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sábado, 31 de diciembre de 2022

El Despertar del Brujo, de César Rubio Aracil.

 


El Despertar del Brujo

Product Details

Price
$7.00
Publisher
Createspace Independent Publishing Platform
Publish Date
Pages
164
Dimensions
6.0 X 0.35 X 9.0 inches | 0.5 pounds
Language
Spanish
Type
Paperback
EAN/UPC
9781729782835

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About the Author

Si queremos buscar en César Rubio a un escritor amigo de modas literarias, será difícil encontrarlo. En su concepción literaria no anida el oportunismo conforme al uso. César escribe según dictados de una conciencia jamás acomodada a las demandas temporales. Acostumbrado a la lucha sindical y a posicionamientos rebeldes frente a tendencias acomodaticias, estima que la aproximación a la Literatura (ser buen escritor no es sólo redactar correctamente ni, por el contrario, pretender "enganchar" al lector sin más) requiere no pocos sacrificios y auténtico amor a las Letras. Por ello, pese a los años dedicados a la escritura (ensayo, novela, teatro y poesía), él no se considera escritor, sino más bien aprendiz de un oficio en la actualidad desvirtuado por la indolencia ante la gramática y las buenas e inteligentes formas. Nacido en Alicante (España), su pasión por la escritura ha propiciado la creación de obras literarias como "Soy un círculo eterno" y "Sombras de mi soledad" (poesía), publicadas en 1991; un breve ensayo, "La sombra del resplandor", publicado en el año 2000 (Amazon) y, además de algunos trabajo inéditos: "Karma, Reencarnación y Panteísmo" (ensayo) y diversos cuadernos poéticos. Ha publicado también en Amazon: "Cuentos al amor de la hoguera" (infantiles), "El vuelo de la gaviota" (novela), "Historias del chat" (ensayo), "Acentos del corazón" (sonetos), todos ellos en 2012, "Destellos de Casiopea" (novela, 2015), "La mirada" (novela, 2015), "Jornaleros de la mar chica" (novela, 2017). Es colaborador habitual del portal Mundo Cultural Hispano (www.mundoculturalhispano.com).

jueves, 29 de diciembre de 2022

Presentación del poemario "De la bohemia" de Manuel Saborido en Espejo de Alicante

https://www.youtube.com/watch?v=-HZZqOZF5HE

... 

 

PRESENTACIÓN “DE LA BOEMIA” DE MANUEL SABORIDO

 

El 28 de diciembre 2022

Colegio Oficial de Doctores y Licenciado de Alicante

Poeta Manuel Saborido

Presentan Mª Consuelo Giner Tormo y José Antonio Asensio

Recitan poetas del Grupo Amarilis

Poemario De la bohemia, 74 p., editado por DF-Editores. Colección “Piedra Angular”

ISBN: 978-84-125003-4-9

Prólogo de Josela Maturana

 


 

                         

                                      Abriendo puertas, cerrando caminos

 

Nos llega a Alicante el poeta Manuel Saborido, un 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, desde la tierra del gran poeta y escritor Caballero Bonald, y del buen vino de cepas romanas con cuerpo propio, de flamenco con mucho talento, y, del caballo andaluz con pedigrí que sabe callar y obedecer a la fusta, ya sabéis que no hace falta añadir que viene de Jerez de la Frontera. Llegó acompañado de su esposa Patricia. Saborido es socio de número de Espejo de Alicante, sí hasta de tan lejanas tierras andaluzas tenemos socios. Llega avalado por nuestra presidenta Mª Consuelo Giner y doctora en Filosofía, y  presentado  por el poeta José Antonio Asensio que es presidente de honor de Amarilis, grupo lírico de abundantes recitales y afamada proyección.

 

Pues bien, un grupo de poetas y amigos de la poesía alicantina, nos reunimos en el aula magna del Colegio de Doctores y Licenciados de la calle Salamanca, 7 primer  piso, ya con ascensor, para oír y escuchar al poeta y rapsoda Manuel Saborido, que nos traía un ramillete te su última floración titula De la Bohemia, y otros rizomas de palabras, funditas en el arte de Apolo como gran acólito de versos con sentimientos propios.

