miss Jenny Glanvill, una novela sentimental de Marie Jeanne Riccoboni. Encontramos una nota a pie de página, que implica una ruptura del plano ficcional, que deja en claro que hay un narrador omnisciente. Allí, una voz editorial, interviene, con la excusa de no querer perjudicar a nadie. Con esta nota, Goethe, parece querer decirles a sus contemporáneos, miren que, si yo quisiera hacer una crítica acérrima sobre determinados autores, podría hacerla. Por otro lado, Goethe, al poner a dialogar a sus personajes sobre literatura, sobre autores reales y obras existentes, le da verosimilitud a la obra que nos está presentando. Carlota, que representa un lector medio de la época, tiene una concepción protorromanticista, busca en la literatura sentirse identificada, busca que las obras sean un reflejo de su mundo y es justamente eso lo que está haciendo Goethe en la obra que la contiene. A todo esto, Werther se encuentra extasiado escuchando hablar a Carlota, tanto es así de que se olvida por completo que otras mujeres los acompañan en el coche y se percata de la presencia de ellas, solo cuando Carlota les dirige la palabra. El otro placer referido por Carlota, además de la lectura, es el de la danza, una pasión prohibida. Esto lleva a que el joven artista vea a la muchacha como a alguien apasionado, alguien capaz de transgredir las normas de comportamiento que las mujeres de su clase social deben tener. Esto no será así, y si bien la danza será la protagonista en la escena del baile que se dará a continuación, Carlota, en la novela, no será una transgresora, se adecuará a las normas de conducta consagradas por su clase social. El éxtasis en que se encuentra Werther, lo lleva a reparar, únicamente, en el rostro de Carlota, todo lo demás se difumina, incluso, hasta los sonidos desaparecen de la escena. En este estado de obnubilación es que el personaje desciende del coche y se dirige hasta la casa donde se desarrolla la fiesta, así se lo hace saber nuevamente, de forma explícita, a su amigo y receptor de estas cartas, a Guillermo.
El cuarto momento, o secuencia, de la estructura interna de esta carta del 16 de junio va a tener lugar dentro de la casa. Es un nuevo escenario, para seguir con la metáfora de la representación teatral, con un nuevo decorado y una nueva música de fondo, donde los personajes se van a exponer. Este momento es otro aporte a la presentación de Carlota, ya que la vemos en un ámbito muy distinto al familiar. La danza y la tormenta son los elementos fundamentales de esta secuencia, donde hay momentos de orden y también de caos. Desde el comienzo de la danza, Werther está pendiente de Carlota, lo seducen su forma de bailar, sus movimientos armónicos, su naturalidad, que la diferencia de las otras mujeres que adoptan una actitud artificiosa. Hay una conversación en medio de la contradanza entre Werther y Carlota, donde esta, propone cambiar de pareja y bailar con el joven artista las alemanadas, esto es una muestra de complicidad entre los personajes. Al bailar con Carlota, Werther se siente como trasportado a otra dimensión, se siente potenciado, más ágil, más poderoso, por el simple hecho de tener entre sus brazos a esa mujer, de la que se terminará enamorando profundamente. Lo maravilloso del baile de estos personajes radica en el encuentro de sus cuerpos, en la empatía que sienten al danzar. Quizás las sensaciones que siente Werther al bailar con Carlota sean las que lo hacen ser consciente de la transgresión social en la que están incurriendo con su pareja de baile. El joven reflexiona, se pone por un momento en el lugar del novio de la muchacha y piensa que no le gustaría ser el ausente. Carlota, al bailar con él, está rompiendo una regla social establecida, porque él no es su pareja. El breve pasaje del descanso, en que Werther ofrece dos naranjas a Carlota, muestra claramente los celos del joven artista, él pretende que la joven estime con más valor ese cumplido y cada vez que ésta convida con un gajo a una vecina, él siente como si le dieran una puñalada en el corazón. Cuando retornan a bailar la tercera contradanza inglesa, el estado onírico que viene embargando al protagonista se rompe definitivamente, cuando una mujer, sonriente y amenazadora, le recuerda a Carlota, por dos veces, el nombre de Alberto.
