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sábado, 13 de abril de 2019

La mujer en el Haiku japonés. Kaikai. Tankas



LA MUJER EN EL HAIKU JAPONÉS

A d a p t a c i ó n   y   s e l e c c i ó n :   A l f r e d o   L a v e r g n e

En general, estos poemas fueron recibidos de traducciones y fueron adaptadas al castellano gracias al porfiado aporte de mis amigos Gilles Michuad, Mitsuo Horiguku, Jonh Horton y a mi limitado conocimiento de los idiomas que en esta labor nos permitieron seleccionar no sin defectos.  


¿Qué es un haiku?
 
La huella de la historia del haiku remonta a los estudios de la primera antología poética reunida en el año 760 de la Era cristiana, Poemario de diez mil hojas y a los de la antología de poesía japonesa Korin-waka, recopilada por orden Imperial el año 905 del mismo calendario. En esa publicación y específicamente en su sección titulada Kaikai o “poemas libres”, descubrimos Tankas, la literatura más antigua del Japón,  poema de 31 sílabas (5,7,5,7,7). Estos son poemas de menor extensión y más simples que la poesía tradicional de la época.  

El haiku es un cambio o enfrentamiento dentro de los afilados metales de la tradición poética japonesa. De la publicación Korin-waka y específicamente de su sección Kaikai, surgen nuevas formas de expresión poética. Una de ellas es la “Renga”, que es una variación del tanka. También de 31 sílabas, se compone de dos partes, la primera de 17 sílabas (5,7,5) y la segunda de 14 sílabas (7,7). En aquellos tiempos eran exclusivas de nobles y cortesanos. Una vez al alcance cultural de la plebe del siglo XVII la burguesía introduce cambios, la vulgariza y genera el denominado Kaikai-renga o “renga humorística”. En la renga un primer poeta crea los tres primeros versos para que luego otro forme un texto continuo. De esta continuidad de estrofas y del “collage” de letras adjuntadas al Kaikai-renga, poema de longitud variable trabajado por dos o más poetas y compuesto de preguntas y respuestas, poco a poco la estrofa inicial del primer poeta, 5/7/5 sílabas, el  Hokku o Kaikai-hokku, se independiza y se presenta el haiku.
  
Diremos que el Haiku es un sector poético resumido de fórmulas antiguas, poema cargado de elementos de la naturaleza ligados al culto animista shinto, ejercicio espiritual, suspiro escrito, poesía del deleite, versos del “alma del Japón”, voluntad de ordenamiento del mundo, la capacidad del poeta japonés que observa y sintetiza su contacto con la naturaleza, el arte de sugerir un estado interior sin describirlo, inmediatez minimalista, referente de la estación climatérica representada y vivida por el poeta, la gran altura del precepto estético del oriente. Agregaríamos a esas “tradicionales definiciones”, la existencia en la carne y el beso en la piel del poeta. La palabra cargada de budismo Zen y caligrafía de cultos peregrinos. El espejo intelectual y el espacio poético propio del poeta japonés...orientalizando otros estilos.
 
Apuntemos del ensayo La occidentalización de la Poesía japonesa de Alfonso Barrera V., Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana,1970, que nos sugiere; “Salvado el respeto que merece la tradición (japonesa), que las formas de poesía antigua, no pueden ocultar, en su juego de preceptos, algo de receta casera o de tarea escolar”. Y que el haiku sufrió no pocos cambios, tanto en el sentido estético como en la expresión, con los empujones que la técnica dio al mundillo metafísico, en las crisis sociales del hombre en Asia y en la occidentalización por los viajes transculturales del estilo.
 
Minimizaremos la introducción de “Mujeres en el haiku japonés”, con un haiku de Chiyo-Ni para introducir el aporte de estas “haijinas” (poetas que laboran el haiku), al estilo y a la humanidad… Si por las mañanas se cierran / las campanillas en flor. / ¡Es por el odio de los hombres!  






Mujeres en el haiku clásico japonés.  






Hawai Chigetsu (1632-1718)
 
Sola en la cama
Escucho un mosquito
Revoloteando una triste melodía
 
Vienen los niños -
me sacan de la cama
y los años se van.
 
Para mi trabajo
En el fregadero
El canto del uguisu
 
Visité su tumba en Kiso.
De abrir la puerta mostraría al Buda
Brote de flores
 
Señalan con la mano -
En puntillas los niños
la luna admiran.  








Den Sute-jo (1633-1698)
Discípula de Basho.
 
En el agua
teme a su reflejo
la luciérnaga.
 
Mañana nevada.
Por todas partes
huellas de zuecos.
 
