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jueves, 8 de diciembre de 2016

"La Purísima" de Agustín Conchilla.

LA PURÍSIMA


Luces sobre sombras de atardecer y claros del nuevo día en amanecer
iluminan la senda de nuestros encuentros y amoríos.


Corrientes ocultas, vivas, de llamarada despierta, surcan nuestro
lecho de añoranzas, deseos, nostalgias y grandezas.


Tragaluces de malla encauzan y agitan los vientos que enturbian la
elegancia sosegada, melancólica, de confort, en paz y en calma.

Polvo sobre salón y mobiliario aviva, se deposita, volatiza,
entretiene, combates, reprochas, eliminas y te atormenta.

El cariño es nuestro aliado que acrecienta, fortalece y nos representa
a través del sentir, el apoyo, la reconquista y la confidencia.

El gozo y la pasión, dichosos los dos, llaman a nuestro lecho, los
abrazamos o eludimos y nos consolamos o los dejamos a la espera, en la
puerta.

La ternura renueva el entendimiento que acogemos o soltamos sobre sofá
y pies cruzados encuentra reposo, armonía y entretenimiento.

El Santoral te recuerda cada ocho de diciembre y yo, Concepción, lo
elevo a la consagración de un amor platónico, duradero, eterno y
verdadero.