Publicado en Hoja del lunes de 14 de noviembre 2022
El jueves 10 de noviembre a las 12 horas se celebró la misa de difuntos al historiador y polígrafo Joaquín Santo Matas (1935-2022) en la concatedral de San Nicolás de Bari, fue una de las más multitudinarias
que recuerdo haber visto en la ciudad. Estaba todo el Alicante
intelectual: periodistas, escritores, poetas, pintores, historiadores y
amigos, no puedo ni debo nombrar a nadie en especial porque me dejaría
muchos nombres fuera. Aunque sí citar a su desconsola viuda a la que conocí años atrás.
Cuando yo esperando al autobús, el 02, en la parada de la Rambla (Frente la Banco de España) para regresar a la Plaza de la Viña, pasó la comitiva fúnebre por delante de mí, dirección Alfonso el Sabio, para ir al cementerio, yo me presigné al paso de los coches fúnebres y, un hombre de avanzada edad que estaba a mi lado exclamó: "¡Este debe ser un pez gordo porque le han hecho una misa en la concatedral!", yo le repondía "Sí que lo era". LLegó el autobús y el conductor me ordenó, más que pedir, que me pusiera la mascarilla, tomé asiento y pensé en lo efimero de la vida, y reconocer que es transitoria como dicen los budistas.
Sentado en los últimos asientos del bus recordé cuando conoci a Joaquín, que
fue por el año dos mil y pico en la Torre de las Aguilas, casa del
bibliofilo hernandiano Gaspar Peral Baeza que fue quien me lo presentó,
me dijo que su hijo Paco (El notario), fueron amigos de la niñez, porque
los padres eran amigos comunes... Redordé más cosas como cuando yo iba al
Instituto Juan Gil-Albert del que fue un gran director, y también sus
conversaciones telefónicas sobre nuestro Gabriel Miró, y su relación de
amistad con Vicente Ramos, Oscar Esplá, o lo mucho que sabía sobre la
historia de la guerra civil en nuestra ciudad que, cuando daba una conferencia
en la sala Altamira se le llenaba por completo... y qué decir sobre Azorín
o de Miguel Hernández, de los presoso del Reformatorio, de los que sabía mucho. Colaborador intelectual
del museo Fernando Soria de San Juan... de los poetas del Grupo Numen, siempre
estaba dispuesto a escribir algún prólogo o presentar a algún escritor en
ciernes.
En fin, la memoria es traidora y a veces a uno
se le amontonan los recuerdos, y, refrendar que, los que tenía de él todos son buenos.
Para despedir a Joaquín, diré como le dije al poeta José Antonio Charques: "Los
poetas no mueren porque viven en sus versos y poemas". En el caso de Joaquin vive en sus libros. Y para cerrar
estos flash memorísticos, recordaré una frase de Clemencia Miró Maignon (hija de Gabriel Miró), de su libro
de cuentos Permenato: "Amanecía. Un gallo apagó la última estrella con la flecha de su canto".
Ramón Palmeral
Alicante, 11-11-2022