Verano.
A través de la nubes
hay un atajo a la luna.
 
Ni una sola hoja
No duerme ni la luna
En este sauce  









Sono-jo (Shiba Sonome. 1664-1726)
 
Violeta salvaje.
Incluso antes de florecer
se distingue.
 
Descontentas
Las violetas han muerto
También las colinas
 
El niño que cargo
en la espalda juega con mi cabello.
¡Qué calidez!
 
Tropezando
En una roca
El canto del hototogisu  







Ogawa Shushiki (1669-1725)
También conocida como Oaki y Ume Shuhuki
 
Cuidado.
La contemplación del cerezo
embriaga.
 
Despierta
de este sueño
veré el violeta de los iris*
 
*Poema escrito poco antes de su muerte. La vida es un
sueño, la muerte una nueva y mejor vida. El color violeta
representa la juventud de la mujer.  
















































Chiyo-Ni (Kaga No Chiyo. 1703-1775)
Religiosa budista. Se casó muy joven y quedó viuda
a temprana edad. Sin duda la más conocida
y respetadas de las poetas japonesas.
 
Los caballos al galope
Huelen sus cuartillas
Un perfume de violetas
 
Roza
El hilo de la caña de pescar
La luna en verano
 
Como la nieve
mi pálido reflejo
en el agua.
 
Todo lo que recogemos
en la playa de marea baja-
se mueve
 
Sin niño que se acerque
Las paredes de papel
Están frías
 
En el llano y la montaña
Todo parece inmóvil
Esta mañana nevada
 
Si por las mañanas se cierran
las campanillas en flor.
¡Es por el odio de los hombres!
 
En las lluvias de primavera
Todas las cosas
Son más bellas
 
La rama en flor del ciruelo
otorga perfume
al que la corta.
  
Del violeta de las nubes
Al morado de los iris
Se dirige mi pensamiento*
 
* Chiyo-ni, describe la muerte de su joven madre en
el humo del crematorio y en el color morado del iris,
el reflejo de los suyos en kimonos de verano.
¿La partida de la madre, la familia y la continuidad
de la vida?.
 
¡Luciérnagas. Luciérnagas!
Por el río
las tinieblas pasan.
 
Muchas veces
¡Hototogisu, hototogisu!
 y amanece.
 
Habiendo observado la luna
Parto de esta vida
Con una bendición
 
El agua se cristaliza
Las luciérnagas se apagan
Nada existe*
 
*Escrito poco antes de su muerte.  








Matsumoto Koyu-Ni (Haijina del siglo XVIII)
Algunos traductores nos la presentan como
Kokju-ni, 1713-1781.
 
Las flores caídas
Ahora nuestras mentes
Están en paz  










Seifu-Ni (Enomoto Seifujo) (1732-1814)
Religiosa
 
Quietud.
Una mariposa fuera de la lluvia
vaga en mi alcoba.
 
El bebe
mostrando una flor
abre su boca.
 
Fin de la primavera.
Entre las medicinales artemisas
las osamentas humanas.
 
La mariposa es vieja.
Pero mi alma
en los crisantemos juguetea.
 
Todos duermen.
No queda nada
entre la luna y yo.
 
El camino estrecho
termina en un campo
de porros.   










Tagami Kikusha-Ni (1753-1826)
Religiosa budista.
 
Deseo partir
Peinada de luna
Bajo el cielo errante
 
Todo mi cuerpo
En este otoño se siente
Crepúsculo en la lluvia
 
Tomando el fresco sobre el puente
La luna y yo
Quedamos solas
 
En mi sombrero
En lejanas montañas
Sonido de hojas  







Oku Michihiko (1755-1818)
 
La luna y la nieve.
A través de la llovizna
la luz de la mañana.
 
Dos casas
con las puertas abiertas.
Montañas en otoño.  








Imaizumi Sogetsu-Ni (  -1804)
 
Luego del baile
El viento en los pinos
El canto de los insectos
 
Amanece
la luna y la nieve
de un color.  










Akiko Yanakiwara (1878-1942)
Es recreada en el interesante trabajo, “Three Women Poets of Modern Japan” de Gleen Hughes and Yozan Iwazaki, University of Washington Book Store, 1932.
 
El bote se aleja
y forma un camino blanco
mi dolor y su huella.
 
Más rápido que granizo
y más liviano que pluma
un pensamiento cruzó mi mente.
 
