LOS PROBLEMAS DE LA RIMA
Por Ramón Palmeral
La rima es tan sólo una aportación de musicalidad en los poemas. No los mejora, sino que por el contrario en el gusto por la poseía actual los desvaloriza. Algunos poetas nobele sacrifican el sentido del poema en favor de la música. Pues creen, en su ignorancia que sólo si rima es poesía, o no se han enterado que existe el verso libre. Incluso poetas del 27 y actuales de renombre evitan la rima para dar más libertad, excelencia y seriedad al poema. Puesto que la rima es una busqueda delibertada de las palabras que riman en perjucio de la palabra exacta o de las que el poeta encuentra en su búsqueda de decir lo que siente, en perjucio del sentido verdadero de su expresión en favor de la musicalidad. El poeta encuentra, no busca ajustes posteriores rítmicos.
Un ejemplo evidente es cuando leemos las obras traducidas de autores en otros idiomas, en el original tienen rima pero al ser traducidos la pierte; sin embargo, el sentido del poeta es lo mismo, según traductores. Ejemplo personal lo compruebo en el libro "Obras de Rainier María Rilke", poeta checo (1875-1926), en la tradución de José Mª Valverde ha perdido todas las rimas.
Sin embargo, un soneto ha de ir rimado porque un soneto es un soneto, como lo es una octava, una décima, una silva o un romance, o una rosa una rosa es, etc., etc.
El ritmo es producto de la repetición y de los intervalos que se manifiestan en los versos y en el conjunto de las estrofas, para producir mayor o menor intensidad, timbre o tono en la pronunciación. Tener en cuenta el acento tónico y átono, la posición en las sílabas, el cómputo silábico. Si como hemos dicho el acento es el alma de palabra, la entonación sería el alma de la frase.
Ese constante y rebuscado sonsonete y cacofonías distraen la atención de los lectores, y no es del agrado ni de lectores, oyentes ni de muchos poetas actuales, puesto que parece como si se sacrificara el verdadero sentido del poema en favor de la rima, que ya ha dejado de ser atractiva. La excesiva musicalidad, en el gusto actual, de algunos poemas, quitan seriedad. ¿Quién se preocupa de usarlas?, salvo erutitos y estudioso, de distinguir las rimas consonantes de las asonantes.
La poesía se escribía antiguamente para ser recitada (odas, elegías, épica, epitálamo, romances...), nacidas de la necesidad de contar acontecimientos de una forma atractiva, musical y educativa. «Un poema no existe mientras no se oye». Hoy día casi nadie recita, porque ha sido sustituido por la música de discos.
Cuando nos afanamos obsesivamente en buscar una palabra que rime en consonante o asonante con el verso anterior, nos valemos de cualquier artimaña (diccionario, otros poemas, libretas de notas...), con tal de que nos rime como si fuera la clave al poema, sin darnos cuenta por la apariencia de la rima, que no hemos acertado en el sentir del verso, pero las más veces nos entregamos al azar, y transigimos y comentamos casi auto-convenciéndonos: «parece que tienen un sentido nuevo, un hallazgo». Si nos esforzamos, seguro que nuestra mente halla una asociación exacta, en cambio lo único que hemos logrado es un «eructo horaciano». Porque la perfección supone más esfuerzo del que imaginamos o del que estamos dispuestos a conceder. Si abro el primer libro que tengo a la mano, encuentro no ya surrealismo sino barbaridades rimas. De un cuarteto de Góngora sacado al azar.
...desnudos huesos y cenizas frías,
a pesar de las vanas, si no pías.
El poeta se ha preocupado más de que rime: frías con pías, que darle otro sentido más eficaz, es decir, se ha preocupado por la estética y la rima, por las reglas, más que por un sentido verdadero de comunicación del sentimiento. Ha jugado con nosotros. (Pudo haber escrito. Desnudos huesos y cenizas fría/a pesar de las vanas compañías,/ ¿hay alguna diferencia?).
Los románticos antes la necesidad de exaltar algunos versos, mezclan la rima asonante con la consonante, e incluso empiezan a no contar las sílabas, llevados más por la inspiración que por la norma, puesto que uno de los puntos de manifiesto romántico era ese precisamente, libertad artística y fuera reglas y aceptar lo feo como elemento de contraste.
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