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domingo, 30 de noviembre de 2014

Poemario "Jardín abierto", de Ramón Fernández Palmeral



Poemario Jardin abierto o 15 poemas desabrochados, por Ramón Fernández Palmeral

Ver la versión en pdf:
http://www.revistaperito.com/jardinabiertoPoemario.pdf

Alicante, noviembre 2014


                               
 
 
 
 
 
              JARDÍN ABIERTO
                                    15 poemas desabrochados
 
 
                          Poemario de Ramón Fernández Palmeral
 
                                                  2010-2014
 
                                                    Alicante
 




 



                      




                                         2.-     EL ARTE DE BESAR

      Como barcos, nuestros labios chocaban como barcos contra el muelle y el  rompeolas de  nuestros cuerpos húmedos. Nos miraban damas picassianas con sus ojos retorcidos y estrábicos; pero nosotros, como  los rocinantes embravecidos por el deseo de la procreación,  nos reíamos de los volcanes, porque nuestro fuego era superior. Y ahora aquí, solos, aguja sin acerico, al filo la tarde con minotauros y recuerdos del parque de Canalejas, nostalgias de un tiempo más viril, quizás,  en el que sembrábamos hijos, me queda tan sólo tu arte de besar. ¿Y qué me queda ahora  sin ti, si tú eras yo? Nada, nada más que estudiar y dibujar nuestros antiguos besos que se fueron entre sábanas volando  entre entradas y salidas  constantes por las curvas de nuestros cuerpos, sin conocer el pecado de la bula del matrimonio, un matrimonio no culpable de nuestro distanciamiento. Pero el arte de besar nunca se pierde porque el recuerdo es más fuerte que el amor. Y ahora como un loco pintor me dedico a pintar tus besos, los besos que me distes y ahora ya no me das.                             
     Inundado por la ausencia de la distancia, te busco y no estás en ninguna parte. ¿Dónde te hallas, adónde has podido ocultarte?  Te busco a grito pelado entre mis recuerdos despellejados. Estoy rancio de cartas, rancio de noticias, rancio de olvidos…  Hojas de árboles vacíos, llenos de cajas vacías y ausencias vacías, parques dominicales vacíos sin ti,  lejos de ti y de mi memoria, ríos sin caudal, caminos de sirga tocan la música sin cuerdas en mis dedos. Recuerdo tus cartas  inundadas de ilusiones, con olor a pétalos ardiendo de imposible perfume, con miedo a abrirlas por romperlas.  Abro tus cartas selladas con besos y ya no leo: «cómo estás, cómo te encuentras o te quiero», y  en la ventana de iluminada de noche siento los latidos apagados que pertenecen a un corazón de alquiler de estrellas.  Pero el arte de besar nunca se pierde porque el recuerdo es más fuerte que el amor. Y ahora solamente me dedico a pintar besos, los besos que me distes y ahora ya no me das.                             

           3.- ELEGIA A ENRIQUE MORENTE

                  A Enrique Morente, hecho cadáver en un hospital de Madrid.

Yo quiero ser llorando el dueño
del huerto eterno donde reposan
los duendes de tu cante.

Yo quiero ser la mano que siegue
los cardos y las amapolas de tu tumba
florecida por la luz del flamenco.

Qué temprano levantó su guadaña
la luna negra de los poemas lorquianos
Qué temprano te fuiste a arar los campos

con el "niño yuntero" y el poeta pastor.
Qué temprano un bisturí cual estoque
de luna menos cuarto atravesó tu esófago

hasta llegar al corazón de tu alma
tomada por las manos sin pericia
de un demonio vestido de blanco.

¡Ay Enrique! qué dolor tenemos los gitanos,
los de verde oliva de olivares viejos,
los dueños del Albaicín y del flamenco.

¡Ay Morente! Aquí nos dejas con el duelo
insoportable de tu ausencia y de tu cante,
forjador del "quejío" tremendo de una voz

nueva, garganta llena de poderes y de rayos
quebrados, arrastrando torrentes de ilusiones
y de esperanzas nuevas.