Vivo el espejismo de estar contigo
y así camino
bajo la luna por un bosque en flor














Abe Mirodijo (1886-1980)
 
Por el cañaveral marchito
Oscurecidas por las nubes
El agua duerme
 
El insecto
Luego de invernar
Como infante trabaja sus patas
 
Mariposa de otoño.
Me dejaste sola
entre los montes.  







Sugita Hisajo (1890-1946)
 
De pureza blanca
arquean sus pétalos    
los crisantemos de luna.
 
La luna cala
entre mi ropa
hasta mi piel.
 
Indómito hototogisu.
Pasas haciendo ecos
a tu antojo.  








Huyemaruko Shizuku (1898-1992)
 
Soledad.
Las nubes en el pico de la montaña
Y el saltamontes salta en el valle.  










Hashimoto Takako (1899-1963)
 
Bajo la viva luna
duermo
con un moribundo.
 
Después de mis lágrimas
La plenitud
De mi soplo blanco
 
Hortensia.
La carta de ayer
se volvió noticia vieja.
 
Ráfaga de nieve.
En sus brazos
sofoco.  













Huyemaruko Shizuku (1898-1992)
 
Soledad.
Las nubes en el pico de la montaña
Y el saltamontes salta en el valle.  








Mitsuhashi Takajo (1899-1972)
 
Adiós.
Más allá de la neblina
una niebla más profunda
 
Sobre un trineo sin luz
A la caída del día
En la llanura nevada
 
El granizo.
Un pájaro de fuego
en su boca.  





La mujer en el haiku del SIGLO XX  








NAKAMURA TEIJO
Fundó la revista Kazahama. Es la poeta tradicionalista, respetuosa del kigo y “saijikis”.
 
La flor de loto
Su hojas y las marchitas
Flotando en el agua
 
Este hombre
Bajo un cerezo en flor
Estaba al fresco
 
Al arrozal en primavera
La mujer afuera
Mirando serenamente
 
Noche fría.
Si cubro mi hija
se me arrima.  








HOSHINO TATSUKO
Fundó una revista de haiku exclusiva para mujeres
y colaboró en la prestigiosa Hototogisu.
 
Blancos los rostros
Que observan
El arco iris.
 
Generoso verdor
El plato en verano.
Tanta verdura.  




















SUZUKI MASAJO 
 
Noche de escarcha.
¿Cómo dormir
si el mar no duerme?
 
El color de fuego
Incendia nuestra casa 
El crepúsculo
 
He robado un hombre
Nada de valor
Enrolló la persiana
 
Consolándome una vez más
En la nieve primaveral
Hablando conmigo misma








TAKAGI HARUKO
 
¡Ser un oso
invernando
al fondo de su cueva!  










NOZAWA SETSUKO
 
Otoño en las montañas.
Tantas estrellas
y tantos lejanos antepasados.
 
La primera nevada
Comienza en la oscuridad
Termina en la oscuridad  










IIJIMA HARUKO
 
El lirio de la montaña.
Su polen sube
y empapa mis senos.  



















KAKIMOTO TAE
Hija de sacerdote budista.
 
Una mariposa de invierno cerca de mí
La gran campana del templo
Se mueve lentamente
 
Un ruido
Cavan una fosa
Detrás de las camelias
 
Una bandera roja
en un callejón de Nara
y la luna del día.
 
Levantando la cortina
del verano que termina.
No veo nada
 
Rodeada de crisantemos
Paso la mano por mis mejillas
Que son ásperas  








KUBOTA KEIKO
 
Cielo nevado.
Yo no conocí mi padre
en su cincuentena.  










NOZAWA SETSUKO
 
Otoño en las montañas.
Tantas estrellas
y tantos lejanos antepasados.
 
La primera nevada
Comienza en la oscuridad
Termina en la oscuridad  









SAITO UMEKO
 
En mi palma
no hay nada.
Relámpagos en la noche  







NAGASHIMA YASUKO
 
En el plato de vidrio
el tintineo de las espinas del pescado.
Una familia común  








HIRAMATSU YOSHIKO
 
Cortando la paja
Bajo estrellas marchitas
Mi guadaña golpea una tumba  










FUYUNO NIJI
 
Fiesta de primavera.
Desde el fondo del agua
las plantas me llaman.
 
Aún sin nombre
Entonces esta hamaca
Es lisa y resbalosa
 
Pavo blanco
Fiebre
Cuando me levanto al amanecer
 
La primavera reflexiona.
Los brazos cruzados
en la velocidad de raíces amargas.
 
En el cuarto oscuro de las fotos
dejo una postal
con un ciruelo en flor.
 
Ante el mar agitado
la cuerda a saltar
abre un vacío.
 
De paso
tomo para mí
la luz del narciso.