Dicenta en el olvido
joaquín santo matas 06.09.2014 | 05:00 /Diario Información
El reciente fallecimiento del actor Daniel Dicenta en un hostal
madrileño me ha traído a la memoria la figura de su abuelo, tan
vinculada a la ciudad de Alicante y que también muriera en la habitación
donde se alojaba, en esta ocasión bastante mejor, del Hotel Simón,
luego llamado Palace y Palas, actual sede de la Cámara de Comercio que
comparte con algunas dependencias municipales.
Joaquín Dicenta había nacido circunstancialmente en Calatayud porque su padre, militar de profesión residente en la capital alicantina, había sido destinado a Vitoria hacia donde se dirigía cuando su mujer dio a la luz. Fue el 3 de febrero de 1862. Diez años después se iniciaba la tercera guerra carlista con especial incidencia en las provincias vasconavarras, siendo herido su progenitor en la cabeza, quedando inútil para el servicio y desplazándose la familia de nuevo a tierras alicantinas donde estudiaría Joaquín el Bachillerato junto a futuros personajes ilustres como Rafael Altamira y Carlos Arniches.
No sólo el morir en cama ajena cuando deshicieron tantas, tuvieron en común abuelo y nieto sino también el llevar una vida disoluta marcada igualmente por la ingesta excesiva de alcohol.
Pero ello no debe diluir en absoluto la gran capacidad literaria de Joaquín Dicenta, el mejor dramaturgo de su época, prolífico hasta sus últimos días ya muy enfermo, autor de más de cien obras de entre las que destaca por encima de todas Juan José, de profunda carga social, convertida en la pieza teatral más representada en su época tras Don Juan Tenorio, dándose la curiosa circunstancia de que nuestro personaje falleció el mismo día en que se cumplía el centenario del nacimiento de José Zorrilla.
Los vínculos con nuestra provincia también llegaron de la mano de Ruperto Chapí con el que colaboró en la fundación de la Sociedad de Autores, futura SGAE, musicando el compositor villenense su drama lírico El Duque de Gandía y la zarzuela Entre rocas.
Tras una vida tan agitada y plagada de provocadores escándalos quiso pasar su etapa postrera en el Alicante que tanto le seducía y en cuyo Teatro Principal estrenara El león de bronce en 1900. Frente al cercano mar de su balcón, entre las palmeras de los paseos de los Mártires y Gómiz, escribiría sus últimas piezas, vigilada la quebrantada salud por su amigo el doctor Antonio Rico Cabot. Su obra póstuma, Quién fuera tú, sería publicada en La Novela Corta sólo nueve días después de su óbito.
Hasta el destino se mostró caprichoso en los instantes finales pues murió a las tres de la madrugada del 21 de febrero de 1917, Miércoles de Ceniza, cuando los carnavales que tanto disfrutó acababan de concluir y se iniciaba la estricta Cuaresma, él que era un agnóstico y anticlerical recalcitrante.
Cuatro mil personas desfilaron ante su sencillo féretro y el 22 a las doce se procedió a la conducción del cadáver por el centro de Alicante: Paseo de los Mártires, Canalejas, Ramón y Cajal y Doctor Gadea, despidiéndose el duelo en la plaza de la Reina Victoria para desde allí ser llevado a la zona civil del cementerio de San Blas del que fue trasladado, tras su demolición, al de la Florida [Nuestra Señora del Remedio] donde reposan hoy en día sus restos. Hay que reconocer que el Ayuntamiento, en manos conservadoras, se volcó aun siendo presidido por el aristócrata Ricardo Pascual del Pobil y Chicheri.
El escultor local Rafael Juan se ofreció a hacerle gratuitamente un monumento y el diario El Luchador inició con 25 pesetas una suscripción popular para erigirle un mausoleo digno de su valía. Muchas voces pidieron que se rotulara como Joaquín Dicenta una importante vía pública. Los vecinos de la calle del Socorro en el Raval Roig recogieron 120 firmas para que se le diera su nombre a la misma, la Sociedad Recreativa Tirso de Molina de la calle Sevilla trocó su nombre por el del dramaturgo y se organizó una representación extraordinaria de Juan José para que la recaudación fuera a sus hijos pero estos declinaron con gratitud el ofrecimiento proponiendo que los fondos fueran destinados a obras benéficas en pro de los más necesitados.
Su obra póstuma Quién fuera tú sería publicada en La Novela Corta el 2 de marzo de ese 1917. Y cuando se cumplía un año de su muerte, el Ayuntamiento denominó oficialmente como Joaquín Dicenta a la plaza de la Aduana donde se encontraba el hotel en el que falleciera el escritor. Allí estuvo también el monumento a los Mártires de la Libertad. Acabada la guerra civil fue desmantelado y la plaza dio nombre al controvertido e intrigante barón Hans J. Kindler Von Knobloch, cónsul de la Alemania nazi en la II República. Como resulta bien sabido, ahora se denomina Puerta del Mar.
