La memoria, en donde ardía
Despierta para escucha aullar
al perro del Caballero del Verde Gabán,
que tenía un ojo en el cuello
para vigilar a la luna ahogada en sangre.
El anhelo a la muerta premisa primera en el
Barroco quevedesco que parecía estar arrancando
el corazón desde las raíces de la cepas viejas
-solo la de las viejas cuchillo crío-,
la espantosa sensación de estar solo
en un universo vacío, el asco de la vida,
la imposibilidad de morir […] Para cualquiera
que esté poseído por este tipo de melancolía,
nada tiene significado, la destrucción
del mundo apenas le afectaría.
Cuando me acometen estos sen-
timientos desearía que la tierra fuera
una granada
rellena de pólvora, a la que acercaría
una cerilla para divertirme.
La dualidad en la descripción
de esta visión es certera. Tenemos
ambos impulsos, el impulso de vivir
y crecer y el impulso de morir.
La Dualidad es la muerte. El universo
es un universo recto. Lo real es recto –
“con sus ángulos rectos y sus leyes” si se quiere.
El planeta es un planeta. No hay dualidad en él.
Los animales son animales rectos.
Sólo en la humanidad se puede encontrar dualidad.
Los imperativos de la ciencia como duda sistemática.
Ramón Palmeral
Alicante