POESIA PALMERIANA

Los poetas somos como los leones, después de que nos disparen podemos lanzar nuestras garras. Página administrada por el poeta Ramón Palmeral, Alicante (España). Publicamos gratis portadas de los libros que nos envían. El mejor portal de poetas hispanoamericanos seleccionados. Ramón Palmeral poeta de Ciudad Real, nacido en Piedrabuena.
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La mayor satifacción que tengo al escribir es saber que alguien me lea cuando yo esté muerto.

viernes, 26 de enero de 2018

FALLECIÓ Alonso Aristizábal,

Se nos fue el amigo Alonso

Domingo 21 de enero de 2018 /publicado en LETRALIA
Alonso Aristizábal y Antonio María Flórez
Alonso Aristizábal —a la izquierda en esta foto con el autor de este trabajo— nació en 1945 en Pensilvania, la muy paisa localidad del oriente de Caldas.
2017 se terminó cerrando con una noticia triste, la muerte —otra más— de uno de nuestros intelectuales amigos, Alonso Aristizábal, con una obra importante que lo situó en el selecto grupo de los mejores narradores caldenses del siglo XX, especialmente por su novela Una y muchas guerras (1985) y sus libros de cuentos Un pueblo de niebla (1976) y Escrito en los muros (1985). Su condición de crítico literario (Diners, Avianca, Banrepública) y docente de escritura creativa en varias universidades bogotanas (Nacional, Central, Los Andes) hizo que se ganara un merecido reconocimiento como intelectual de prestigio nacional. Sus libros sobre Pedro Gómez Valderrama y Álvaro Mutis son referenciales, al igual que la traducción que se hizo al alemán de su texto La casa del canario de la esquina (2001).
Con Alonso Aristizábal solíamos hablar en nuestras infaltables citas para tomar café en Bogotá, de literatura caldense y española.
Alonso Aristizábal Escobar había nacido en 1945 en Pensilvania, la muy paisa localidad del oriente de Caldas, y había cursado estudios de Filosofía y Letras en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, ciudad que amaba profundamente y donde lo ha pillado la infartante muerte que no perdona personas ni momentos.
Le conoció uno siendo muy joven por los estrechos vínculos que este servidor ha tenido con su pueblo natal, gracias a mi relación con las familias Hoyos, Zuluaga y Aristizábal y mis frecuentes idas a jugar baloncesto allí. Solíamos hablar en nuestras infaltables citas para tomar café en Bogotá, de literatura caldense y española, y de la relación de su pueblo con Marquetalia en la etapa fundacional (no en vano uno es descendiente del fundador de ésta) y en la época de la Violencia. Estaba empeñado en que fuera a Pensilvania para hablar de este tema, pero desafortunadamente no pudimos cuadrar una fecha debido a los múltiples compromisos de ambos.
Tuve la suerte de participar con él en varios proyectos de trascendencia. Cuento caldense actual (1993), compilación hecha por Octavio Escobar y Flóbert Zapata, la más importante de este género en la región, y en la que ambos participamos con sendos textos; el suyo, “La ilusión del Dumbar circus”, y el nuestro, “Epigolatría”. Por ahí también aparecían referentes de la literatura colombiana actual como Adalberto Agudelo, Jaime Echeverri, Eduardo García Aguilar, Octavio Arbeláez, Orlando Mejía Rivera, Roberto Vélez y los dos compiladores. El otro fue el bello proyecto que unió a escritores de Caldas y Extremadura nombrado Estrechando círculos (1999), que dirigimos con Octavio Escobar y Manuel Simón Viola. Su cuento se titulaba “El mar que ronca en el corredor”.
Continuamente alababa mi gusto por la belleza femenina, con su fraseo irónico y su mirada picarona, y se preocupaba por mis asuntos sentimentales y mis amistades de aquí y allá, pero especialmente preguntaba por mi hijo, a quien apreciaba mucho, no obstante, no conocerle.
