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sábado, 4 de agosto de 2018

Tiempo, envíos y Correos. Evocando a Gabriel Miró en Polop de la Marina



Tiempo, envío, Correos: Evocando a Gabriel Miró en Polop


 Por Ramón Fernández Palmeral

 
Algunos estudios fisiológicos  se han empeñado en decir que Sigüenza no es Miró, por una parte tienen razón porque lo que escribe Miró sobre Sigüenza es imaginería lírica, y nada es verdad, no es biográfico, es como en las novelas, todo es inventado o ficción dramatizada. Escritos recordados, experiencias pasadas, que como Miró no tomaba notas a pie de obra, le salía todo poético. Las experiencias recordadas son siempre producto de otra realidad, como afirma Antonio Muñoz Molina. En este tema es interesante recordar también  los estudios de M. Carmen Díaz Bautista, Narración y comentario en Años y leguas, que fuera doctora en Filología Hispánica y catedrática de la Universidad de Murcia. Sí  Murcia, una de las universidades más  prestigiosas en Literatura castellana.
    Hay momentos en los que Miró se cree Sigüenza o piensa como él (los personajes de novelas tiene capacidad para pensar por sí solos). En un carta dirigida a su amigo Enrique Puigcerver de fecha 9 de agosto de 1921 (carta mecanografiada) en Masía del Molino, Benimantell (Alicante, 12 kilómetros al norte de Polop) cuando se despide de su amigo, y escribe los nombres de Oscar (Esplá) Bernácer (Germán) y Sigüenza. Este es el testimonio inequívoco de que, Miró usaba a Sigüenza para despedirse y tenía como moderno avatar de sus aventuras literarias de ficción  desde su novela  Del vivir de 1904, donde el joven Sigüenza iba montado es asno, jumento, o burro al pueblo alicantino de Parcent en el valle del Río Gorgos, el antiguo pueblo de los leprosos en el Sanatorio de Fontilles. Que hoy es un bellísimo pueblo. En Años y leguas, aparece en «La Llegada» (primer capítulo) el tal personaje Sigüenza montado en un jumento, recordando que había estado allí veinte años atrás. Los mironianos, se no  viene a la cabeza su novela Del vivir. Y no cuando Miró se fue a vivir a Barcelona.
   La cuestión es que ensimismado en mis pensamientos sonó el timbre de aviso y ya me tocaba a mí con  mis paquetes a la espalda, mostrador  número cuatro.  Los tres mes costaron 9.50 €.
                                                ***
    Al salir a la calle Asturias de la oficina de Correos eran las 10.05 horas, es decir que había tardado una hora completa entre llegar, esperar, enviar el paquete  y salir: tiempos muertos. Si no hubiera sido yo un jubilado, cuyo todo su tiempo, está pagado con mi  pensión, en otro caso, una persona asalariada hubiera cobrado le hubiera costado a este país, una hora de trabajo que está en 20 euros hora para un jornalero impuestos incluidos, es decir, que yo consumí una horas, que más los 9.50 de gastos de envío, supone,  o sea, 29.50 €.