A pesar de una trayectoria vital tan polémica desde muy diversos puntos de vista, no es justo que en Alicante haya pasado al olvido la figura de un hombre muy importante de la literatura española que aquí estudió, vivió y murió.
Joaquín Dicenta había nacido circunstancialmente en Calatayud porque su padre, militar de profesión residente en la capital alicantina, había sido destinado a Vitoria hacia donde se dirigía cuando su mujer dio a la luz. Fue el 3 de febrero de 1862. Diez años después se iniciaba la tercera guerra carlista con especial incidencia en las provincias vasconavarras, siendo herido su progenitor en la cabeza, quedando inútil para el servicio y desplazándose la familia de nuevo a tierras alicantinas donde estudiaría Joaquín el Bachillerato junto a futuros personajes ilustres como Rafael Altamira y Carlos Arniches.
No sólo el morir en cama ajena cuando deshicieron tantas, tuvieron en común abuelo y nieto sino también el llevar una vida disoluta marcada igualmente por la ingesta excesiva de alcohol.
Pero ello no debe diluir en absoluto la gran capacidad literaria de Joaquín Dicenta, el mejor dramaturgo de su época, prolífico hasta sus últimos días ya muy enfermo, autor de más de cien obras de entre las que destaca por encima de todas Juan José, de profunda carga social, convertida en la pieza teatral más representada en su época tras Don Juan Tenorio, dándose la curiosa circunstancia de que nuestro personaje falleció el mismo día en que se cumplía el centenario del nacimiento de José Zorrilla.
Los vínculos con nuestra provincia también llegaron de la mano de Ruperto Chapí con el que colaboró en la fundación de la Sociedad de Autores, futura SGAE, musicando el compositor villenense su drama lírico El Duque de Gandía y la zarzuela Entre rocas.
Tras una vida tan agitada y plagada de provocadores escándalos quiso pasar su etapa postrera en el Alicante que tanto le seducía y en cuyo Teatro Principal estrenara El león de bronce en 1900. Frente al cercano mar de su balcón, entre las palmeras de los paseos de los Mártires y Gómiz, escribiría sus últimas piezas, vigilada la quebrantada salud por su amigo el doctor Antonio Rico Cabot. Su obra póstuma, Quién fuera tú, sería publicada en La Novela Corta sólo nueve días después de su óbito.
Hasta el destino se mostró caprichoso en los instantes finales pues murió a las tres de la madrugada del 21 de febrero de 1917, Miércoles de Ceniza, cuando los carnavales que tanto disfrutó acababan de concluir y se iniciaba la estricta Cuaresma, él que era un agnóstico y anticlerical recalcitrante.
Cuatro mil personas desfilaron ante su sencillo féretro y el 22 a las doce se procedió a la conducción del cadáver por el centro de Alicante: Paseo de los Mártires, Canalejas, Ramón y Cajal y Doctor Gadea, despidiéndose el duelo en la plaza de la Reina Victoria para desde allí ser llevado a la zona civil del cementerio de San Blas del que fue trasladado, tras su demolición, al de la Florida [Nuestra Señora del Remedio] donde reposan hoy en día sus restos. Hay que reconocer que el Ayuntamiento, en manos conservadoras, se volcó aun siendo presidido por el aristócrata Ricardo Pascual del Pobil y Chicheri.
El escultor local Rafael Juan se ofreció a hacerle gratuitamente un monumento y el diario El Luchador inició con 25 pesetas una suscripción popular para erigirle un mausoleo digno de su valía. Muchas voces pidieron que se rotulara como Joaquín Dicenta una importante vía pública. Los vecinos de la calle del Socorro en el Raval Roig recogieron 120 firmas para que se le diera su nombre a la misma, la Sociedad Recreativa Tirso de Molina de la calle Sevilla trocó su nombre por el del dramaturgo y se organizó una representación extraordinaria de Juan José para que la recaudación fuera a sus hijos pero estos declinaron con gratitud el ofrecimiento proponiendo que los fondos fueran destinados a obras benéficas en pro de los más necesitados.
Su obra póstuma Quién fuera tú sería publicada en La Novela Corta el 2 de marzo de ese 1917. Y cuando se cumplía un año de su muerte, el Ayuntamiento denominó oficialmente como Joaquín Dicenta a la plaza de la Aduana donde se encontraba el hotel en el que falleciera el escritor. Allí estuvo también el monumento a los Mártires de la Libertad. Acabada la guerra civil fue desmantelado y la plaza dio nombre al controvertido e intrigante barón Hans J. Kindler Von Knobloch, cónsul de la Alemania nazi en la II República. Como resulta bien sabido, ahora se denomina Puerta del Mar.
A pesar de una trayectoria vital tan polémica desde muy diversos puntos de vista, no es justo que en Alicante haya pasado al olvido la figura de un hombre muy importante de la literatura española que aquí estudió, vivió y murió.