(Ermita antigua de la Acebuchal) |
La acuchillada tarde de otoño
Cuando
los gallos cantaban en alta voz
el Sol
fue acorralado por los cerros de la Axarquía
daba pena
de ver la carnicería de luces y nubes,
esas que
tienen oscuras lagunas solitarias.
El mar en
Nerja alarga la noche eléctrica
entre
paseos, rocas y corazones jóvenes
mientras
las olas, -esas trampas acuáticas-
extendían
con música incansable sus brazos
en
silencio tal vez sin libertad ni fuerza.
Pensé que
seguía siendo joven en la vendimia
de los
Mayarines -con el canasto de uvas en la cabeza-
que
esperan secar la dulce moscatel en los paseros de septiembre,
como si
el tiempo cortejara el dolor de mi mente,
el
recuerdo fondeando en el aire como gaviotas
desplazadas,
emigrantes y capituladas.
Incluso
hasta las fechas de mi memoria se dan la
vuelta a
medio camino antes de llegar a la diana
y se
vuelven agujas de recuerdos por el Acebuchal y la
corona de
rocas rubias en el Fuerte.
Cuándo
volveré a sembrar los gemidos ecos
que me
llamen a estar bajo la parra del cortijo…
volverán
las acuchilladas tardes sin piernas y
sin un
soplo de viento frío.
Y las
mujeres harán las migas en el “chupajumos”
que el
tiempo de poda dejó lleno los campos
de mi
tierras cubiertos de gavillas de sarmientos y espinos.
Ramón Fernández “Palmeral”