 

 

Detalles del cuerpo del libro

 En la portada del libro se adorna con una fotografía en blanco y negro de José Manuel Saborido Cabrera. En ambas solapas primera y segunda aparece un retrato del autor, subrayado por una breve biografía del autor que tiene en su haber seis libros de poemas y ha sido ganador de varios premios. Y en la contraportada los versos: Yo tengo flores grises,/ crisantemos de mármol en mi mesa/cada vez que mis manos violan la poesía. El índice que anuncia los títulos de  22 poemas libres y un “Soneto moribundo”.

 

El prólogo de la poeta y escritora gaditana Josela Maturana que escribe:

 

“Creo que hablamos de poesía. Y creo que este libro de Manuel Saborido, se convierte en una decla­ración y, al mismo tiempo, en una tentativa. Porque es arriesgado y valeroso vincular la palabra poética con la bohemia. Pero así sucede en todos los poemas de este libro, en su latido, en su hondo deseo, también en el silencio irreversible y en aquello que se proclama en voz alta, o sólo a medias muestra nuestro lamento, nuestra felicidad más deslumbradora.” (Pág. 9).

 

Para retamar como un defensa central, por no decir acabar:

 

 “La bohemia y su asombrada palabra siempre cabalga, lloran y ríen, sobre un poema que se  adentra en el inmenso mar.”

 

El libro se abre con dos citas, una de Antonio Espina y otra de Emilio Carrere, sobre la bohemia y sobre el “alma abierta sobre la angustia”.

 

 

Acto de presentación

 

Abrió la presentación Mª Consuelo Giner, dando la bienvenida al poeta y a todos los asistentes que, seguidamente dio paso a José Antonio Asensio que inició el acto de presentación, diciendo:

“Hoy, tenemos la oportunidad, de nuevo, de asistir a la presentación del penúltimo libro de nuestro poeta y amigo Manuel Saborido y, aunque las circunstancias no sean las más favorables para dar realce y asistencia al acto, dadas estas fechas en las que la gente se recluye en familia o desaparece de su medio de vivencia habitual y los locales apropiados para celebrar estos actos permanecen poco a favor de poder ser utilizados, no vamos a dejar de aprovechar la oportunidad que se nos presenta de la visita de un poeta especial”…

 (*) Al final del presenten comentario se publica completo dicha presentación, gracias a la cesión del autor.

 

Participaron en la lectura de poemas del libro, el propio autor del poemario que no ocupa, así como los poetas de Espejo de Alicante: José Antonio Asensio, Paqui López, Pilar López, Ana Ayen, Javier Alonso, Valero Alias, Joaquin Martín Quirosa, Mª Consuelo y Paco Burló. Que demostraron, una vez más, sus excelentes dotes recitadoras con mucha experiencia sobre los escenarios del lirismo más refiando.

 

                                (Grupo de recitadores junto a Manuel Saborido, en el centro)

Se cerró el acto con la firma de libros por parte de Manuel Saborido.

 

Comentario a De la Bohemia

Los bohemios eran artista de vida poco convencional que pasaban hambre y calamidades, eran poetas de café y media tostada con aceite y alguien se los pagaba.  Hoy día pasaron a la historia aquellos nombres como Valle Inclán,  Azorín, Pio Baroja, Clarín de las tertulias de café, y se mantiene en la añoranza juvenil. También hubo mujeres tertulianas como al célebre almeriense Carmen de Burgos, alias “Colombine”, periodista, cronista de guerra y defensora del feminismo. El origen del término bohemio no tiene nada que ver con los hippies. Fueron los romanos quienes concedieron la nacionalidad de “bohemios” a las familias de gitanos, gente nómada y con costumbres particulares que vivían en aquel territorio de Europa Central.  Aquellos míticos cantaores, bailaores, palmeros y guitarristas (hombres y mujeres) también fueron bohemios de tablaos y tabernas.

Manuel ha sido capaz de crear un poemario nostálgico de sus recuerdos y sueños, ofreciendo a los lectores 23 poemas  de gran calidad lírica y narrativa, que fluyen como agua por una cascada destacando. Algunos de ellos, exactamente seis, no tienen título y se inician con tres puntos suspensivos como viniendo de un pensamiento anterior, que continuara: “…sí, permanentemente, se descalzo”. Uno de los poemas iniciales destacado es: “Mirando a los geranios”, como un diálogo con su padre al que no escucha mientras lo ignora mirando los geranios, esta planta floral tan andaluza (me gustaría que andalüza llevaba diéresis en la ü como sombrero cordobés). Leyendo a Manuel nos embarga la emoción, su poesía es un manantial de recursos estilísticos con bellas sinestesias como: “en las calles perdidas de la esperanza azul” (pg. 20), cuando el color símbolo de la esperanza es verde y no azul, o “que se cruzó el toro blanco de los sueños” (p. 21) cuando por lo general los toros son negro zaino.  Ingeniosa metáforas: “Evacuó cada lágrima, haciendo florecer/ el fuego en su mirada” (p. 35). En el verso “De las cenizas del mundo y la vida,/ antes, el amor, besa la existencia” (p. 44). Un soneto rimado como beben ser los sonetos  titulado: “Soneto Moribundo”, pues de los contario se trataría de un poema de 14 versos.