Siempre le agradeceré la generosa crítica que hizo de mi libro Desplazados del paraíso (Premio Nacional de Poesía “Ciudad de Bogotá” 2003) en la revista Diners, medio que lo eligió como uno de los libros del año 2004 en Colombia, y que supuso mi espaldarazo en el ámbito nacional.
Hablábamos muchos de nuestros proyectos literarios, me pedía que le desbrozara ampliamente mis libros y me decía con franqueza su opinión sobre ellos. Nuestra última comunicación por correo electrónico versó sobre mi Sueños eróticos…, que cuestionó y se quejó por no haberlo aún recibido en su casa bogotana.
Se nos ha ido en mala hora uno de los hitos de la cultura caldense de siempre, pero especialmente un amigo generoso en sus afectos.
La última vez que nos vimos fue en Manizales, en septiembre de 2016, donde coincidimos en la Feria del Libro de Manizales, dedicada en esa oportunidad a Extremadura. Lo recuerdo participando lúcidamente en un interesante conversatorio con Simón Viola y en otro con Susana Martín Gijón. Hablamos un buen rato sobre el proyecto de hermanamiento cultural entre Extremadura y Colombia y quedamos comprometidos en hacer finalmente ese varias veces deseado viaje a su pueblo, que tanto quería y al que dedicó algunas de sus obras narrativas y poéticas más relevantes.
De él dijo Roberto Vélez Correa que su obra Una y muchas guerras era una de las obras capitales de la literatura caldense de siempre en la que “la nostalgia de la provincia, los anhelos de superación de sus habitantes y el miedo irracional que los acosa, hacen que la atmósfera respirada en la novela sea de fantasmas cuyos lamentos se escuchan en los zaguanes y en los patios para confundirse con los gritos reales de los agredidos en las calles y plazas públicas por cuchillos y revólveres asesinos”. Sobre esta novela también se pronunciaron otros prestigiados críticos como Jacques Gillard, Raymond L. Williams y Álvaro Pineda, que escribió en Del mito a la posmodernidad: “Alonso Aristizábal narra, en lenguaje directo y testimonial y dentro de la tradición antioqueña, la historia de una familia oriunda de un pueblo caldense que por efecto de la violencia tiene que emigrar a Bogotá… Por huir de la violencia física de la región de Pensilvania, la familia perdió sus nexos y tradiciones y cayó en la violencia sicológica, más despiadada y humillante”.
Se nos ha ido en mala hora uno de los hitos de la cultura caldense de siempre, pero especialmente un amigo generoso en sus afectos. Queda uno pendiente de ir a su pueblo a hacerle el debido homenaje y a hablar de este y otros temas. ¡Descanse en paz a pesar de las muchas guerras que vivió en su gran obra!
Antonio María Flórez

Antonio María Flórez

Escritor hispano-colombiano (Don Benito, Badajoz). Se crio en Marquetalia, Colombia. Es médico especialista en drogas y deporte. Ha publicado Zoo (Poemillas de amor antiecológico) (2003), Desplazados del paraíso (2003), Dalí. El arte de escandalizar (2004), Transmutaciones. Literatura colombiana actual (2009), Bajo tus pies la ciudad (2012), En las fronteras del miedo (2013), La muerte de Manolete. Crónica en escena (2014) y Sueños eróticos de un adolescente empedernido (2016), entre otros títulos. Ha obtenido el Premio Nacional de Poesía “Euclides Jaramillo Arango” (1999) y el Premio Nacional de Poesía “Ciudad de Bogotá” (2003), entre otros reconocimientos. Algunos de sus textos se han traducido al italiano, francés, portugués, danés, inglés y catalán y han aparecido en antologías a uno y otro lado del Atlántico.
Fotografía: Daniel Mordzinski.

Sus textos publicados antes de 2015
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TransLetralia: Horácio Costa
TransLetralia: Roberto Piva
TransLetralia: Henri Michaux