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domingo, 11 de agosto de 2013

La Paquera de Jeréz, por el maestro Antonio Burgos



Alialialialiii andaaaa, Paquera

La Paquera de Jerez, por Idigoras y Pachi
Ilustración de Idígoras y Pachi       Anteriores Puntas del Diamante
Era la entrada de su voz inconfundible, sobrada de compás. La personal falseta cantada, preludio sinfónico de la representación dramática del cante por fiesta. Saltaba al aire el "alialialialiii andaaaa" de La Paquera y después venía todo el universo de los poemas jerezanos de Manuel Ríos Ruiz, ese Cádiz interior que no se va con Lola a Los Puertos, sino que se queda en Jerez con El Niño Gloria. Era la señora de la bulería. Una vez que le hayamos mirado el carné de identidad histórica a la bulería, podemos decir sin temor a error y sin la menor duda que era la señora de los cantes de Jerez. Y con toda la gracia de Jerez. Ahora han recordado lo que le dijo a Rocío Jurado, cuando Rocío Jurado pide que salga el guitarrista, se sienta en su silla de enea, se hace el compás y empieza a cantar por fandangos o por alegrías. Le dijo La Paquera a Rocío Jurado una noche: «Rocío, chiquilla, si tú eres única en lo tuyo, un milagro. Tú canta lo de la ola y tus cosas, pero no flamenco, no quieras poder con todo, que somos muchos». 

Aunque eran muchos, pocos había como Francisca Méndez Garrido, que tal era el nombre de esta niña de un pescadero de Jerez que se las buscó por cante. Y las encontró. Las verdades de la tierra. Ni se casó ni tuvo hijos. Su hijo fue el cante: «Claro que he echado de menos tener hijos, pero mi historia es la que es: mi padre era pescadero y pasamos muchas fatigas. Éramos muchos hermanos y andábamos muy justitos. Empecé a cantar y eso he hecho toda mi vida, sería mi destino. A veces me acuerdo de que podía haber tenido mi familia, pero enseguida me lo quito de la cabeza. Soy artista y me debo a un público. Yo empecé a cantar por todas las fiestas de los señoritos para buscarle el pan a mis hermanos, pero a mí al principio no me gustaba el artisteo, lo hacía por necesidad. Ahora, también pienso que si me hubiese casado a lo mejor esto y lo otro, yo qué sé. Qué no, que la vida mía era la que he llevado».

Como Juanito Valderrama, La Paquera se va con los habituales homenajes: después de muerta. Y mira que lo había adivinado: «Si me quieren dar un homenaje, mejor ahora, que aún no me he muerto; a mí, muerta, que me dejen en paz». Como a Juanito Valderrama, no la han dejado. El señor de los cantes libres y la señora de los cantes de Jerez han tenido que morirse para que les reconozcan los méritos que en vida le escatimaron. Ahora, ahora han hecho a La Paquera, ahora, hija predilecta de ese Jerez que nunca se le cayó de la boca. 


Alialialialiii andaaaa, Paquera... 


Antonio Burgos