La sensibilidad lírica del poeta está en cada verso y en cada página como una necesidad infinita que sin duda culmina con “La bohemia” que da título al libro que tiene aires flamencos, por ser Jerez cuna del flamencos de tronío y fama universal, como  María Dolores Flores Ruiz conocida como Lola Flores tan jerezana, como la Paquera de Jerez (Francisca Menéndez Garrido) o Nano de Jerez (Cayetano Fernández González). Y lo vemos en los versos: “al sonido de palmas y de pólvoras/ mientras mata al ruiseñor” (p-69). El poeta se deja llevar por el duende y los “sonidos negros” que dijera García Lorca respecto de la Niña de los Peines, que siendo payo y no gitano, sentía como Antoñito el Camborio, camino de Sevilla a ver los toros. Y son caminos de cristal, secretos del espanto, congoja de ausencia, la noche es un gran grito, corazones negros, de bohemia vive y morirá el flamenco, calle de la Bohemia, en la sangre de un andaluz  como Saborido, como lo puede ser Picasso en la pintura, o Paco de Lucía  a la guitarra, o Juan Ramón Jiménez en el verso con sabor a sal y a alcornocales.

    

El oficio de poeta

 

Toda obra de arte tiene un destino, una meta, pues a la poesía le sucede lo mismo, tiene una misión la de llegar al lector, para que a través de su lectura la haga propia acompañada por la evocación de sugerencias y sentimientos que el poeta pone en sus versos. Porque la poesía es arte y un camino por andar, “se hace camino al andar” escribiría otro poeta andaluz universal como Antonio Machado, nacido nada más y nada menos que en el Palacio de las Dueñas de la Casa de Alba en Sevilla.    

Siempre he comentado que la poesía es un punto de vista, un ver las cosas según las propia visión del mundo, y es lo que a los lectores nos interesa, conocer ese punto de vista íntimo del poeta. La sinceridad y el compromiso de decir lo que uno siente en su interior más hondo, o denunciar lo que uno ve, o no ve bien desde su formación y vivencias, son elementos esenciales de la poesía, una poesía cuya columna vertebral es la experiencia del poeta y el concepto del punto de vista con que él percibe el mundo. Como dijo nuestro universal poeta Miguel Hernández  “nos hace poetas la vida”.

                  
En realidad todo poeta como creador o receptor de una revelación lo que desea es comunicar sus sentimientos, oír su corazón, transmitir el mensaje de sus  emociones, más que creaciones; compartir experiencias y buscar la aprobación de los demás, pero en un arte contemporáneo, del “desarraigo” del que hablara Dámaso Alonso, esta aprobación debe situarse en el plano de la distancia, porque el resultado de su creación es la técnica y no el mensaje del halo de la musas como revelación.

 Concluyendo sin que me  hierva la pasión, porque soy manchego de nacimiento,  andaluz de sangre y levantino de adopción, recomiendo De la bohemia de Manuel Saborido a los lectores, por escribir con el alma este sublime poemario.

 Ramón Palmeral

Alicante, 30 de diciembre de 2022

 

        (Ramón Palmeral, autor del artículo esperando la firma de un libro dedicado por Saborido)

 

 

………………………………………..

Breve reseña biográfica

Manuel Saborido Pastor, nació en 1961, en Jerez de la Frontera (España). Poeta de vocación y desde hace unos años, -como él mismo dice-, no sólo de condición, si no de expresión. Totalmente autodidacta. Ha publicado tres libros: Confesiones desde el laberinto, Voces de arena y La luz que me ocupa, habiendo sido el segundo, “Voces de arena”, seleccionado para el Premio Andaluz de la Crítica en el año 2011.