Te vas al cielo flamenco de Juan Breva,
de don Antonio Chacón, de Caracol.
del Lebrijano, de Camarón...

Qué envía me das Enrique Morente,
allí todos, mano a mano, con
guitarras tremendas y palmas sordas.

¡Compadre!, aquí me quedo afilándole
la navaja a la negra sombra...
bajo el olivo y perro hambriento.             (13 de diciembre de 2010)


              






8.- Al amanecer pájaros con sueño

Los árboles de nuestra alameda junto al río
caminan hacia la noche llenos de palabras,
palabras que son preguntas capciosas
como diamantes colgado de la hojas ricas.

Sus pies son como la de los pianos sin música
quietos y callados en una enramada virginal
de cuerdas y tripas de animales disecados.

Y tu rostro donde se reflejan estrellas,
son la muestra de lo deseos amorosos saciados
guardados en mí y cerrados por la cerradura de mi
compartido corazón.

Al amanecer los pájaros con sueño
picotean en las jaulas con recuerdos esclavos
donde antes vivieron otros pájaros,
-no ruiseñores indómitos  la prisión de alambre-
y mis pies obligados a caminar, toman la
vereda sagrada de la alameda hacia la noche.


                                         Mayo, 2014









10.- Las guitarras malheridas de Paco de Lucía


Las guitarras de Paco de Lucía  lloran  desconsoladas
con un llanto imposible de callarlas.
Lloran entre dos aguas por la ausencia de su dueño,
ausencia que no es muerte porque los genios no muren,
sino que perviven para siempre en los corazones
de aquellos que amamos su música.

De México volverán a las arenas calientes de Sur,
entre las lluvia de febrero y las espaldas mojadas
de los inmigrantes cantores entre los mástiles ya muertos
de angustia y de agonías por cinco puñales .

Las guitarras de Paco lloran porque no volverán a ser tocadas
por los ruiseñores  de sus dedos largos
vivos  de palo santo como ramas
 de sus manos que mas que toca

Las acariciaba con mimo, y los diez ruiseñores
no volverán al traste ni a las cuerdas.

Lorca, el genial García Lorca escribió una vez
“Óh guitarras! /Corazón malherido/ por cinco espadas”.
Y tenía razón, guitarras de paco y todas, se han quedado malheridas
para siempre en al mudez de un indudable genio.



26 de febrero 2014, a la muerte del universal guitarrista

















11.- La acuchillada tarde de otoño

                               (A mis padres naturales de la Acebuchal)

Cuando los gallos cantaban en alta voz
el Sol fue acorralado por los cerros de la Axarquía
daba pena de ver la carnicería de luces y nubes,
esas que tienen oscuras lagunas solitarias.

El mar en Nerja alarga la noche eléctrica
entre paseos, rocas y corazones jóvenes
mientras las olas, -esas trampas acuáticas-
extendían con música incansable sus brazos
en silencio tal vez sin libertad ni fuerza.

Pensé que seguía siendo joven en la vendimia
de los Mayarines -con el canasto de uvas en la cabeza-
 que esperan secar la dulce moscatel en los paseros de septiembre,
como si el tiempo cortejara el dolor de mi mente,
el recuerdo fondeando en el aire como gaviotas
desplazadas, emigrantes y capituladas.

Incluso hasta las fechas de mi memoria se dan la
vuelta a medio camino antes de llegar a la diana
y se vuelven agujas de recuerdos por el Acebuchal y la
corona de rocas rubias en el Fuerte.

Cuándo volveré a sembrar los gemidos ecos
que me llamen a estar bajo la parra del cortijo…
volverán las acuchilladas tardes sin piernas y
sin un soplo de viento frío.

Y las mujeres harán las migas en el “chupajumos”
que el tiempo de poda dejó lleno los campos
de mi tierras cubiertos de gavillas de sarmientos y espinos.


Alicante, 16 de mayo 2014





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                      Propiedad de Ramón Fernández Palmeral

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