Si reparamos en la presentación que hace Carlota de Alberto, cuando Werther le pregunta por él, notamos que la muchacha resalta de su pareja la formalidad, lo buena persona que es, pero no se refiere al ausente como a alguien a quien ama. Esto es una muestra de que no sólo la pasión se despertó en Werther, sino también en la muchacha. De todas maneras, la referencia a Alberto, supone para Werther un regreso a la realidad, es como si se despertara de ese mundo de ensueño en el que estaba viviendo. Él ya estaba enterado de la presencia de Alberto en la vida de Carlota, se lo habían comentado incluso antes de que conociera a la muchacha, pero ahora la realidad es diferente, porque le basta lo poco que ha vivido junto a ella para ilusionarse. Werther al escuchar el nombre no puede disimular su afectación y el orden que había reinado hasta el momento se resquebraja definitivamente. Justo en este instante es cuando comienza la tormenta, se establece nuevamente en la obra, como ya vimos en la carta estudiada anteriormente, un paralelismo psicocósmico. La tormenta exterior, climática, se corresponde con la tormenta que se desata en el interior del protagonista. Lo que más llama la atención de la tormenta es el sonido de los truenos, que predomina ante la música. El caos se apodera del lugar, muchas mujeres dejan de bailar y son seguidas por sus parejas, hasta que finalmente la música desaparece de la escena. Desde el punto de vista del discurso, vemos como Werther detiene la secuencia narrativa para introducir una reflexión argumentativa en tercera persona. Allí reflexiona sobre el hecho de que la percepción de un acontecimiento infortunado, cuando sucede en medio de un contexto placentero, es mayor.
Frente a los acontecimientos que se dan en el momento, mujeres que se esconden, o lloran y se desesperan, Werther, observa atentamente, pero de forma distante. Esta pasividad, parece más propia de las costumbres femeninas que masculinas, en cambio Carlota, va a jugar un papel mucho más activo que el del joven artista, es como si los roles tradicionales que ocupan los sexos, en estos personajes, estuvieran alterados. Carlota es la encargada de restablecer el orden perdido y para eso propone un juego. Pasamos de una escena trágica (el cuadro de las tres mujeres), a una escena cómica, agradable (la del juego). Esto se da gracias al liderazgo de Carlota, que es el puente entre lo trágico y lo cómico. Werther se encuentra cada vez más seducido por la muchacha y hasta le causa placer, satisfacción, recibir las cachetadas más fuertes de manos de su enamorada. Luego, cuando pasa la tormenta, Werther sigue a Carlota hasta la sala donde habían bailado. Volvemos a ver como siempre la iniciativa es de la muchacha, nunca del joven pintor. Aquí entramos en el quinto y último momento de la estructura interna de la carta.
En la conversación en el camino, Carlota le descubre a Werther su interior, ella había sentido miedo, pero no lo demostró. Carlota es una mujer con una actitud heroica, que puede controlarse y actuar cuando lo cree necesario. Cuando se acercan a la ventana, la percepción del fenómeno climático cambia radicalmente, el sonido de la tormenta deja de ser negativo y se escucha a lo lejos, como un telón de fondo propicio para el encuentro. El clima pasa a ser placentero y los sentidos se agudizan para percibir, fundamentalmente, las imágenes acústicas y olfativas. El retrato de Carlota se detiene en la mirada, lo poético está presente en ese momento, es algo que invade ese instante de silencio, y que reúne a los personajes en el encuentro de sus ojos. De pronto la muchacha pronuncia una palabra, “Klopstock”, haciendo referencia al poeta alemán Friedrich Gottlieb Klopstock (1724-1803) y hay un nuevo encuentro, una nueva empatía, porque Werther al momento interpreta que Carlota se refiere a la oda “El Piadoso” (1759), la que en un fragmento expresa:
“Calla el trueno, se extingue la tormenta, se apagan sus ecos,
mas la voz de los hombres resuena a través de los siglos
y a cada instante anuncia
lo que ha dicho Jehová!”
Hay una intensidad en la expresión de los sentimientos de Werther, aflora su aspecto lacrimógeno. La carta termina con un interlocutor que no es Guillermo, sino Klopstock. Werther, se pone en el lugar del poeta e imagina que podría encontrar lo más apoteósico de su poesía en la mirada de Carlota.
Artículo publicado en la revista digital Vadenuevo www.vadenuevo.com.uy . Mayo de 2017.