Antiguo miembro de la Asociación de Escritores Noveles (AEN), colaboró en las revistas virtuales El Síndrome felino y en El Quicio. Es miembro, socio, fundador y colaborador de la revista literaria Ámbito, con sede en Málaga y miembro de la Asociación Cultural Espejo, de Alicante. Fue finalista del premio Bruno Alzola 2008, especializado en sonetos y también fue finalista en el VI certamen poético Luna azul, de Zaragoza. En 2014 fue ganador del I Premio de Poesía Zahara de los Atunes. Ha publicado en diferentes antologías poéticas. En 2011 fue invitado a intervenir en las II Jornadas Mistralianas en Vicuña (Chile), donde departió con otros poetas y literatos españoles, argentinos, chilenos… 

 

Adjunto

(*) PRESENTACIÓN DE JOSÉ ANTONIO ASENSIO

Hoy, tenemos la oportunidad, de nuevo, de asistir a la presentación del penúltimo libro de nuestro poeta y amigo Manuel Saborido y, aunque las circunstancias no sean las más favorables para dar realce y asistencia al acto, dadas estas fechas en las que la gente se recluye en familia o desaparece de su medio de vivencia habitual y los locales apropiados para celebrar estos actos permanecen poco a favor de poder ser utilizados, no vamos a dejar de aprovechar la oportunidad que se nos presenta de la visita de un poeta especial.

Un gran prólogo, que nos define extensamente el contenido del libro,  nos anima a disfrutar de su lectura y nos prepara para el total disfrute del mismo; no haría falta más explicación, sin embargo quiero poner mi granito de arena y dar unos toques de atención que hablen, si cabe, de la formación técnica y la profesionalidad del autor.

De la Bohemia es un libro “colmado” de poesía y “compacto” en su contenido, escrito con propiedad y con particularidades novedosas, como la ausencia de títulos en algunos poemas, cosa que se sale de la habitual ordenación de los mismos.

Técnicamente  está escrito con libertad versal, aunque advierto con satisfacción, la gran proliferación de verso "impar", sobre todo endecasílabos y heptasílabos, metros utilizados por muchos grandes poetas, además de otros metros. Eso denota el conocimiento totalmente experimentado de la métrica en el llamado verso libre.

 También he observado, en esta ocasión, así me lo ha parecido, una composición de los versos influenciada por el "surrealismo" poético, automatismos,  sobre todo cuando el poema habla del tema "en general" y se nota  que cambia el método cuando  en el poema es el mismo poeta el implicado, cuando él es protagonista.

 Podría ensalzar la exquisitez poética de todos los versos incluidos en el libro, pero me quedo con la última estrofa del poema "Mirando los geranios"... puro "simbolismo" juanramoniano, que con sensibilidad dice: ..." y yo sin escucharte, padre, ignorante de mí, mirando los geranios mientras tú los llovías con tus manos cansadas"... también la gracia del poema "Desperdicio",  la exquisitez de "A Patricia" y la intrusión del "Soneto moribundo"  entre tantos otros poemas dignos de elogio.

 Gracias, querido Manuel, por hacernos partícipes, una vez más, de tu arte.

 José Antonio Asensio

Alicante, 28 de diciembre 2022

 

     (Mesa de presentación con Mª Consuelo Giner, Manuel Saborido (centro) y Jose Antonio Asensio)

 

Texto publicado, por nuestro amigo Miguel Saborido en facebook, sobre su visita y presentación de su libro en Alicante. 

Texto remitido por nuestro socio Manuel Saborido a Ramón Palmeral

Hola, Ramón: 
Aunque con retraso, debido a unos días bastante ajetreados, te quiero decir que te agradezco mucho la publicación que has hecho en tu blog sobre la presentación de mi libro, De la bohemia. Te puedo decir, sin temor a equivocarme, que nunca he visto una reseña más completa de un poemario, tanto en lo literal como en lo gráfico, incluyendo vídeo también. 
Cada vez que vamos a Alicante, es verdad que es de agradecer, el trato humano es algo que yo valoro incluso más que el literario y, bueno, si hablo del literario, pues no me quedo atrás, esta vez con esta gran suma de tu presencia y tu publicación, en la cual dices cosas que son muy amables, pues hemos vuelto plenos de vida y de ganas de volver. 
Espero que volvamos a encontrarnos, coincidir, o hablarnos, el mundo de la poesía nos da muchas alegrías y una de ellas es conocer personas que valgan la pena en lo referente a la sensibilidad y la humanidad, y todo eso creo que lo tienes y está en Alicante cuando vamos. 
Recibe un cordial abrazo, Ramón, y nuevamente, muchas gracias. 

