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miércoles, 14 de junio de 2017

Prólogo "latidos de una tragedia" al libro de Mª Consuelo Franco Gutiez.



PRÓLOGO

                                     LATIDOS DE UNA TRAGEDIA


     Debo empezar diciendo que anteriormente he presentado dos libros de poemas de Consuelo Franco Gútiez: Dolor de un alma blanca y Biografía lírica de una libertad cautiva, libros que han tenido gran éxito, y son reconocidos por los especialistas. Quizás estos aciertos le han llevado a Consuelo a escribir y publicar seguidamente, sin pausa  Lorca. Biografía lírica de un mártir.  Ahora, nuevamente, me honro en acompañar a Consuelo desde el rincón de este prólogo, con este nuevo libro que es una  biografía versada o una memoria vital sobre el autor del Romancero Gitano.
     En mis presentaciones anteriores ya dije de Consuelo que era una poeta de inspiración y sentimientos, para quien no la conozca, diré que es una consumada poeta lírica comprometida con la poesía de la experiencia, que dice lo que piensa y tiene el valor del compromiso y la fidelidad a sus ideas. Además es una magnífica y emotiva rapsoda que sabe muy bien llegar al público con su voz y sus entonaciones. Como todo poeta, posee un  mundo interior propio, un territorio garcilasiano y hernandiano a la vez, que le hace sentirse segura, y quien se siente seguro y tiene amor propio es capaz de dar  lo mejor se sí a través de sus pasiones líricas.  Ella aporta a la poesía un valor novedoso como son las “biografías versadas”, ardua labor, a través de un lenguaje sin retruécanos ni enredos, es decir, sin oscuridades tan de moda  hoy en día en los poetas contemporáneos.  Consuelo posee un lenguaje realista, transparente, potente  que nos comunica su vitalidad interior a través de sus símbolos: pasión, amor y vida. 
    El año pasado se cumplieron los 70 años del inicio de la guerra civil y del asesinato de Federico Garcia Lorca en la madrugada del 19 de agosto de 1936 en el barranco de Víznar (Granada), junto a otros granadinos más, por ello en ese lugar de tragedia hay un monolito que dice «Lorca somos todos». Con motivo de esta efeméride y en lo que a mí me tocaba como coordinador de la revista PERITO (Literario-Artístico), que dirige Rosario Salinas, propusimos componer un monográfico sobre Lorca,  el  número 9, un número emblemático y de referencia lorquiana.  Recuerdo que teníamos  que coordinar los temas de las colaboraciones y contar, ineludiblemente, con Consuelo Franco, que acababa de publicar su Biografía lírica de una libertad cautiva,  biografía versada sobre Miguel Hernández, y le pedimos que compusiera algún poema sobre García Lorca, e inmediatamente, como inspirada por un duende mágico ejercitado  en el poema trágico, nos mandó el poema titulado «Canto versado al poeta Federico García Lorca», que fue como el detonante de este libro que  tengo el placer de prologar. El poema tuvo gran éxito entre nuestros lectores. Cuya estrofa final nos recuerdan imágenes lorquianas:
¡Lorca, Lorca, compañero!
Las guitarras de Granada
rasgan gimiendo su duelo.

    Toda obra de arte tiene un destino, si la obra no llega a culminar esa meta final,  la obra quedaría coja, en el caso de los poemas la meta es el lector, un lector sensible,  ávido de sentimientos que los haga propios.  Los versos en los folios son el latir del corazón del poeta más que palabras, porque las palabras  como indica su etimología griega es comparar, y la poesía no es comparar, sino emocionar, sugerir, estimular, sentir. Algunas veces he comentado que la poesía no es literatura, sino sentimientos, por ello, grandes escritores no llegan a ser grandes poetas, porque sus versos no llegan al destino final.  En los versos de Consuelo: néctar de sentimientos, rotundos, quedan limpios de toda falacia en un fluir del río de las emociones, como tenemos la suerte de comprobar en este libro logradísimo, que culmina un camino: llegar al lector sensible y receptivo a las distintas etapas de la vida del  universal poeta de Fuente Vaqueros.  