Blog del autor: PALABRA ESCRITA


Fernando Chelle

Fernando Chelle
Fernando Chelle (Mercedes, Uruguay, 1976). Poeta, narrador, ensayista, corrector de estilo y crítico literario uruguayo, radicado en Colombia desde el año 2011. Autor de los libros: Poesía de los pájaros pintados (2013); Curso general de lectoescritura y corrección de estilo (2014); El cuento fantástico en el Río de la Plata (2015); Muelles de la palabra (2015); Las otras realidades de la ficción (2016); El cuento latinoamericano en el siglo XX (2016); SPAM (2017); Las flores del tiempo (2018) y Cadencias que el aire dilata en la sombra (2018). Su obra poética forma parte de diversas antologías. Ha sido corrector de estilo de las revistas: Respuestas (Universidad Francisco de Paula Santander) y Fronteras del saber (Universidad Simón Bolívar) y también, Director de Contenido y Redacción del periódico El Libertador (Universidad Simón Bolívar). Ha participado como ponente y conferencista en diversas universidades, encuentros de escritores y ferias del libro. Sus poemas, ensayos y críticas literarias se han publicado en revistas, periódicos y portales literarios de veintinueve países (Argelia, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Dinamarca, Ecuador, Egipto, El Salvador, EE. UU, España, Francia, Holanda, Honduras, India, Inglaterra, Italia, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Portugal, Puerto Rico, Suecia, Uruguay y Venezuela). Parte de su obra ha sido traducida al árabe, al catalán, al inglés, al italiano y al portugués. Es coordinador, en Cúcuta, del Parlamento Nacional de Escritores de Colombia y miembro de la Asociación de Escritores de Norte de Santander. Ha recibido los siguientes premios y reconocimientos: MIEMBRO DE HONOR, Academia Tolimense de la Lengua, Colombia, (octubre, 2018); ganador del PREMIO EXCELENCIA EN PERIODISMO CULTURAL, organizado por el Círculo de Periodistas y Comunicadores de Norte de Santander, Colombia (agosto, 2018); finalista del II CERTAMEN DE POESÍA ENRIQUE PLEGUEZUELO, organizado por el Círculo Cultural Juan 23, de la ciudad de Córdoba, España (julio, 2018); primera mención en poesía, VI CERTAMEN LITERARIO (CASTELLANO-ITALIANO, 2018), organizado por el Rotary Club de Flores, Buenos Aires, Argentina (junio, 2018); ganador del PREMIO INTERNACIONAL A LA INVESTIGACIÓN ANA MARÍA AGÜERO MELNYCZUK, organizado por Limaclara Ediciones, de la ciudad de Buenos Aires, Argentina (mayo, 2018); finalista del XV CONCURSO LITERARIO GONZALO ROJAS PIZARRO (categoría cuento), organizado por la Biblioteca Municipal de Lebu, el Gobierno Regional y la Municipalidad de Lebu, Chile (marzo, 2018); tercer premio CONCURSO LITERARIO "MARINA CAPRIZ" 2017 (categoría cuento), organizado por la Biblioteca Popular Rafael Obligado de Villa Gesell, Buenos Aires, Argentina (diciembre, 2017); finalista del II PREMIO DE RELATO BREVE LA GRAN ILUSIÓN, organizado por Cines Renoir en colaboración con la Escuela de Escritores de España, Madrid (diciembre, 2017); ganador del VIII PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA CAÑOS DORADOS, organizado por el Ayuntamiento de la Villa de Fernán Núñez y la Asociación Cultural Los Caños Dorados, de la ciudad de Córdoba, España (agosto, 2017); ganador del PREMIO REGIONAL DE PERIODISMO, organizado por el Círculo de Periodistas y Comunicadores de Norte de Santander, Colombia (agosto, 2017); ganador del PREMIO NACIONAL DE ENSAYO LITERARIO, organizado por Lit. Asociación de literatura, Colombia (julio, 2017); primera mención en narrativa, V CONCURSO LITERARIO DE POESÍA Y NARRATIVA, organizado por el ESPACIO MIXTURA, de la ciudad de Montevideo, Uruguay (agosto, 2016); primera mención en poesía, III CONCURSO INTERNACIONAL DE POESÍA “LA PALABRA DE MI VOZ”, organizado por la editorial: Publicaciones Entre Líneas, de la ciudad de Miami, EE. UU (agosto, 2016); mención en poesía, XI CONCURSO LITERARIO BONAVENTURIANO DE POESIA y CUENTO 2016, organizado por la Universidad de San Buenaventura, de la ciudad de Cali, Colombia (septiembre, 2016). En la actualidad, además de publicar artículos literarios en diversos medios internacionales, se encuentra vinculado a la Universidad Francisco de Paula Santander. Es coordinador del Laboratorio de escritura PALABRA ESCRITA y forma parte del programa radial, de carácter cultural, “Diáspora”, que se emite todos los jueves y domingos por la UFPS Radio 95.2 FM. Allí desarrolla dos secciones de carácter literario: “PALABRA ESCRITA” (un encuentro semanal con la literatura universal) y “Voces de hoy” (un acercamiento a la poesía contemporánea).