Manuel Saborido Pastor

La santa bohemia: poetas de café, media tostada y olvido, por Garce Morales

 

Arte y Letras Historia Literatura


Bohemia
Fotografía: Alejandro Sawa (CC).

El origen del término bohemio no tiene nada que ver con los hippies ni con el Imperio austrohúngaro. Fue Segismundo, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, quien concedió la nacionalidad de bohemios a las familias de gitanos, gente nómada y con costumbres particulares que vivían en aquel territorio, ahora región de la República Checa. Por efecto de la metonimia, todo aquel individuo que ha llevado una vida fuera de lo normal en la apariencia o la conducta también ha recibido el calificativo de «bohemio». A mediados del siglo XIX, un escritor francés llamado Henri Murger alcanzó la gloria con un folletín por entregas, Escenas de la vida en bohemia (1845-1849, reeditado por Alba Editorial en 2007), retrato de un grupo de artistas que malvivían en el Barrio Latino de París, siempre a la busca de unas monedas y de la oportunidad para triunfar que nunca llegaba. Los personajes de Rodolfo y Mimí inspiraron una de las óperas más aplaudidas de la historia de la música.

La obra de Murger fue recibida con entusiasmo entre los españoles aspirantes a artista del último tercio del siglo XIX. Muchos periodistas, dramaturgos, poetas, novelistas y pintores se declararon «bohemios». Vivieron en Madrid entre 1890 y 1920. Presintieron antes que ningún otro grupo la catástrofe económica y política que se avecinaba. Sus referentes, las figuras del decadentismo y el simbolismo francés, Rimbaud, Baudelaire y Verlaine. Pérez Galdós y el realismo dominaban la literatura española, pero ellos miraban atrás, a Bécquer y Rosalía de Castro como sus ídolos, el Romanticismo y su credo exaltado. Profundamente idealistas, militaron en el socialismo y el anarquismo. Escribieron en abundancia para la prensa de la época, al tiempo que ayudaban a crear revistas y cenáculos de muy breve duración, siempre conjurados en empresas imposibles y participando en un (ilusorio) movimiento de renovación cultural y social. Solo unos pocos pasarían a la historia, casi ninguno debido a sus méritos, sino por quienes coincidieron con ellos por edad y los convirtieron en personajes de sus obras. Los protagonistas del modernismo y la generación del 98 se encargarían de analizar y retratar lo que significó aquel grupo de «gente nueva» (como los bautizó Clarín): los poetas y dramaturgos del hambre. La canalla de los cafés.

Estaba a punto de terminar el siglo XIX, cuando unas versiones muy jóvenes de los hermanos Machado, los hermanos Baroja, Valle-Inclán y Pérez de Ayala, entre otros, se codeaban con ellos en cafés y tabernas.  El artista bohemio se distinguía por vestir con extravagancia, un desaliño que era en la mayoría de los casos síntoma de pobreza. Se los conocía popularmente como «melenudos», porque lucían el pelo largo y despeinado, y la mayoría estaba en guerra con la higiene personal. Por la Puerta del Sol y el barrio de Maravillas vagaban cuando llegaba la noche: los hermanos Sawa, Joaquín Dicenta, Dorío de Gádex, Silverio Lanza, Rafael Delorme, Xavier Bóveda, Francisco Villaespesa, Ciro Bayo… en esos años (1890-1900), Madrid, a diferencia de Barcelona, y a pesar de su agitada vida nocturna, seguía siendo una capital provinciana que solo había mejorado el urbanismo y las infraestructuras del centro urbano. El resto de la ciudad, ocupada por miles y miles de emigrantes, era territorio apache, con infraviviendas sin luz ni agua corriente. Los funcionarios pasaban grandes estrecheces debido a la alternancia del gobierno. Eso cuando no se daba una huelga o asonada militar. A pesar de esta situación, la primera oleada de la bohemia se formó con jóvenes optimistas, que escribían en defensa de la libertad y el amor universal. Pero conforme el clima político se fue enrareciendo y comenzaron las guerras coloniales, su estilo pasó de la ironía al fatalismo y desembocó en una visión desesperada y nihilista. A estos bohemios no les dolía España, es que sufrían en primera persona el desgarro y la precariedad. Muchos habían llegado de provincias, incluso desde otros países, con el sueño de hacerse un nombre como literato o periodista en la capital, pero pocos lo lograron. Algunos publicaron páginas muy brillantes en la prensa, el ensayo de costumbres y la poesía, pero sus méritos fueron silenciados, o peor, se los apropiaron otros.

