PIROPO A RAUDALES A MI MUJER
Aunque soy poeta fulero
y de poca calidad
no quiero dejar en el tintero
a mi esposa tan leal.
Quiero llenar esta plana
de piropos merecidos,
a la flor de loto es
en el Mayarín ha crecido.
Eres lirio de pradera,
rosa de pitiminí
senos pintados de Goya
cuerpo de serafín.
ienes manos de princesa
labios acaramelados
ojos de mora hechicera
que a mí me han cautivado.
Tu talento bien dotado
derrama gracia a raudales
tu corazón limpio y puro
henchido de amor plasmado.
Cuando te pones en los labios
la pintura carmesí
si llego lograr besarlos
pronto he de desistir.
Queman como fuego vivo
saben a miel y canela
te rozan el corazón
algunas malas ideas.
Con razón dice el refrán:
«la mujer y la muleta
a las vejez esperarás
para alivio de tus penas».
Eres madre cariñosa
esposa llena de amor
familiar como ninguna
amiga de corazón.
Tenías catorce años
cuando en tu cara me fijé
eras un turrón de azúcar
rellena de esencias y miel.
En este tiempo preciso
te empecé a querer volaba,
por ti los vientos
o lo
podía creer.
Aunque mi amor era infantil
y carecía de experiencia
no llegaba a comprender
lo que me ocurría en tu presencia.
Era una cosa distinta
en el momento de verte
me rebullía el corazón
ajena a otras mujeres.
Así de guapa creciste
cada día un poco más
conseguí fueras mi esposa
y te
pudiera abrazar.
Cuando te hiciste mayor
me empecé a enamorar
de tus arrugas, tus canas
de tu facha en general.
Eras la moza más guapa
que había en la Acebuchal
mucho brío, muchas tetas,
con mucha
amabilidad.
Por más que te piropee
más lo tienes merecida
te quiero más que a mi sangre
más que al aire que respiro.
Si alguna quiere lograr
piropos como estos tuyos
se case con un poeta
y también con algún primo.
Málaga, 11-11-94
El poeta José Ramon Fernández en el I centenario de su nacimiento (1920-2020)
Dedicado a mi mujer Carmen Fernández