    Esto es un ejemplo de tiempo que se pierde en las esperar enviado paquetes y que las empresas no tienen en cuenta los tiempos muertos; pero en mi caso valió la pena. Y pensé que Miró  en 1921 y en veranos sucesivos, hacía 8 kilómetros ida y vuelta desde su casa alquilada veraniega de Las Fons en Polop a Callosa por un camino o senda de arrieros (no por la carretera de hoy en día). Es decir que Miró para recoger el importe de algunos giros postales se pasaba más de mediodía de viaje, madrugando, seguramente más que yo, y yo, hoy me quejo por perder una hora. Los tiempos han mejorado, sin duda alguna.
     A pesar de todo, no he perdido una hora, porque  los destinatarios de mis paquetes recibirán una alegría por recibir mi novela Al este del Cabo de Gata. Pero además  he recuperado una hora de estudio recordando un tema para insertar en la preparación de mi ensayo sobre Miró y Años y Leguas que estoy preparando para el 140º aniversario del nacimiento del auto de El obispo leproso, que además haré ilustrado, por supuesto.
     A mí me gusta escribir a pie de obra, que es como hacían los pintores impresionistas, pintar del natural, porque escribir a distancias en el tiempo como hizo Miró en su libro de Años y leguas, da como resultado que en el capricho de la memoria, haga de las suyas: cometer errores. A mí particularmente no me gusta leer novelas porque sé que son mentiras, en cambio prefiero las biografías, los epistolarios y los libros testimoniales, como la obra del hispanista británico Gerald Brenan en Yegen (Las Alpujarras), que escribió Al sur de Granada. Por eso a  mí, el libro de Miró no me interesa, porque está compuesto de un 10% de testimonio y uno 90% de lirismo poético más imaginación, que es alimento, para aquellos lectores que le gusta leer poesía, pero a mí no me gusta perder el tiempo en entelequias imaginadas de otros.
     Miró no escribió el libro de Años y leguas, a pie de obra en Polop, sino dos o tres años después en su casa de Madrid situada en el barrio de Argüelles, en calle Rodríguez san Pedro, 46, 1º derecha, que escribía y enviaba a los periódicos, entre ellos a la La Nación de Buenos Aires y El Sol de Madrid, donde le debían pagar por sus trabajos. Años después cuando Biblioteca Nueva le propone reunir sus Obras Completas, es cuando decide publicar los artículos ya publicados y algunos más inéditos para componer su libro alicantino Años y leguas (1928), que no es más que una recopilación de los artículos o capítulos (17 en total), pero repito, su idea primera no era escribir un libro, sino un bucólico libros del ya famoso persona de Sigüenza. Por ello el libro de Años y Leguas, no tiene otra definición posible que libro u obra, no se escribió como gozo propio, sino como un producto mercantil folletinesco para la venta en periódicos, y no hay más. Porque cuando los filólogos tratan de estudiar este libro argumentando y haciéndonos creer lo contrario de lo que es, un libro lírico nada más, cercano a un poemario, justificando lo injustificables, son ganas de perder tiempo.
    Quien pretenda y desee saber sobre la vida real y cotidiana de  Miró y su familia en Polop debe leer el libro de Joaquin Fuster Gabriel Miró en Polop, Alicante, Caja de Ahorros del Mediterráneo-Instituto de Cultura «Juan Gil-Albert», 1996: el Epistolario, en la edición de los profesores Ian R. Macdonald y Frederic Barcerá publicados en 2009,  (libro del que yo tengo un ejemplar), o las biografías que escribieran Vicente Ramos, o del músico Oscar Esplá, en su conferencia Evocando a Gabriel Miró (dada en el casino de Alicante en 1961). Lo que hizo Miró en Polop fue escribir cartas a sus amigos y familiares, peón de campo y excursiones con Óscar Esplá, Germán Bernácer, su cuñado Enrique Falcó y con el médico José Amador Asín.
    Posterior a la publicación de Años y leguas en 1928, se hizo otra edición en 1949 con un seudo-prólogo del duque de Maura, (Gabriel Maura Gamazo, hijo de Antonio Maura), la edición que yo tengo es la de Salvat de 1970, con prólogo del catedrático de Literatura Mariano Baquero Goyanes, que lo fue de la Universidad de Murcia, cuya biografía la sabemos por un introito del también catedrático Francisco Javier días de Revenga. Los estudiosos de Años y leguas no deben dejar de consultar los ensayos del catedrático especialista en Miró, Miguel Ángel Lozano Marco, que se pueden ver en  Internet en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
   A las 12.28 horas dejo este artículo finalizado, porque mi mujer insiste en que yo me tome un zumo de frutas: Zanahorias, plátano y  manzana pasadas por la batidora, que no Turmix que es una marca. No tenemos tiempo, en este tiempo actual para leer: Años y leguas del indiscutible maestro de la prosa Gabriel Miró  Ferrer (1879-1030)

Ramón Fernández Palmeral
Alicante, 4 de agosto de 2018
A 33.30 grados en el exterior de la Plaza de la Viña

Miguel Hernández gran admirador del alicantino, estuvo en la colocación del busto en homenaje a Gabriel Miró el 1 de octubre de 1930 en Orihuela, obra del escultor Seiquer Zanón.