(Retrato a lápiz y plumilla de José Ángel Valente, po Ramón Palmerl)
Ahora, amiga mía... / José Ángel Valente (1929-2000)
Ahora, amiga mía
que
una flor de papel preside el aire,
que el aire se deshace en dulces
pétalos
de jadeante miel en tus rodillas,
ahora que no hablamos
del otoño
ya nunca más
para no tropezar con tu mirada,
ahora
que te adentras por la vida,
ligera, según dices,
desposeída al
fin de prejuicios,
ideas recibidas, tiempo estéril,
incomprensibles normas y principios,
ay -ahora
que la virginidad
navega todavía
como un barco vacío por oscuros telares,
por
intactos desvanes y sueños sin sentido,
qué hacer en medio de la
tarde,
cómo entregarse sin terror de pronto
y cómo confesar que
detrás de tu lecho
odiosa la inocencia,
inservibles los claros
pensamientos,
traicionan palabras aprendidas
en revistas de moda,
tópicos de vanguardia,
digo, tópicos que tan libre te hacen,
aunque no de ti misma,
aunque no de tu vientre inopinado
donde
súbito baja,
feroz y sofocante, el duro golpe
del corazón.
Qué tierna insensatez
la de estar solos,
la del estremecimiento vergonzoso
ante la voz
del hombre
Y el no estar a la altura de las propias palabras
con
esfuerzo aprendidas,
pues ahora
bien sencillo sería el acto del
amor
sin aquel eco
soez de sumergidas tradiciones
no expurgadas
a tiempo,
ahora que la misma indiferencia
de las frases audaces y
ante oídas
del loro varonil tan propicia parece,
si la
conversación no fuera ya pretexto,
argumento de un miedo mal oculto
a no saber qué hacer en este trance.
Demasiado tarde vuelves
a recaer en frases y agudezas,
mientras escondes el temblor que sube,
absurdamente provinciano y burdo,
de niña de agua dulce,
desusada
y antigua, hasta tus labios,
mientras repites al pic-up la misma
canción francesa que nos gusta tanto,
que nos hace sentir más al
corriente,
casi no necios ni burgueses tristes.
Qué fácil fuera ahora
desnudarse,
dejar caer el velo simplemente
sin el terror oscuro
que te ata
a los núbiles senos,
qué fácil fuera acaso si no fuera
por la flor jadeante de papel amarillo
que preside la tarde,
por
el desasosiego súbito que oprime
hasta el dolor tu tímida cintura
por la imposible confesión aciaga
de tu añeja inocencia,
por el
urbano gesto
de loro aclimatado a otras regiones
con que el varón
disfraza su animal procedencia,
por los pasos de alguien que se
acerca,
por el timbre que suena
como un ángel guardián ( te
ruboriza
sin poder evitarlo el pensamiento )
y la ocasión
disuelve, mientras tú más segura
recuperas ingenio y frases hechas,
piensas que, al fin y al cabo, volverá a repetirse,
prefabricada como
es, y entonces
no dudarás en entregarte,
entonces-
es decir,
sin que llegue
el deseo a pasión ni la pasión a amor
ni el hálito
terrible del amor
al abrasado borde de tu cuerpo.
José Ángel Valente
Enla del manual: "DE LA CREACIÓN POÉTICA", Ramón Fernández Palmeral