La bohemia española siempre caminó por el filo de la picaresca. Mucho se escribió sobre las intenciones y los perfiles de sus componentes, y ya entonces se hacía una distinción entre el escritor que trabajaba con diligencia e incorporaba a su discurso el compromiso político, y aquellos otros que solo estaban en los cafés para pasar el rato en lugar de escribir, medrar y dar sablazos a diestro y siniestro. Pío Baroja, muy crítico con el movimiento, los dividía, a modo de partido político, entre «la bohemia auténtica» (los que se agrupaban en las tertulias, por ejemplo, la del Café de Fornos, en la calle Alcalá) y «la golfemia» (los que pululaban por la Puerta del Sol). En el primer grupo estaría él, por supuesto, y otros escritores «serios», como Rubén Darío, Manuel Machado, César González Ruano o Azorín, personajes que tuvieron su etapa de juventud «atolondrada» y después habrían encarrilado sus carreras hacia obras sólidas y establecidas. Es cierto que la mayoría de los bohemios no pasó de esa fase de juventud, pero en otros casos, especialmente en el mundo del periodismo de principios de siglo, la labor de figuras como Luis Bonafoux y su afilada y temible pluma, el ingenio de Enrique Paradas o el humor de Antonio Palomero han quedado ensombrecidos por la fama de otros nombres.

Los bohemios de Madrid aunaron sus escasas fuerzas para la conseguir la reforma social. Periodistas y poetas defendieron el sufragio universal, la transformación de las instituciones y la lucha contra el poder de la monarquía y la Iglesia. Desde publicaciones como Germinal, el poeta Manuel Paso defendía a obreros y campesinos, en un proceso de identificación con los elementos más pobres y los lugares más sórdidos de la escala social. En El Motín, Ernesto Bark, de origen polaco, llamaba a la revolución. Joaquín Dicenta, autor del drama social Juan José (estrenado en 1896 con gran éxito y escándalo) se definía como «poeta revolucionario». Algunos tuvieron relación directa con el movimiento anarquista: José Nakens acogió a Mateo Morral nada más atentar contra Alfonso XIII (corre la leyenda de que, al enterarse de que no había consumado el regicidio, lo echó de casa). Alfonso Vidal y Planas, el exseminarista metido a furioso agitador contra políticos y clérigos, asesino del escritor Luis Antón del Olmet, era el enlace madrileño de los anarquistas catalanes. 

Las obras de los bohemios eran furiosamente anticlericales. Pedro Barrantes se empleaba a fondo contra la Iglesia católica, lo que le llevó a la cárcel en varias ocasiones. Bark, Valle y Joaquín Dicenta escribieron varias obras sobre el movimiento, la del primero titulada irónicamente La santa bohemia. No cayeron en la moda luciferina de los artistas franceses, pero sí se dejaron llevar por el ambiente lúgubre de Madrid, y escribieron sobre la enfermedad, los cementerios y el ambiente de los bajos fondos de Madrid, de ladrones y prostitutas, que conocían muy bien porque compartían los mismos cafés y tabernas.

Pío Baroja dedicó gran parte de su obra a la bohemia. En sus Memorias, y con su tono habitual, los llama desharrapados y carentes del valor necesario para enfrentarse a la realidad, pero su desprecio tiene más de bronca personal que de valoración crítica. Figuras como Emilio Carrère o el propio Ramón Gómez de la Serna fueron objeto de sus dardos, por no hablar del retrato despiadado que hizo en El árbol de la ciencia de la muerte de Alejandro Sawa, acontecimiento clave de la historia de la bohemia española. Sawa fue el maestro del movimiento bohemio, poeta que encarnó los tópicos de la vida y obra del escritor maldito. Casi todos los autores contemporáneos mencionan en algún momento a los tres hermanos Sawa, muy conocidos gracias a la carrera azarosa y llena de percances de Alejandro, el héroe-artista; a las fantasías y desvaríos de Manuel, el bohemio en el sentido más negativo; y a la obra periodística y de ficción de Miguel, el más centrado y respetable. Valle-Inclán, bohemio de espíritu hasta el final de sus días, siempre guardó respeto por Alejandro, el escritor que dicen nunca se volvió a lavar la cara desde que Víctor Hugo le besó la frente. Valle no le dedicó páginas burlescas, sino su obra más universal: le convirtió en Max Estrella, el poeta ciego de la sátira teatral (llena de hondo dramatismo) Luces de bohemia (1920-24), donde aparecen otros personajes de la escena literaria de aquel tiempo. Alejandro Sawa encarnó como ninguno al escritor de comienzos románticos, que tras su estancia de diez años en París, volvió a la capital decidido a transformar la literatura, pero fue víctima de sí mismo y vivió sus últimos días en la miseria, con las facultades trastornadas. Rubén Darío, que pasó con él varias temporadas en París y le tenía en gran estima, prologó su libro autobiográfico, Iluminaciones en la sombra, un emotivo y contundente testimonio de aquellos días de café y sonetos (reeditado en 2009 por Nórdica Libros).