     Este libro Lorca. Biografía lírica de un mártir, que tengo el placer de presentar es un homenaje al poeta granadino  que llega al lector a través de varios bloques temáticos  organizados cronológicamente de la vida del dramaturgo y poeta. Compuesto en su mayoría por octosílabos, métrica en la que se desenvuelve muy bien Consuelo, a veces, con son  coplas, romances, redondillas o cuartetas dedicadas al autor de Romancero Gitano, es en realidad un recorrido por los momentos vitales de la  obra y tragedia de este malogrado poeta y dramaturgo que nos arrancaron de la esperanza cuando contaba tan sólo 38 años de edad. Un recorrido fugaz que como las gotas de un perfume de  jazmines gitanos, y que como Consuelo sabe expresar, nos irá llevando por los sentidos al son de los latidos del corazón del poeta, como veremos en esta estrofa:
Un 19  de agoto de 1936
calorífico de otra era,
al astro ardiente inclinó
 los rayos sobre una tierra.

    En esta estrofa que percibimos  una personificación del astro rey que se inclina sobre la tierra para ver morir al Federico, para rematarlo con las entrañas de un planeta/ moribundas se quedaron con un grito de tristeza. En estos dos versos consigue una metáfora sublime e impactante, de cómo hasta «las entrañas de un planeta» (no sabemos cual), agonizan de tristeza ante el asesinato premeditado y odioso de Federico.
     Nos hace un recorrido desde su nacimiento en Fuente Vaqueros, «perla bella», como  llama Consuelo a este pueblo en la vega de Granada,  un 5 de junio de 1898. Hijo de doña Vicenta Lorca  Romero, maestra, y de don Federico García Rodríguez, hacendado agricultor, era el mayor de cuatro hermanos. Verso a verso, Consuelo Franco nos lleva por la infancia y juventud, por la Residencia de Estudiantes (1919-1928) donde no falta su amistad con Buñuel y Dalí, además de que tuvo muchas otras amistades, había conocido a Antonio Machado en Baeza, y a Juan Ramón Jiménez, a Maruja Mallo. Y su amistad más cercana con Falla y Luis Rosales, a quien injustamente se le acusó de delator cuando Lorca se encontraba refugiado en su casa de Granada. Su paso por Nueva York y Cuba, por Buenos Aires donde conoció a Pablo Neruda en una representación de Bodas de Sangre.
     Consuelo también nos recuerda, con sus rotundos poemas, que García Lorca estuvo en Alicante con el teatro universitario de la «La Barraca», los últimos días del año 1932, y nos muestra la fotografía que tiene con el pintor Gastón Castelló en las playas del Postiguet (Sobre este viaje a Alicante podemos ver el completo artículo de Gaspar Peral Baeza en PERITO núm. 9).
     Consuelo no se olvida de Bodas de Sangre, obra inspirada en los sucesos de Níjar (Almería), que representaría la compañía de Lola Membrives, ni de Yerma que representó la compañía de Margarita Xirgu. Tampoco de la trágica muerte del torero sevillano Ignacio Sánchez Mejías, cogido de muerte por un toro de Ayala llamado Granadino el 11 de agosto de 1934 en la plaza de Manzanares. Para acabar con el dolorido sentir de su fusilamiento en el llorado Barranco de Vínzar.
     Encontramos en el libro numerosas ilustraciones que de alguna forma son de agradecer, porque nos presenta una colección de imágenes escogidas que nos hacen emocionarnos y sentir el paso del tiempo, como diría Miguel Hernández Algún día/ se pondrá el tiempo amarillo/ sobre mi fotografía.

     Métricamente, la mayoría de estas composiciones son octosílabos, algunos con formas de coplas con esta elección consigue el efecto deseado: rotundidaz y precisión.
     Son diecisiete poemas, que se agrupan a su vez por épocas según los lugares donde vivió o residió el poeta y dramaturgo. Destaca en este libro las fechas trascendentales de la vida de Federico desde su nacimiento hasta su muerte. La autora posee una gran capacidad al resumir una complicada vida en un libro de poemas, sin olvidarse de los momentos vitales para cantarle al poeta y a la vez divulgar y difundir su universal figura para las generaciones venideras, lo cual es ya elogiable propósito.

    Esta biografía en verso  ha salido del alma, hija de su talento poético,  que sin duda alguna es digno de ser leída y será sentida por los lorquianos de corazón, porque nada aquí enturbia su figura ni su memoria de la que tantos despropósitos se han escrito. Debemos tener en cuenta que todo el poemario es  de  un alto lirismo, puro, como un alma blanca, fiel reflejo de los que ella es: una estrella brillante de la poesía.


Ramón Fernández “Palmeral”
Director de la revista PERITO (Literario-Artístico)
Alicante, octubre 2008