Cierto es que estamos asistiendo a una revolución lenta de todas las formas de pensar que originan un nuevo modo de sentir y de estimar al hombre. El Renacimiento ha llevado al hombre, en un esfuerzo científico enorme, a pretender someter la naturaleza a su voluntad. Pero, inconsecuente y falazmente, ha supervalorado sus creaciones por encima del individuo que las crea. Ha pretendido afirmar la técnica sobre la cultura. El materialismo es hoy un mal pernicioso que aqueja a aquellos que, bajo un espiritualismo superficial, tratan de defenderse de él. Hoy priva el concepto de masa sobre la individualidad creadora; la sociedad sobre el individuo. Y ésto no solamente es un error, sino una injusticia. Ante todo, el hombre. Nada hay en el mundo que pueda exigir su propio sacrificio. La vida es el valor óntico supremo. Cualquier otro valor ha de estar supeditado, en una estimativa lógica, a la vida. Pero la vida es esencialmente conciencia, libertad, amor, dignidad; y tiene una finalidad espiritual a la que ha de estar-subordinado todo: economía, ciencia, política, arte. Una nueva forma de vida ha de surgir, un nuevo Renacimiento que preanuncia una literatura angustiosa y anhelante; pero un Renacimiento moral. La inversión de los valores ha originado todos cuantos males padecemos en la época actual, donde se afirma la prioridad del espíritu; pero, con práctica inconsecuencia, se superestiman todas las formas inferiores del vivir. Es preciso proceder a una revisión crítica de los valores humanos y establecerlo sobre una jerarquía óntica natural. Y, claro está, dentro de este rango jerárquico, ocuparán un puesto superior las individualidades creadoras. La economía y la moral tienen su más adecuada expresión en el trabajo.
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Sinopsis:
FILOSOFIA
DEL ANHELO (ENSAYOS) Estos breves ensayos de José Antonio Suárez tienen
su origen en su libro Mortal Eterno, publicado en Oviedo en los años
cincuenta bajo el seudónimo de Antonio Víctor, que la crítica consideró
como una metafísica personal dimanante de una poesía
fenomenológica. Constituyen, pues, incisivos intentos de penetrar en el
misterio existencial partiendo de una interrogación ontológica: ¿por qué
el hombre se pregunta por algo que llamamos ser? La respuesta la
encontró en el anhelo que, como órgano intencional, queda definido como
una aspiración al Ser y al Valor. Mas allá del amor a la verdad en que
consiste la filosofía, el anhelo se extiende al universo platónico de la
belleza, del bien, del ideal, de la vida, de la inmortalidad, de Dios.
Por el anhelo, el hombre se abre al infinito.
Este libro no está digitaliazado
Publiado por el Instituto Juan Gil Albert de Alicante 2001, y en ECU 2008
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José Antonio Suárez filósofo y gran poeta asturiano que residió en Alicante |
Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 2001
Alicante
Estos breves ensayos de José Antonio Suárez tienen su origen en su libro Mortal Eterno, publicado en Oviedo por los años cincuenta bajo el seudónimo de Antonio Víctor, que la crítica consideró como una metafísica personal dimanante de una poesía fenomenològica.
Constituyen, pues, incisivos intentos de penetrar en el misterio existencial partiendo de una interrogación ontològica: ¿por qué el hombre se pregunta por algo que llamamos ser? La respuesta la encontró en el anhelo que, como órgano intencional, queda definido como una aspiración al ser y al valor.
Más allá del amor a la verdad en que consiste la filosofía, el anhelo se extiende al universo platónico de la belleza, del bien, del ideal, de la vida, de la inmortalidad, de Dios. Por el anhelo, el hombre se abre al infinito.
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La actitud poética
La actitud filosófica se muestra en la búsqueda de la verdad, mientras la actitud poética solo liene en cuenta los estados de sentimiento que la realidad produce en el hombre como consecuencia de su estar en el mundo. Así, cuando el filósofo trata de comunicarnos algo, lo hace, pensando en la veracidad de su aserción, ante la que el poeta se inhibe, ajeno al carácter existencial de su testimonio y preocupado tan solo en comunicarnos su auténtica vivencia. Por ello la poesía desprecia el tópico, se evade al prejuicio, crea imágenes y renueva vocablos, porque tiene muy en cuenta la situación singular de cada hombre. Su contacto con las cosas se verifica en forma distinta y, como si se realizase por vez primera. La actitud poética es profundamente vital, comprometida y colmada por una pasión básica y un anhelo infinito. Sobre el estado de contemplación filosófica, priva en el poeta la simpatía y la compenetración con la realidad. Mientras el filósofo busca deliberadamente la distancia entre el objeto y él, el poeta ama los objetos hasta el punto de una aproximación sensual. En filosofía es necesario una actitud sosegada, meditativa, mientras la poesía surge como de un ímpetu que se adscribe al estro o fuego lírico. Por lo que su estilo es emocional e imaginativo. Muy distinto de la expresión filosófica, convincente y racional. Ello tiene su fundamento en el hecho de que la filosofía se basa en la razón y en la objetividad, mientras la poesía, se cosfisa en libertad y la subjetividad.
Fenomenológicamente cabe hacer esta distinción. Los hechos pueden ser considerados desde el punto de vista de la sensación, del pensamiento o del sentimiento. En el caso de la poesía se confunden los fenómenos externos e internos como propios, fuera de la objetividad y la subjetividad, del espacio y del tiempo, en una especie de comunión cósmica. El poeta participará de los fenómenos mismos, los hará suyos en impresiones rápidas. No le importará romper el orden espacio-temporal en que se anclan los objetos. Hablará del río —que en el filósofo y el físico se encontrará a distancia mensurable— como si estuviera fuera o dentro de él, según los estados de su ánimo. Heráclito se fijará en el devenir. Jorge Manrique en el fluir de nuestra vida. Hay siempre en el poeta una actitud de aventura y de riesgo en su salida hacia las cosas, una constante memoria para el futuro y el olvido, para lo fugaz y perentorio. Recordar, añorar, desear, son los verbos que se conjugan en la gramática lírica, mientras en la filosofía, que toca las entrañas de la necesidad racional, busca la sustantivación de todo. El mundo del poeta surge como un puro hecho de la libertad, más que la razón vale en él la pasión y la gracia, el impulso anhelante.
pp-40-41
...........................concluisones.
Distingue Suárez entre la filosofía como búsqueda de la verdad desnuda por medio de la razón objetiva del pensamiento; y la Poesía como libertad creativa, subjetiva, como sentimientos y emociones. Sin embargo, las dos mitades del pensamiento (filosofía y poesia) como ya dijera también María Zambrano, forman el ser.
PALABRAS CLAVES:
filosofía
poesía
verdad dsnuda
liberdad
subjetividad
pasíon
impulso anhelante