El periodismo español vivió un momento dulce con la avalancha de nuevos escritores. Con las sátiras políticas cambiaron las formas de redactar y acercarse al público. Se importó la crónica parlamentaria y las columnas de opinión y editoriales se tornaron incendiarias. Tanto, que los dueños de algunos diarios tenían en nómina bohemios expiatorios para ir a la cárcel cuando se producía una denuncia. El estilo fragmentado, muy unido a los acontecimientos de la actualidad y la autoficción fueron algunas de las novedades de la literatura bohemia. Otro rasgo importante fue la psicogeografía que practicaban los autores bohemios. Sus vagabundeos nocturnos, en estado de ebriedad, desde el centro hasta los límites de la ciudad, Cuatro Caminos, Ventas, Vallecas o el barrio de Cambroneras, les proporcionaron ensoñaciones y alucinaciones que plasmaron en sus obras. El propio Baroja fue uno de los primeros psicogeógrafos españoles, empapado del ambiente (Camino de perfección, cap. VII, págs, 48-50, Madrid, Ventura Caro, 1920).

Breve galería de bohemios

Eduardo Zamacois (1873-1971). Perteneciente a la última época de la bohemia, fue un escritor prolífico, de vida muy agitada entre España, París y Sudamérica, colaborador en diversas publicaciones y escritor especializado en relatos de contenido erótico. En 1907 fundó El Cuento Semanal, con enorme éxito de público, donde escribieron los autores del decadentismo español: Felipe Trigo, Alberto Insúa y Antonio de Hoyos y Vinent. Sus escritos sobre la escena bohemia son muy valiosos. 

Pedro Luis de Gálvez (1882-1940). El poeta malagueño fue pirata, galeote, seminarista, timador, soldado, periodista y cualquier otra cosa que se pueda imaginar. Representa como ninguno al pícaro del xvi trasplantado en el xx. Una vida de aventuras, mitad reales, mitad inventadas, y una obra pasada de moda. Lo de llevar a su bebé muerto en una caja para dar pena y conseguir sablazos en los cafés es solo una de las barbaridades que se pueden contar sobre su figura. Gálvez ya era todo un personaje, pero pasará a la historia por ser el protagonista de Las máscaras del héroe, de Juan Manuel de Prada, magnífica novela que recrea el paisaje histórico y literario del comienzo de siglo (Valdemar, 1996).

Manuel Paso (1864-1901). Poeta granadino, redactor de Germinal y precursor del modernismo, mezclaba elementos románticos con un profundo compromiso social. Solo publicó un libro, Nieblas (1886), en estilo diferente al de sus colegas, lejos del tremendismo, y muy apreciado por autores como Juan Ramón Jiménez. Abatido por los reveses editoriales, murió prematuramente debido al alcoholismo.

Emilio Carrère (1881-1947). A diferencia de Alejandro Sawa, Carrère, el otro maestro bohemio, disfrutó en vida del reconocimiento y el dinero con que este nunca llegó a soñar, quizá porque su bohemia se ceñía solo a la extravagante indumentaria y su trato con los poetas y el ambiente nocturno. Autor muy popular, consiguió acercar al gran público los temas del malditismo, la sordidez y los vicios de la calle, por medio de poesía muy accesible y cuentos de corte esotérico o inspirados en las leyendas de Madrid.  

Eliodoro Puche (1885-1961 o 1964). Puche fue el poeta bohemio por excelencia. Educado en una familia acomodada de Lorca (Murcia), vino a Madrid a hacer el golfo y beber como si no hubiera un mañana. Siempre iba de negro («un ataúd puesto de pie») y era muy conocido en las tertulias. Cuando dilapidó la herencia familiar, volvió a su pueblo, donde fue duramente represaliado después de la Guerra Civil. Su obra es muy poco conocida, pero destaca a partir de los años veinte, integrada en el ultraísmo.

Armando Buscarini (1904-1940). El poeta del hambre, desgraciado escritor que recibió el rechazo y la burla de sus compañeros bohemios. Intentó suicidarse varias veces y fue internado en un par de psiquiátricos, en uno de los cuales murió. Tras aparecer como personaje en Las máscaras del héroe, su obra ha sido por fin agrupada y editada.

Rafael Cansinos Assens (1882-1964). Cronista de excepción de la vida literaria española, en especial de la bohemia, de la que fue animador en su tertulia del Café Colonial. Es hoy un escritor olvidado por la crítica, el público y las instituciones, como lo fue en vida. De su extensa y deslumbrante obra (ficción, ensayo, periodismo, traducción), apenas ha quedado huella (se puede encontrar en la obra de Jorge Luis Borges, quien tomó de ella más que simple admiración). Un ejemplo del desprecio y la ignorancia de la cultura española por quienes han significado algo de verdad en ella. En especial, sus memorias, la trilogía publicada por su hijo en los años ochenta, La novela de un literato (Alianza Ed.), conforman un libro deslumbrante, necesario para comprender la historia y su literatura convulsa.

Pero ¿hubo mujeres bohemias?

Teresa Wilms
Teresa Wilms (CC).

Si las vidas y los libros de estos autores son todavía difíciles de rastrear, la presencia de mujeres en la época bohemia es como una entelequia. De nuevo, Baroja afirmaba que, por sus responsabilidades como madres, esposas y amas de casa, las mujeres no tenían tiempo para perderlo componiendo ripios. La verdad era otra: hacia 1890 las mujeres españolas eran analfabetas en un ochenta por ciento. Solo las aristócratas y las hijas de la alta burguesía se podían permitir leer y estudiar. Pese a todo, hubo tertulias femeninas y determinadas mujeres participaron en los cenáculos bohemios. Eran las actrices de teatro y las vedettes del cuplé, como la Bella Monterde o Raquel Meller, entre otras, musas de la escena literaria. Sí hubo bohemias. La más célebre, Carmen de Burgos, alias Colombine, periodista, cronista de guerra y defensora del feminismo. En la cripta de Pombo, Ramón reunió a varias artistas, a quienes apoyó sin reservas: Aurora Gutiérrez Larraya, profesora de artes decorativas; la bailarina Tórtola Valencia; la escritora chilena Teresa Wilms o la pintora santanderina María Blanchard, cuya vida y obra la convierten en un símbolo del artista outsider. Hoy, Blanchard espera, como el resto de autoras y autores, una nueva educación cultural, para que puedan conocerse sus obras. 

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Generación del 50 en Colliure (Francia) en el homenaje a Antonio Machado de 1959. Los que nos precedieron...

 

Reunión de poetas en homenaje a Antonio Machado en Colliure (Franacia) en 1959. En primer término a la derecha Jaime Gil de Biedman, Alfosono Costafreda, Carlos Barral y Caballero Bonald. Detrás, de izquierda a derecha Blas de Otero, José Agustín Goytisolo, Ángel González, José Ángel Valente y Alfredo Castellón.

En este grupo de poetas de la generación del 50, no están Francisco Brines, Victoria Atienza, Eladio Cañabero, Ángel Crespo y Ricardo Defages.

Esta foto de la generación del 50, en homenaje a Antonio Machado se me antoja similar a la de la generaciondel 27 en el Anteneo de Sevilla en homenaje al III Centenario de la muerte de Luis de Góngora en 1927.

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La clasificación de los poetas por generaciones es relevante y necesaria, sobre todo, cuando empiezan, puesto que la individualidad en poesía tiene poca fuerza  de lanzamiento. Todos estos poetas se escribían entre ellos y existe un epistolario destacado de los que, nos precederon como poetas y amigos fraternales, y es que además se ayudaron entre ellos, para ganar premios o ser finalistas sobre todo en el más importante y destacado premio como el Adonais y otro premios.

Ramón Palmeral

Alicante, 29 de diciembre de 2022